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van más de cien muertos

Los enfrentamientos entre chiíes y suníes colocan a Irak al borde de la guerra civil

Cuatro soldados estadounidenses han muerto por la explosión de un artefacto junto a su vehículo en la ciudad de Hauiya

AGENCIAS | BAGDAD

Jueves, 23 de febrero 2006, 01:00

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El Gobierno iraquí ha decretado el toque de queda en algunas ciudades tras la ola de violencia que ha desatado el atentado de ayer contra un santuario chií en la ciudad de Samarra. Los ataques en represalia contra decenas de mezquitas suníes hace planear el fantasma de la guerra civil.

Asimismo, ha decidido convocar a los ulemas de todas las confesiones para participar en una conferencia con el objetivo de reforzar el diálogo nacional y reducir las tensiones entre ambas confesiones.

El Gobierno ha acordado también reforzar las medidas de seguridad y de control para proteger los lugares de culto de todas las religiones, especialmente en la ciudad de Samarra, al norte del país, en el llamado triángulo suní.

En las represalias que estallaron tras el atentado del santuario, más de cien mezquitas de esta confesión resultaron atacadas, según el Partido Islámico Iraquí, la mayor fuerza política suní de Irak.

Los altercados brotaron tras el atentado ocurrido al amanecer, en el interior del santuario del imán Ali Al-Hadi, uno de los doce imanes santos más importantes de la comunidad chií. El ataque destruyó la cúpula dorada del santuario y aunque no dejó víctimas, causó la inmediata reacción de la comunidad chií iraquí, mayoritaria en el país, que salió a la calle para condenar el ataque y mostrar su repulsa contra las tropas norteamericanas y el Gobierno iraquí, a los que acusaron de no proteger los santuarios.

Los ataques contra decenas de mezquitas suníes en Bagdad "fueron cometidos por gente enfurecida por lo sucedido en Samarra", según las fuerzas de seguridad del país, dando a entender que habían sido perpetrados por fieles chiíes.

Numerosos muertos

Las consecuencias de los ataques son cada vez más terribles y preocupantes. Así, la policía iraquí ha encontrado en las últimas 24 horas los cadáveres de 58 personas asesinadas en Bagdad y sus alrededores, todas con un disparo en la cabeza, según el portavoz del Ministerio de Interior, Osama Saad.

De los 58 cadáveres, pertenecientes todos a árabes suníes, 52 fueron hallados el miércoles en varios barrios de la capital, mientras que el resto fueron encontrados hoy en el área de Abu Deshier, al sur de la capital. El portavoz vinculó esos asesinatos a las represalias de los musulmanes chiíes tras el atentado contra el santuario de Samarra.

También se han encontrado los cadáveres de otros 40 asesinados en un área cercana a Bagdad, con lo que asciende a más de cien los cuerpos encontrados en las últimas 24 horas en distintas áreas de Irak. Según fuentes policiales, los cadáveres aparecieron en una carretera de la ciudad de Al Nahrauan, a unos 20 kilómetros al este de la capital y cuyos habitantes pertenecen en su mayoría a la rama chií del Islam.

Al noreste de Bagdad hombres armados han sacado a los empleados de una fábrica de ladrillos de los autobuses en los que viajaban y han matado a 47 pasajeros. El incidente se ha producido cuando los tres autobuses en los que circulaban fueron detenidos en un puesto de control en la zona de Nahrawan, a unos 20 kilómetros al sur de Baaquba. Los autobuses fueron quemados y sus pasajeros asesinados. Las víctimas tenían entre 20 y 50 años, iban con ropa civil y, por la apariencia de los cadáveres, su muerte parecía reciente.

Tres periodistas se suman a las víctimas de la ola de atentados

A las vícitmas de esta ola de atentados, hay que sumar una reportera y dos cámaras del canal de televisión saudí por satélite Al Arabiya que han sido asesinados en Samarra. La emisora no ha dado a conocer más detalles sobre lo sucedido, pero fuentes policiales aseguran que los tres informadores, todos iraquíes, habían sido secuestrados ayer por un grupo de hombres armados en las afueras de esa ciudad.

Se trata de la periodista, Atuar Bahgat, y dos cámaras, Adnan Abdala y Jaled Mohsen, que fueron secuestrados junto con un compañero cuando viajaban a Samarra para cubrir los sucesos que siguieron al atentado contra el santuario chií. El cuarto compañero, un cámara, consiguió huir de sus captores.

"Los cuatro fueron secuestrados en la localidad de Al Dur, cerca de Samarra, y sus cadáveres hallados esta mañana en una carretera de esa zona", han dicho fuentes de la Oficina de Coordinación iraquí-estadounidense.

Condenas y peticiones de calma

El gran ayatolá Alí Al Sistani, máxima autoridad religiosa del chiísmo iraquí, pidió a los fieles que se manifestaran de forma pacífica y el primer ministro, el chií Ibrahim Al Yafari, tras condenar el ataque instó a los ciudadanos a mantenerse unidos contra los "terroristas".

El presidente iraquí, el kurdo Yalal Talabani, también condenó el atentado, y lo calificó de "crimen para incitar el odio sectario" mientras que el líder supremo iraní, el gran ayatolá Ali Jamenei, anunció una semana de luto en el país.

Los disturbios interconfesionales en Irak también tuvieron eco en el exterior y tanto el Gobierno de Estados Unidos como el de Reino Unido condenaron el ataque.

El presidente estadounidense, George W. Bush, hizo un llamamiento a la calma a los ciudadanos iraquíes y en un comunicado difundido por la Casa Blanca, afirmó que "los terroristas en Irak han demostrado nuevamente que son los enemigos de todas las confesiones y de toda la humanidad. Este crimen sin sentido es una afrenta contra toda la gente creyente de todo el mundo", declaró el presidente, quien subrayó que "EEUU condena este acto cobarde en los términos más contundentes posibles".

Por su parte el primer ministro británico, Tony Blair, además de condenar el atentado expresó la disposición de su país a contribuir a la reconstrucción del templo. El líder laborista subrayó que quienes perpetraron el ataque trataban de fomentar la violencia entre las comunidades chií y suní para hacer descarrilar los pasos hacia la creación de un Gobierno democrático.

Por ello, Blair instó a todas las comunidades iraquíes a comportarse con moderación y "no caer en la trampa" puesta para ellos por los grupos extremistas, en un comunicado divulgado por la oficina del primer ministro británico.

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