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Un examen «simple» anual y los simuladores sirven para certificar la salud mental de los pilotos

Un examen «simple» anual y los simuladores sirven para certificar la salud mental de los pilotos

Una exploración psicológica a fondo, si no hay problemas, solo se realiza para obtener la licencia original

Melchor Sáiz-Pardo

Viernes, 27 de marzo 2015, 11:24

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Los pilotos comerciales en España, que se rige por la normativa europea, en principio, y si no hay problemas evidentes, solo pasan un examen médico anual en el que, además de las condiciones físicas, se realizan -aunque no siempre en profundidad, según reconocen numerosos pilotos- algunas pruebas psicológicas.

En España es la Dirección General de Aviación Civil la que establece los requisitos psíquico-físicos que deben cumplir los aviadores y quien concede las licencias, basándose en el reglamento 1178/2011 de la Comisión Europea.

Es en realidad este reglamento el que no exige más que un examen médico y mental cada doce meses. En España se le denomina «prueba simple». En ella, los aviadores se someten a análisis de sangre y orina, pruebas oftalmológicas, de audición y cardiacas. A estas pruebas se suman «preguntas» sobre salud mental, de acuerdo a las normas que establece para toda Europa la Joint Aviation Authorities (JAA).

A veces ese examen psicológico anual -insisten los comandantes consultados- apenas se reduce a unos minutos y a unas cuantas preguntas estandarizadas sobre el nivel de ansiedad o del sueño. Sea como fuere, si no superan esas pruebas, que sirven como renovación de la licencia original, no se puede volar. Esos chequeos pasan de ser anuales a semestrales cuando los pilotos superan los cuarenta años.

Además, cada cinco años los pilotos son sometidos a test psicofísicos más profundos conocidos como «exámenes completos obligatorios». Todos estos análisis deben realizarse en centros médicos homologados y tienen un precio que, dependiendo del tipo de licencia a renovar, puede oscilar sobre entre 120 y 375 euros.

Al margen de estos exámenes anuales y quiquenales, las compañías utilizan sobre todo los simuladores para valorar el equilibrio mental y la aptitud de sus aviadores. Al menos una vez al año -aunque en casi todas las aerolíneas es obligatorio dos, tres o cuatro veces- el personal es sometido en las maquinas de vuelo a todo tipo de situaciones extremas ante las pantallas. Desde fallos generalizados de motores a errores en los ordenadores, pasando por condiciones de tiempo meteorológico infernales.

En estas pruebas, los servicios médicos y técnicos de las aerolíneas suelen detectar el mayor número de problemas entre los pilotos, según explican responsables del Sepla. Estos aviadores, a pesar de tener en su bolsillo la renovación de la licencia tras superar la prueba «simple», pueden ser apartados de inmediato si se localiza algún tipo de anomalía y reenviados a los especialistas mentales para nuevos análisis.

En Aviación Civil recuerdan que, al margen de estas pruebas en tierra, los pilotos son continuamente evaluados entre sí. Tanto un comandante como su segundo pueden (y deben) avisar a la aerolínea si ven que su compañero comete fallos de concentración o errores en la navegación o muestra señales de desequilibrio.

Entre 25 y 35 años

Así las cosas -admiten desde el Sepla, Aviación Civil y colegios de especialistas- el sistema y la normativa vuelcan sus esfuerzos en localizar problemas mentales al inicio de la carrera profesional, en el momento de obtener la licencia. O sea, cuando la mayoría tienen entre 25 y 35 años. Solo entonces, reconocen, se hace un estudio muy exhaustivo del estado mental de los aspirantes a aviadores.

Además de todo tipo de pruebas físicas, (corazón, vista, oído...) y toxicológicas, se somete a los futuros pilotos a exámenes intensos por parte de un psiquiatra. Se trata, en esta primera fase, de tests psicotécnicos para valorar parámetros como la tolerancia, el estrés, la ansiedad, la agresividad, la capacidad de concentración o la empatía.

El especialista, además de pruebas, se entrevista durante una hora con el aspirante para descartar trastornos de la personalidad, psicóticos o ideas suicidas. El médico asimismo debe evaluar el historial clínico tanto personal como familiar del profesional, para finalmente hacer un vasto informe. Hay una premisa, afirman desde Aviación Civil: el más mínimo indicio de problemas de salud mental es motivo inmediato de exclusión. Sin contemplaciones.

Al margen de esta gran prueba para obtener la licencia, las compañías aéreas, muchas de ellas en el mismo momento de contactar con el aspirante a empleado, exigen a los pilotos someterse a varios días de pruebas técnicas y psicológicas para poder optar a ser contratados o entrar en cursos de formación específicos para formar parte de la aerolínea. Se da la circunstancia que el copiloto del vuelo de Germanwings, Andreas Lubitz, se formó en la en la escuela de Lufthansa en Bremen, uno de los centros donde se exigen estas pruebas mentales adicionales antes incluso de entrar al aula.

La escuela de Bremen -apunta un veterano comandante de Iberia- pasa por ser uno de los centros de enseñanza más duros en lo que a las pruebas mentales a los aspirantes se refiere.

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