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Cristina Coto sostiene en el pleno un ejemplar de EL COMERCIO, cuya portada, relativa a los datos del paro, utilizó para criticar con dureza la gestión económica del Gobierno de Javier Fernández.
Fernández rechaza la exigencia de la Junta de presentar unos nuevos presupuestos

Fernández rechaza la exigencia de la Junta de presentar unos nuevos presupuestos

El pleno escenifica la soledad del Ejecutivo; el presidente califica a Podemos de «tonto útil de la derecha» y esquiva una oferta de diálogo de Ciudadanos

ANDRÉS SUÁREZ

Sábado, 13 de febrero 2016, 05:00

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Nada nuevo en los comienzos del primer periodo de sesiones de 2016 en la Junta. Si acaso un emponzoñamiento del ya deteriorado clima político regional, con la Cámara aprobando una moción en la que se exige al Gobierno que presente un nuevo proyecto de presupuestos tras el fracaso del anterior y el Ejecutivo avisando, antes incluso de la votación, de que no está por la labor. El pleno de ayer, con turno de preguntas al presidente incluido, evidenció la soledad del gabinete socialista. Javier Fernández se enfrentó en batalla dialéctica con todos los portavoces, con excepción del de IU, ya que la formación había registrado su iniciativa fuera de plazo y no pudo intervenir, y el resultado fue el esperado: máxima tensión con Podemos, agrio intercambio de golpes con PP y Foro y -quizá la principal novedad- el escaso interés que mostró el líder socialista por una oferta de diálogo de Ciudadanos que entendió como «una trampa».

A la vista de lo sucedido ayer, y a expensas del debate nacional y del impacto que eventuales pactos pudieran tener sobre la política asturiana, la legislatura se antoja un camino de espinas para el Gobierno. Poco oxígeno recibió Fernández de los grupos de la oposición y lo que pudiera interpretarse como tal, una mano tendida de Ciudadanos para pactar unos nuevos presupuestos, en un intento de la formación naranja por desmarcarse de la imagen de una entente con PP, Foro y Podemos que ve peligrosa para sus intereses, fue desdeñada por el presidente al considerarla tramposa. El portavoz de Ciudadanos ofreció diálogo para abrir una vía «de centro reformista» que se aleje de «la izquierda radical». Fernández le replicó que tal planteamiento no tiene cabida mientras siga manteniendo incólumes los postulados de la derecha más dura, especialmente en materia fiscal.

El resultado de la votación que se produjo minutos más tarde, una moción de Foro aprobada por PP, Podemos y también por Ciudadanos que insta al Gobierno a presentar un nuevo presupuesto y a trasladar a la Cámara cualquier proyecto de endeudamiento vinculado con la prórroga, pareció validar la argumentación de Fernández. Que, ya de antemano, había dejado claro que no acudirá con otras cuentas a la Cámara a sabiendas de que no podrán prosperar.

Tienen muy difícil el Gobierno y el PSOE conseguir apoyos para poder navegar en la tempestad. La lógica apuntaría a buscar entendimientos con Podemos, pero no parece que ni unos ni otros estén por la labor. El portavoz de la formación morada criticó la actitud «escapista» del Ejecutivo durante la negociación presupuestaria, simulando un interés por alcanzar un acuerdo cuando, dijo, el objetivo era prorrogar los números pactados con el PP en 2015. «Usted ni fue a la primera reunión y boicoteaba desde fuera lo que se hablaba dentro», le replicó el presidente, que sostuvo que Podemos, con la presentación de la enmienda de totalidad que acabó ajusticiando el proyecto, actuó como «tonto útil de la derecha».

El problema para el Gobierno es que, a diferencia de 2015, ya no puede mirar al PP como 'plan b' para salir adelante. Las relaciones entre el jefe del Ejecutivo y la presidenta popular, Mercedes Fernández, han vuelto a instalarse en la aspereza y el hastío mutuo de tiempos pasados. La líder de la oposición acusó a su adversario de «cobarde» e «irresponsable» y, con ironía, le emplazó a nombrar un vicepresidente para encauzar la «descoordinación» de su gabinete. «Es usted más previsible que un calendario», le espetó, con un punto de desdén, Javier Fernández. Con la portavoz de Foro, Cristina Coto, la cosa no fue mejor. Le echó en cara los malos resultados económicos de la región y la respuesta del presidente fue al punto débil de Foro, su declive electoral y su acercamiento al PP. «El cadáver que usted lidera sigue muriendo», apostilló.

Pese a este clima de enfrentamiento, el presidente dijo no renunciar a los acuerdos. Y reclamó el apoyo de la oposición a una batería de iniciativas: la concertación social, la ley para aplicar la subida del sueldo de los funcionarios en un 1% -que llegará a la Junta a finales de mes- o la ley de transparencia y buen gobierno.

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