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La espectacularidad es la marca de la casa en el Cirque du Soleil.
'Varekai' regresa a Gijón

'Varekai' regresa a Gijón

Es la segunda ocasión en la que el Cirque du Soleil presenta esta producción estrenada en 2002

M. F. ANTUÑA

Lunes, 23 de enero 2017, 11:09

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Varekai' es pura belleza. Es una de esas delicias estéticas que inventa el Cirque du Soleil para hipnotizar durante un par de horas los ojos y los oídos, para recrearse en número circenses tradicionales envueltos en papel de plata y oro, en maquillajes coloridos y hermosos pelucones, con los que contar un cuento, que de eso se trata. Desde que en el año 2002 se estrenara en Montreal, más de diez millones de personas ya han visto un espectáculo que también se programó en Gijón en el año 2009 bajo una carpa instalada en el Parque de los Hermanos Castro. Ahora retorna al Palacio de los Deportes, para quedarse del 25 al 29 de enero. Recorre el mismo camino andado con anterioridad por 'Alegría', que primero instaló carpa y luego llegó en este mismo formato, que en realidad no altera lo que es el contenido del show.

Cuenta 'Varekai' la historia de Ícaro. Ese es el argumento que hila los distintos números de una producción que, como todas las del Cirque du Soleil, cuenta con música en directo. Y entre la banda, también vestida y maqueada para la ocasión, está el único español de la troupe que pronto estará en Gijón. Se llama José Manuel Pizarro, es madrileño, y fue y sigue siendo el flautista de 'Mago de Oz'. «Es un espectáculo muy colorista, que reúne todas las disciplinas circenses pero tiene también una parte muy teatral, de danza, de musical, es un show muy global, artístico, narra la historia de Ícaro en la mitología recreada en el bosque», detalla.

Ese bosque onírico y mágico que recrea 'Varekai' va enlazando estampas hermosas y sirve también música y humor, a través de la figura de los clown, que se encargan de arrancar sonrisas en el show escrito y dirigido por Dominic Champagne que en esta gira por palacios de deporte traslada a 98 personas de 21 nacionalidades distintas. Son una torre de Babel de músicos, acróbatas, contorsionistas, deportistas, bailarines y técnicos, un equipo compacto que cada noche obra el milagro. «Trabajar aquí es una experiencia increíble, creativamente el trabajo es impecable, la puesta en escena, el decorado... Hay un trabajo de producción detrás impresionante. Si en el escenario hay cincuenta artistas, detrás hay otros tantos y existe una compenetración grandísima, el trabajo es exhaustivo», revela José Manuel Pizarro.

Lleva solamente un año trabajando en 'Varekai' este músico madrileño que se tuvo que poner las pilas con el inglés después de pasar las pruebas, viajar a Montreal para realizar el entrenamiento previo y unirse a una banda que tiene que estar muy alerta en el escenario. Porque el líder debe en todo momento estar pendiente de los movimientos de los artistas, para que la música suene en el instante preciso en que tiene que hacerlo. Es un encaje de bollilos en el que toman parte siete músicos: «Tenemos un band leader que conoce muy bien el show, nos va hablando por el micro y tenemos que seguirlo». Ellos están en el escenario, en un segundo plano, pero siempre de cara al público para hacer sonar la partitura creada por Violaine Corradi, que combina sonidos de los rituales hawaianos, las canciones de los trovadores medievales franceses, melodías armenias e incluso góspel.

La música envuelve una escenografía que evoca un bosque misterioso por el que se mueven personajes como Ícaro, la Prometida, el Guía y el Vigía, todos vestidos con los seiscientos trajes, zapatos, pelucas y accesorios hechos a mano que crean una atmósfera poética y exuberante. Todo lo dicho son hilos que van cosiendo los números, como el de la superficie deslizante, en el que se crea una ilusión de patinaje, las volteretas sincronizadas, la conmovedora danza que traza un artista con unas muletas, la magia que derrocha el número de los bastones en rotación, los juegos de equilibrio también sobre bastones, los espeluznantes columpios rusos, con acróbatas cruzándose sin tregua, y la belleza del trapecio, sustentada en la flexibilidad, la plasticidad y la fortaleza de una joven artista. Las correas áereas, el impresionante vuelo de Ícaro, la danza georgiana y los dos clown que reparten humor universal, en el que no importa la palabra, completan el cóctel que se sirve en el escenario.

Tras él, una vida en danza, de hotel en hotel, en un viaje permanente, que es tan agotador como apasionante. Al menos para José Manuel, que en solo el último año ha estado en: Montreal, Niza, tres meses en Rusia en varias localidades, cuatro ciudades españolas, otras cuatro italianas y otras tantas francesas, Lisboa y Sevilla. La capital andaluza es la última plaza antes de llegar a Gijón. Luego tomarán rumbo al Reino Unido y, a continuación, a Copenhague.

«Esto es como una familia universal. Somos 98 personas y ahora soy el único español, pero hay también mexicanos, puertorriqueños, rusos, muchos canadienses, estadounidenses, japoneses, ucraniamos...». En los espectáculos de carpa lo habitual es que permanezcan un mes en cada destino, pero en los de pabellones deportivos están una semana en cada ciudad. «Me encanta viajar, puede resultar muy duro por la familia, pero yo viajo acompañado por mi pareja», concluye.

Palacio de deportes de Gijón. Este miércoles 25 de enero (21 horas), el estreno. â¤Funciones el jueves 26 â¤(18 y 21.30 horas), viernes 27 â¤(18 y 21.30 horas), sábado â¤28 (14.30, 18 y 21.30 horas) â¤y domingo 29 (14.30 y 18 horas). Entradas entre 34 â¤y 110 euros, a la venta en â¤www.livenation.es.

Visitantes. Estrenada en Montreal en 2002, estuvo en Gijón en 2009. La han visto 10 millones de personas.

Miembros. El Cirque du Soleil lo integran 98 personas, entre las que solo hay un español, José Manuel Pizarro, que da vida al flautista de 'Mago de Oz'.

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