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Luka Bojovic, uno de los denominados 'Tigres de Arkán', absuelto de asesinar en marzo de 2009 a un compatriota serbio.
Los 'Tigres de Arkán' no eran tan fieros

Los 'Tigres de Arkán' no eran tan fieros

La Audiencia Nacional les impone entre 5 y 21 años pero rechaza que mataran a martillazos, descuartizaran y tirarán al río a un compatriota

Mateo Balín

Jueves, 25 de diciembre 2014, 16:57

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A veces el mero detalle de un sumario judicial da para escribir ríos de tinta y prefigurar una imagen distorsionada, generalmente negativa, sobre uno o varios acusados integrantes de una organización criminal. El mejor ejemplo han sido los denominados 'Tigres de Arkán' o 'clan de Zemun', que operaba en plena guerra de la antigua Yugoslavia como una banda paramilitar de origen serbio.

De los informes policiales de la instrucción y del escrito del fiscal del caso se deducía que los acusados no solo pretendían asentar su organización delictiva en España sino que llegaron a practicar canibalismo con algunas de sus víctimas. Sin embargo, la sentencia conocida este martes contra cuatro de sus integrantes dejó claro que, si bien formaban un grupo armado jerarquizado, en ningún caso asesinaron ni se comieron a nadie, al menos desde que pisaron suelo español. En resumen, que para la Audiencia Nacional no eran tan fieros como los pintaban.

La Sección Tercera de la Sala de lo Penal condenó a entre 5 y 21 años de prisión a, por este orden, Vladimir Mijanovic, Sinisa Petric, Luka Bojovic y Vladimir Milisavljeic. A todos ellos les impone cinco años por integración en organización criminal (menos de la mitad del tipo penal) y, según el caso, los delitos de depósito de armas de guerra, armas reglamentarias y municiones, encubrimiento y falsedad documental. Salvo Mijanovic, el resto de condenados de origen serbio, de entre 38 y 41 años, estaban en prisión preventiva desde su detención en un restaurante de Valencia en febrero de 2012. La Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV) de la Policía Nacional les seguía la pista tras recibir información de las autoridades serbias de que uno de ellos se encontraba en España. Se trataba de Bojovic, sobre el que pesaba una orden de detención internacional por el homicidio del primer ministro serbio Zoran Djindjic, en 2003.

No obstante, fue la pista de Mijanovic, alias 'Vlada', quien llevó a la Policía a los cabecillas de los 'Tigres de Arkán' después de viajar de Gran Canaria a Madrid y de allí en AVE a Valencia para reunirse con sus compatriotas, entre ellos Bojovic.

Armas y sangre

Tras su detención, en un piso de la calle Nino Bravo de la ciudad del Turia, guardaban un arsenal en buen estado: doce pistolas, una escopeta, un llavero-pistola, cinco silenciadores y gran cantidad de cartuchos. Las pistolas eran 'Scorpion', una metralleta corta semiautomática que el reglamento considera arma guerra.

Pero el asunto más impactante no fue el hallazgo de este depósito de armas listas para su uso, sino la información que llegó desde Serbia que involucraban a dos de ellos en el brutal asesinato de un compatriota cometido en marzo de 2009, en un piso del barrio de Ciudad Lineal de Madrid.

El asesinato de Milan Jurisic se cometió en una vivienda de la calle Lago Salado número 16. En los referidos informes de la Fiscalía y de la policía serbia con sustento en la declaración de otro criminal, Sretko Kalinic, alias 'Kasapin' (El carnicero), se afirma que el presunto autor de la muerte a martillazos del joven fue el temido Bojovic por unas desavenencias entre ambos.

Acompañado de Kalinic y de Milisavljevic, lo descuartizan en la cocina con una sierra, envolvieron los restos en trozo en papel y bolsas y los metieron en la nevera. Al día siguiente trituraron los restos con una máquina eléctrica, que se rompió y compraron otra. Parte de los pedazos los arrojan por el inodoro y los otros fueron llevados en una bici al río Manzanares de Madrid, donde los tiraron a la altura del puente de la Reina Victoria.

Esta es la versión de Kalinic en el juicio, de cuyas palabras no hay rastro alguno de canibalismo. Pero el tribunal consideró que su testimonio no es claro y, además, otros dos testigos serbios le señalan a él como el autor material. Con estas contradicciones los magistrados decidieron absolver a Bojovic del crimen.

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