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Javier Fernández, ayer, en el pleno de la Junta General, observado por Fernando Lastra.
La izquierda agranda su brecha en  la Junta en la mitad de la legislatura

La izquierda agranda su brecha en la Junta en la mitad de la legislatura

El enésimo encontronazo del presidente regional y el portavoz de Podemos demuestra que Fernández deberá hacer equilibrios para gestionar la segunda parte de su mandato

ANDRÉS SUÁREZ

Sábado, 22 de abril 2017, 09:33

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Se acerca la legislatura a su ecuador y el día a día de la vida parlamentaria está marcado por un tono grisáceo, por una sensación de rutina. No está siendo un periodo productivo, tal y como admiten, algunos en público, otros en privado, una mayoría de diputados o cargos del Gobierno. La izquierda, o las fuerzas progresistas si se acepta la tesis de Podemos de que el suyo es un proyecto transversal y no anclado en una ideología concreta, suman una amplia mayoría en la Junta General, 28 escaños de 45, pero ese bloque en ningún momento ha sido capaz de articular un mínimo consenso. Tanto es así que el único presupuesto que se ha aprobado, el de 2017, ha salido adelante gracias a la alianza de dos adversarios históricos, PSOE y Partido Popular. La cuestión es que nada hace pensar que los dos años que vienen vayan a ser mejores que los dos que han pasado. Ayer, en el habitual turno de preguntas al presidente que se repite cada dos viernes en la Cámara, el jefe del Ejecutivo, Javier Fernández, y el portavoz de la formación morada, Emilio León, protagonizaron su enésimo rifirrafe, sin que en el debate entre ambos pueda encontrarse algún atisbo de que la confrontación entre las formaciones que representan vaya a dulcificarse.

Es un hecho que Podemos hace poco esfuerzo por disimular que el turno de preguntas al presidente le supone más un fastidio que otra cosa. Lo escenificó la pasada semana al no presentar cuestión alguna a Fernández para mostrar su disconformidad con las respuestas -o más bien la falta de respuestas, según su criterio- del dirigente socialista. Ayer León sí tomó la palabra, aunque lo hizo a partir de una pregunta tan ambigua y genérica, el nivel de dependencia de Asturias, que daba pie a numerosas interpretaciones.

Fernández tardó poco tiempo en reprochárselo. Afeó al portavoz de Podemos que acuda a los plenos «a escucharse» y le situó «más cerca de lo espiritual, de lo místico», que de lo político. Ironizó con el hecho de que si en un primer momento pensó en él como en «un tahúr» que acudía a la Junta con preguntas ambiguas a la espera de sacar a última hora un naipe escondido en la manga con el que descolocarle, ahora comprende que «no es un tahúr, sino un recluta».

De Rato a la dependencia

Más allá de la retórica y de la anécdota, el debate de fondo tuvo poca sustancia práctica y evidenció lo terriblemente alejados que están ambos partidos y sus líderes. León repartió mandobles a diestra y siniestra. A la derecha le sacó el 'caso Rato' e ironizó con que fiarse ahora de Cristóbal Montoro en la reforma de la financiación autonómica equivaldría a «dejar en manos de Bárcenas la gestión de una comunidad de vecinos». A la izquierda, al PSOE asturiano, le criticó su política en materia de dependencia y el hecho «desolador» de que el pasado año quedaran nueve millones de euros sin gastar de la partida presupuestaria destinada a tal fin.

Dinero que se hubiera podido gastar, le replicó Fernández, si Podemos, en lugar de forzar una prórroga en 2016, hubiera aprobado los presupuestos y facilitado una gestión más ágil de los mismos. De la formación morada depende, razonó, que las cuentas de 2017 no hubieran tenido que pactarse con el PP, que Sogepsa no caiga por el abismo o que en el ayuntamiento de Gijón haya un gobierno distinto al de Foro. «Cuántas cosas dependen de nosotros actuando en sintonía», lanzó para terminar, a modo de pregunta sin respuesta.

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