«Mi padre jamás ha hecho nada malo. Esta región le debe mucho», dice el hijo de Villa

La familia del histórico sindicalista José Ángel Fernández Villa, investigado por la Fiscalía Anticorrupción por su fortuna oculta de 1,2 millones de euros y denunciado por la organización que lideró durante más de tres décadas, ha roto su silencio. Hasta el momento, y desde que el 'caso Villa' saltara a la luz en octubre de 2014, su esposa e hijos habían mantenido total mutismo al respecto y ni tan siquiera se habían querido pronunciar durante su comparecencia ante la comisión de investigación abierta en la Junta General. Pero esto ha cambiado.

Su hijo, Rolando Fernández, salía ayer en defensa de su padre. «Jamás ha hecho nada malo», declaró con firmeza durante una conversación con EL COMERCIO en el interior de la zapatería que, junto a su hermana Ángela, regenta en el ovetense barrio de El Fontán desde el pasado mes de noviembre. Con semblante tranquilo pero sin ocultar que su familia atraviesa momentos duros, tanto por el delicado estado de salud del patriarca como por las graves acusaciones que pesan sobre él, el hijo del exsindicalista lanza otro mensaje rotundo y directo hacia los antiguos colaboradores de su padre: «Esta región le debe mucho y muchos de los que hoy están en primera línea también le deben mucho». En sus palabras se palpa cierto resentimiento, y él no lo oculta.

Fernández se muestra molesto hacia aquellos que, según él mismo relata, durante décadas se afanaron en acompañar a su padre, entonces referente sindical y político en esta región, y llegaban a presumir de mantener una relación muy cercana y prácticamente familiar con él, pero que ahora le han dado la espalda e incluso reniegan de su persona. No esconde tampoco su enfado por el hecho de que en estos momentos difíciles todos los focos se dirijan hacia su familia cuando, asegura, no era ésta la que utilizaba el nombre de Villa para abrirse camino. Otros, deja caer, sí lo hacían. Él mismo, declara, lleva muchos años independizado y, según sus palabras, fue labrándose una vida sin necesidad de ser promocionado por su padre. «Hasta ahora nadie sabía que yo era el hijo de Villa», anota. Hay quien, sin embargo, vincula a su condición de hijo de Villa el contrato blindado que disfrutó durante años como gerente del geriátrico que el Montepío de la Minería tiene en Felechosa.

Rolando Fernández realiza estas declaraciones en pleno procedimiento judicial abierto contra Villa por el SOMA. El sindicato minero le acusa ahora de apropiación indebida y le reclama 360.000 euros, lo que ha supuesto en el seno de la familia un duro golpe por proceder la querella del sindicato que éste impulsó y dirigió durante más de treinta años. Pero también porque ha llegado en un momento muy complicado para el exminero de Tuilla, en el que apenas le quedan fuerzas para defenderse. A expensas de que la titular del Juzgado de Instrucción número dos de Oviedo dictamine resolución al respecto, tanto los informes médicos como el propio testimonio de su hijo determinan que su estado de salud le impide defenderse en el juzgado. Rolando prefiere no manifestarse sobre el grado de demencia que sufre su padre, pero sus silencios son muy elocuentes cuando se le pregunta al respecto. Deja entrever que quizá su padre no sea consciente ni tan siquiera del revuelo que se ha generado en relación a su figura, aunque fuentes del SOMA han confirmado que hace apenas unos meses telefoneó a alguno de sus antiguos colaboradores para reprocharles que hubieran interpuesto una querella contra su persona. Se ve que, al igual que su hijo, él también considera que su labor en favor del sindicato minero y de los intereses de la región no merece esta despedida.