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De izquierda a derecha, Esther Landa, Cristina Coto, Mercedes Fernández y Argimiro Rodríguez, ayer, tras la votación en la que Foro apoyó a la candidata del PP.
El voto de Foro al PP fuerza un empate con el PSOE y mantiene la incógnita sobre el presidente

El voto de Foro al PP fuerza un empate con el PSOE y mantiene la incógnita sobre el presidente

La investidura queda pendiente de otra ronda de diálogo, con la amenaza de unas nuevas elecciones en un mes y medio si no hay acuerdo

ANDRÉS SUÁREZ Y ANA MORIYÓN

Sábado, 4 de julio 2015, 01:19

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La política es mucho más que palabras. La imagen, la puesta en escena, tiene mucho peso. Los tres diputados de Foro en la Junta se sabían ayer protagonistas, conocedores de que su voto era la única opción de que disponía el PP para forzar un empate entre su candidata, Mercedes Fernández, y el aspirante socialista y favorito tras su victoria el 24-M, Javier Fernández. Con el hemiciclo lleno, solo los escaños de Cristina Coto, Esther Landa y Argimiro Rodríguez permanecían vacíos. Pasaban unos pocos minutos del mediodía. Fueron los últimos en entrar, bajo la luz de los flashes. El presidente de la Cámara, Pedro Sanjurjo, dio inicio al proceso. Y las dudas se despejaron pronto. 'Mercedes Fernández', dijo Coto, acercándose al micrófono, para pasmo, incredulidad o resignación -sensaciones varias se podían intuir desde las cabinas de prensa- de los diputados socialistas, y regocijo de los populares. El resto de la votación siguió los cauces previstos pero el vuelco ya se había producido. Empate entre los aspirantes de los dos grandes partidos, el sillón presidencial vacante -aunque Javier Fernández sigue ejerciendo en funciones- y un escenario incierto por delante, con la amenaza de un adelanto electoral si a mediados de agosto no hay acuerdo. Asturias queda en situación de bloqueo.

A este episodio, otro hito en el carrusel de sorpresas que acumula la política asturiana en los últimos años, no se ha llegado por casualidad. El pasado 24-M dio paso a un escenario plural con una amplia mayoría de la izquierda, que suma 28 de los 45 escaños de la Junta, que invitaba a la negociación en pos de pactos y acuerdos. Pero, en la práctica, ese diálogo no se ha producido. Unas pocas reuniones de trámite con PSOE, Podemos e IU como protagonistas, sin que de ellas saliera nada productivo, y nada más. Cinco semanas al ralentí. Independientemente del reparto de responsabilidades, lo cierto es que la fractura de la izquierda abrió una vía a la derecha por la que en principio pocos apostaban. Menos aún después de que el miércoles, en la primera votación, Foro se abstuviese con un discurso muy crítico con la «marginación» a la que, a su juicio, Mariano Rajoy somete al Principado.

El viraje que ayer dio Foro es radical y no está exento de riesgos. Coto lo justificó en la teoría del mal menor, en su convicción de que Javier Fernández es la peor opción posible para Asturias y que Mercedes Fernández, sin convencerles, supone un cambio. También lanzó el mensaje de que su partido, a diferencia de lo que hizo el PP en 2011 y 2012, cuando no respaldó a Francisco Álvarez-Cascos, tiene una actitud diferente, más generosa y en ningún caso rencorosa o vengativa. «No practicamos la política del ojo por ojo», ejemplificó.

Pero la posición en que ahora queda Foro es complicada. Ha sustentado su discurso, desde su nacimiento, en la crítica al sucursalismo y sobre todo en el ataque a Mariano Rajoy por su política de discriminación hacia Asturias. Y ayer acabó votando al representante de su partido en el Principado. En el seno de la organización se admite en privado que habrá que hacer muchos esfuerzos para que la militancia comprenda el movimiento. Teniendo en cuenta, además, que hay unas elecciones generales a la vuelta de la esquina en las que habrá que acomodar el argumentario político a lo acontecido en la Cámara.

En la bancada socialista el voto de Foro dejó preocupación y rostros sombríos. El presidente en funciones y aspirante a la reelección salió raudo del hemiciclo y atendió a la prensa por espacio de apenas un minuto para anunciar la apertura de contactos con sus posibles aliados, preferentemente Podemos e IU porque la hipótesis es asentar un Gobierno de izquierdas, pero sin dejar de lado a Ciudadanos, en busca de un acuerdo. A continuación abandonó la Cámara.

El panorama para el PSOE es complicado. Los socialistas estaban hechos a la idea de sortear la investidura con el único aval de sus 14 diputados y, a partir de ahí, recuperar la 'geometría variable' que en la pasada legislatura les permitió, pactando primero a la izquierda y luego a la derecha, salvar los muebles e incluso llegar a aprobar unos presupuestos con el apoyo del PP. Pero lo sucedido ayer es un revés en toda regla. Fernández llega ahora al diálogo con el resto de fuerzas desde una posición de debilidad, obligado probablemente a hacer concesiones con las que inicialmente no contaba. Porque tanto Podemos como IU, e incluso Ciudadanos, son conscientes de que tienen la sartén por el mango y ya dejaron claro que elevarán el precio de su papeleta. Emilio León, líder de Podemos y descartado en la primera votación del miércoles, reiteró que o hay un «giro de 180 grados» en algunas políticas prioritarias o el PSOE tendrá que llamar a otra puerta.

Varias piezas en juego

En el PP la satisfacción era evidente y la sonrisa radiante de Mercedes Fernández, buena prueba de ello. La candidata popular ha llegado más lejos de lo que inicialmente ella misma podía pensar, forzando una tercera votación y poniendo en un brete al adversario socialista. Predominaba la satisfacción, sí, pero también el realismo. En el partido se asume que mientras el PSOE tiene tres posibles aliados, sus opciones se reducen prácticamente a Ciudadanos, por más que también se sondee a Podemos e IU. Y que, aun consiguiendo el aval de los tres diputados de Nicanor García, a Javier Fernández le bastaría el apoyo solitario de IU para evitar que prosperase un Gobierno de la derecha. Pero eso es mirar hacia delante. Ayer imperaba una cierta euforia.

¿Y ahora qué? Toca negociar, PSOE por un lado y PP por el otro, con reuniones ya convocadas para el lunes y cortejos de pasillo minutos después de concluir el pleno. La próxima votación, la definitiva, no se convocará hasta que cuaje un escenario claro y definido de acuerdo. Todos los partidos se inclinan por un proceso rápido, sin demorar en exceso los tiempos, así que la semana que viene se antoja clave. La amenaza de la disolución de la Junta y el anticipo electoral -hay un plazo de dos meses para investir presidente desde la constitución de la Cámara, el pasado día 16- asoma de forma inquietante en el horizonte.

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