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La infanta Cristina e Iñaki Urdangarin.
La infanta Cristina, obligada a replantear su defensa

La infanta Cristina, obligada a replantear su defensa

Su única salvación pasa por desvincularse de Aizoon, pero hasta ahora la táctica de la mujer ignorante de todo solo le ha fallado

Melchor Sáiz-Pardo

Domingo, 7 de febrero 2016, 07:41

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A contrapié. No lo esperaban. Es más, el equipo jurídico de la infanta Cristina ni siquiera contemplaba la posibilidad de que la Audiencia Provincial de Palma no aplicara a su cliente la doctrina Botín y le mantuviera amarrada al banquillo de los acusados. El inesperado varapalo del tribunal, admiten en círculos cercanos del despacho Roca Junyent, obliga a replantearse la estrategia de la exduquesa, que hasta ahora había estado centrada en apectos muy técnicos y que debe pasar por una cuestión mucho menos compleja: desvincularse a toda cosa de Aizoon, la sociedad del matrimonio que Iñaki Urdangarin usó supuestamente para defraudar hasta 337.138 euros a Hacienda en 2007 y 2008.

El abogado de la imputada, Miquel Roca, aseguró al poco de conocer que su cliente seguiría encausada, que los preparativos de la nueva táctica y del interrogatorio de su patrocinada, que probablemente tendrá lugar el 26 de febrero, iban a ser simples porque «es muy sencillo lo que tiene que decir».

Sin embargo, quizás no todo sea coser y cantar. Lo cierto, recuerdan en los tribunales palmesanos, es que la situación de Cristina de Borbón es mucho más complicada de lo que da a entender Roca. En el entorno de la defensa de la infanta también son conscientes de que volver a la estrategia del pasado puede ser un suicidio procesal y apuestan por un «golpe novedoso», que no terminan de saber en qué consistirá. La imputada, en teoría, puede, como hizo en su interrogatorio del 8 de febrero de 2014, negarlo todo de nuevo, echar balones fuera. Volver a usar la fallida táctica de la mujer florero, que solo se dedicaba a cuidar de sus hijos, a su trabajo en La Caixa y a cumplir su abultada agenda impuesta por Zarzuela.

La exduquesa, y eso lo demostró hace ahora dos años, es muy capaz, el día de su interrogatorio, de convertirse de nuevo en un perfecto frontón, como lo fue en 2014 cuando durante seis horas y media usó 569 evasivas distintas. Pero aquella estrategia no hizo más que empujar al instructor José Castro a seguir adelante. Las evasivas fueron también suficiente argumento para que la Audiencia Provincial confirmara su procesamiento.

Con estas premisas, la cosa se complica. Nadie -ni Urdangarin ni la infanta- pueden negar la existencia de los dos fraudes fiscales, que son palmarios, ya que existe ingente documentación que prueba que el exdeportista tributó como impuesto de sociedades a través de Aizoon trabajos «personalísimos» a multinacionales que debía haber tributado como IRPF.

Beneficios de Aizoon

Tampoco la infanta puede negar que se benefició del dinero de Aizoon, sabedora de que esa sociedad no existía más que en el papel. Cristina de Borbón, su marido y sus hijos disfrutaron a cuenta de las arcas de la empresa familiar Aizoon, y no del sueldo de ella ni de su esposo, de viajes al extranjero, estancias en hoteles, comidas en restaurantes, fiestas privadas, cursos de formación en «coaching», servicios de empresas de ocio infantil o lecciones de baile. En total, 262.120 euros.

Aizoon, además, pagó 436.703 euros de la reforma del palacete de Pedralbes. La infanta, apuntan los documentos del sumario, recibía cada semana, de las arcas de la empresa, pagos de entre 600 y 700 euros sin más concepto que «su factura». La imputada giró facturas contra esa firma como si fuera un proveedor externo por valor de 3.828 euros. Asimismo, la duquesa usó de manera regular durante siete años, de 2004 a 2011, la tarjeta Visa Oro Bussines de Aizoon para, entre otras cosas, pagar ropa para sus hijos, material escolar, floristerías, autopistas y comidas en restaurantes.

¿Qué salida le queda a la infanta entonces? Diversos abogados en la causa apuntan a que la salida sigue siendo desvincularse del día a día de Aizoon, aunque ella, con su firma, aprobara las cuentas anuales. Eso sí, ya en la fase de la vista oral, negarlo absolutamente y volver a los balones fuera y sin reconocer la más mínima culpa «no sería convincente», advierten. El problema -explican estos mismos letrados- es que admitir cualquier conocimiento de lo que ocurría en esa sociedad puede ser muy peligroso. «La situación es endiablada y harto delicada», dicen los expertos de Palma, que se sitúan en las antípodas de la «sencillez» con la que Roca ve la defensa de su patrocinada.

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