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Edificio del nuevo Hospital Universitario Central de Asturias.
El desfase sanitario  alarma al Gobierno

El desfase sanitario alarma al Gobierno

La minoría del PSOE en la Junta retrasa la búsqueda de soluciones a los males del sistema: problemas de personal, oferta de empleo y listas de espera

ANDRÉS SUÁREZ

Domingo, 13 de marzo 2016, 03:44

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No fueron pocos los diputados que se sobresaltaron el jueves al leer en las páginas de este periódico cómo el consejero de Sanidad, Francisco del Busto, relataba con crudeza, en respuesta a una pregunta parlamentaria de Gaspar Llamazares, los problemas que la situación de prórroga presupuestaria genera sobre la política de salud del Principado. «Sin duda, será una de las que más se resentirá, si no la que más», confesaba. Sorprendió en los grupos parlamentarios no tanto el fondo de sus reflexiones, porque de todos es conocido el ingente volumen de recursos que consume la maquinaria sanitaria y las apreturas financieras presentes y pasadas de la administración, como la forma de expresarlas, la contundencia de las mismas. Lo cierto es que, sin incurrir en el alarmismo, Ejecutivo y oposición admiten, con matices, que la situación no es fácil. Que sin cuentas de nuevo cuño sobre la mesa hay 150 millones de menos con los que jugar y que, a medio y largo plazo, hay elementos estructurales que aportan dificultad añadida.

En un presupuesto -el presentado y posteriormente retirado por el Gobierno ante sus nulas opciones de éxito- de 4.121 millones de euros la sanidad se llevaba 1.649, lo que da idea del volumen de recursos que se lleva el funcionamiento del sistema asturiano de salud. Con la prórroga esas cifras se convierten en papel mojado y se llevan por el desagüe los 150 millones adicionales que PSOE e IU habían incluido en el proyecto con el fin de cubrir las crecientes necesidades de gasto. Es a partir de ese punto desde donde Del Busto dibuja los problemas a afrontar. Habrá, razona en su réplica al portavoz de Izquierda Unida, «menos recursos» para el plan estructural orientado a reducir las listas de espera, para la oferta pública de empleo, para las sustituciones en equipamientos que sufren una mayor presión asistencial o para inversiones, lo que supone tener que aparcar proyectos concretos como el centro de salud que estaba previsto edificar en Turón.

El Gobierno de Javier Fernández trabaja en la búsqueda de soluciones. A corto plazo, y en la medida de lo posible, concentrando prioridades y orientando hacia ellas los dineros disponibles. En ese ámbito también se enmarcan iniciativas como el proyecto de ley que se remitirá en breve a la Junta para, entre otras cosas, movilizar recursos con los que financiar los tratamientos de la hepatitis C. Y, en el medio plazo, confiando en que los créditos extraordinarios orientados a aliviar las dificultades de la prórroga faciliten los recursos necesarios para asegurar que la calidad del servicio no se resienta.

Aritmética parlamentaria

El problema es que la soledad parlamentaria del Gobierno no facilita las cosas. La aritmética es la que es y el PSOE no anda precisamente sobrado de apoyos. Todo lo contrario. Cualquier medida que pase por la Junta necesita del respaldo de Podemos o PP y la relación de los socialistas con ambas formaciones es, en el mejor de los casos, tirante. En el peor, inexistente. Además, ambas fuerzas han recibido con enorme recelo las explicaciones del consejero en su contestación a Llamazares. Coinciden en entender que Del Busto utiliza la prórroga como «excusa» para justificar la «inacción» del Ejecutivo. Los populares señalan que algunos de los problemas a que se refiere -el plan estructural contra las listas de espera o la construcción del centro de salud de Turón- «ni siquiera tenían consignación presupuestaria». La organización morada, por su parte, piensa que la sanidad asturiana no tiene tanto un problema de recursos como de gestión de los mismos. Y señalan directamente a los socialistas.

El Gobierno es plenamente consciente de esta situación. De hecho, se plantea resistir el primer semestre del ejercicio sin tener que solicitar esos créditos extraordinarios, asumiendo la posibilidad de que surjan tensiones de tesorería, y esperar a ver si el panorama nacional se despeja y eso tiene una incidencia positiva sobre las alianzas en Asturias. Las iniciativas que ahora tramita, la antes mencionada que recoge la solicitud de fondos para fármacos de la hepatitis C y otra para elevar el sueldo de los funcionarios de la administración regional, se presentan como una suerte de test para comprobar de qué margen de maniobra se dispone. El Ejecutivo confía -o quiere confiar- en que la oposición no sea capaz de tumbar medidas que supondrán un beneficio directo para la sociedad asturiana. Pero no lo tiene claro.

Y luego asoma otro debate, ya de más largo plazo, sobre la sostenibilidad estructural del sistema sanitario, en una sociedad cada vez más envejecida que tira al alza del consumo de recursos sanitarios. Parece la tormenta perfecta, teniendo en cuenta que las arcas tanto de la comunidad en concreto como del país en general siguen estando muy castigadas por la marcada debilidad de la economía y que el modelo de financiación autonómica, en consecuencia, resulta insuficiente para atender las crecientes necesidades. Es, a buen seguro, uno de los grandes retos pendientes.

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