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Martin Scorsese, izquierda, junto a Michael Jackson durante el rodaje del videoclip 'Bad'. E. C.
El sonido Scorsese

El sonido Scorsese

La música forma parte íntima del proceso creativo del Princesa de las Artes

ALEJANDRO CARANTOÑA

GIJÓN.

Domingo, 29 de abril 2018, 06:58

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'Malas calles', de 1973, era una película discreta, con 750.000 dólares de presupuesto. De ellos, el director Martin Scorsese logró convencer a su productor de que se gastase casi el 5% en los derechos de solo dos canciones de los Rolling Stones: una era 'Jumpin' Jack Flash'; la otra, 'Tell me'. «Las necesitaba.»

«Quería una tercera, 'The Last Time'. Pero no nos la podíamos permitir», explicó Scorsese a 'The Guardian' treinta y cinco años después: entonces, el motivo de la entrevista era precisamente el documental y concierto sobre los Stones que acababa de grabar en el Beacon Theatre de Nueva York, 'Shine a light'. Y que arranca, como cerrando el círculo, con 'Jumpin Jack Flash'. Entonces, eran ellos quienes acudieron al director para que los inmortalizase.

El caso de los Rolling Stones, omnipresente en las bandas sonoras elegidas por el flamante Premio Princesa de las Artes, es el más conocido y el que inunda toda su obra de ficción.

Scorsese llevaba obsesionado desde mediados de los 60 con la banda cuyas canciones, como toda la música, forman parte íntima de su proceso creativo. Por eso, en paralelo a la carrera de grandes películas por las que es mundialmente famoso, Scorsese ha mantenido una relación estrechísima y, a veces, secreta con sus músicas.

La más obvia son las películas y documentales musicales que motean su filmografía: en 1976 se ocupó de grabar y documentar el último concierto de The Band en San Francisco, que resultó en 'The last waltz' (1978); en 1977 estuvo al frente de la entonces fracasada 'New York, New York', donde Liza Minnelli cantaba el tema central que luego se apropió Frank Sinatra; en 2003 dirigió uno de los episodios de 'The Blues', serie que produjo sobre los inicios del blues; y en 2005 contó los cinco años de ascenso a la fama de Bob Dylan en 'No direction home'. Luego vendría 'Shine a Light' y, más recientemente, en 2011, el monumental y definitivo documental sobre George Harrison 'Living in the material world'.

Pero había sido en 1987 cuando un Michael Jackson hambriento por superar su exitazo anterior, 'Thriller', quiso pasar a la historia con un videoclip a la altura. El listón estaba alto: 'Thriller' era una pequeña película de un cuarto de hora dirigida por John Landis que aún hoy sigue siendo un icono. Para 'Bad', uno de los diez singles del nuevo disco, el rey del pop ideó la historia de un chico de barrio obligado por sus colegas a atracar a un hombre y echó el resto en coreografías al estilo 'West Side Story'. Martin Scorsese se ocupó de dirigirlo.

Scorsese también ha recurrido a la ópera como elemento central de sus películas, y casi siempre integrándola en la acción: 'Toro Salvaje' (1980) se abre con la famosa escena de Robert de Niro en el ring al son del 'Intermezzo' de 'Cavalleria Rusticana', de Pietro Mascagni (hasta el punto de que hay quien cree que se compuso para la película). Otros dos fragmentos de sendas óperas del compositor sirven de única banda sonora «clásica» al relato de Jake LaMotta; el resto son canciones conocidas del momento en que se rodó. Algo similar sucede en 'La edad de la inocencia', de 1993, donde 'Fausto' de Charles Gounod abre el telón de las intrigas.

Por último, y de nuevo en 'Infiltrados', Scorsese volvió a utilizar una ópera para establecer algún rasgo de los personajes o del relato: en este caso era el sexteto de 'Lucia di Lammermoor', de Gaetano Donizetti, que el mafioso Frank Costello contempla desde un palco entre conspiraciones, traiciones (y canciones de los Rolling Stones). Este uso del sexteto tiene doble fondo: también es un homenaje al 'Scarface' de Howard Hawks, donde Paul Muni silbaba esta melodía cuando mataba un personaje.

Scorsese contó a 'Gramophone', preguntado por su música predilecta, que «el cine y la música son casi la misma cosa. Hay un ritmo y un paso en la música que tiene su equivalente en la dirección de cine».

A principios de los 2000, Emilio Sagi -entonces director del Teatro Real- ofreció a Martin Scorsese dirigir 'La Traviata' en Madrid. El proyecto no fructificó por la edición de 'Gangs of New York', pero llegó a estar en conversaciones avanzadas.

A pesar de su melomanía y su amor por la música, es lo más cerca que ha estado de embarcarse en un proyecto no cinematográfico y puramente musical. Martin Scorsese (aún) no ha franqueado esa puerta: «Ojalá pudiese crear música», explicó a 'Rolling Stone'. «Pero no puedo. Lo que sí puedo hacer es unir imagen y música».

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