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«El teatro nunca morirá porque es emoción pura»

«El teatro nunca morirá porque es emoción pura»

llega esta tarde al Centro Niemeyer con ‘El zoo de cristal’ tras el éxito obtenido en el Campoamor

Alberto Piquero

Viernes, 19 de junio 2015, 08:59

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Con una trayectoria que abarca registros cinematográficos, televisivos y teatrales, Silvia Marsó (Barcelona, 1964) ha ido consolidando una carrera profesional que este mes se ha hecho muy asturiana, pues a principios del mismo obtenía la ovación del Teatro Campoamor por su papel en la obra de Tennessee Williams El zoo de cristal, que hoy se desplaza al avilesino Centro Niemeyer.

¿Qué sensaciones le dejó la experiencia en el Campoamor?

El público en Asturias es muy entendido. Fue algo mágico, se escucharon hasta los silencios. Y se siguió muy bien el humor que incorpora esta versión.

Se dice que es la obra más autobiográfica de Tennessee Williams. ¿Queda al desnudo su personalidad?

Es su propia vida, que incluye una decisión de juventud que no puedo desvelar...

¿Nos habla de su personaje en la función, Amanda?

Pertenece a una familia acomodada del sur de Estados Unidos, aunque ha hecho una mala elección matrimonial y ha sido abandonada por su marido. Tiene un carácter fuerte y luchador, aunque esconde un fondo de fragilidad. Todos los personajes permiten a la gente identificarse, porque en todas las familias hay fantasmas, amores y odios, dependencias, afectos y reproches...

El papel de Amanda lo han representado, en distintas adaptaciones, actrices tan legendarias como Katherine Hepburn o Joanne Woodward. ¿Ha seguido algún modelo o lo ha hecho exclusivamente suyo?

También lo han interpretado Jessica Lange, Cristina Rota, Amparo Soler-Leal... Y, claro, en su momento las he visto y sin duda me impregnaron; pero he querido partir de lo que yo pueda aportar. Es una de las riquezas del teatro, que distintos actores, distintos directores, crean obras diferentes sobre un mismo texto.

La escenografía es de Andrea DOdorico, recientemente fallecido. ¿Cómo concibió el que fue su último trabajo?

Ha sido uno de los hombres del teatro que junto a Miguel Narros o Adolfo Marsillach, por ejemplo, marcó un antes y un después en la escena española, aunque él viniera de Venecia. En este caso, realizó una escenografía ambigua, dividida en un plano realista desde el que se evoca un tiempo pasado, que filtra el recuerdo mediante paredes transparentes y la luz irreal de los sueños.

Otra de las líneas que traza Tennessee Williams en la obra es la de la frustración del sueño americano. ¿De qué modo lo plasma?

El sueño americano es la filosofía del triunfador, la obligación de ser número uno, tan típica de la sociedad norteamericana. YTennessee Williams establece la confrontación ante la crisis del 29, aquel crack económico del siglo pasado que se parece tanto a lo que nos está sucediendo ahora.

Yendo a ese terreno, ¿el nuevo mapa político español tras las últimas elecciones favorecerá la cultura y, en particular, al teatro?

Cualquier cambio será bien recibido, porque jamás hemos estado tan mal culturalmente como en los últimos años. El 21% de IVA cultural ha sido una vergüenza, que ha interrumpido un momento estupendo en el que empezábamos a exportar al mundo películas y artistas.

Queda el hecho de que el teatro es ese eterno agonizante que supera todas las crisis, ¿no?

Yo tengo mucha fe. Hay mucho talento y gente joven con una gran capacidad de innovación. El teatro nunca morirá porque continúa existiendo la perentoriedad de contemplar nuestras emociones sobre un escenario. Es emoción pura y conocimiento. No tiene el público del fútbol y precisa ayudas. Pero los teatros siguen llenándose.

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