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Doña Letizia atiende a las explicaciones de las hilanderas Josefa Trabadelo, Modesta Álvarez, María Ana Lombán y Delia Cerdeira.
Una gran fiesta sin límite de edad

Una gran fiesta sin límite de edad

Niños y adultos abarrotaron los Oscos para no perder detalle de la visita de los Reyes sin importarles la lluvia intermitente que cayó durante la mañana

JESSICA M. PUGA

Domingo, 23 de octubre 2016, 08:34

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La tradición está de moda. Lo estuvo como hacía años no lo estaba en la comarca de los Oscos durante la jornada de ayer. La ocasión lo merecía: era la primera vez que tres localidades recibían a un mismo tiempo el Premio al Pueblo Ejemplar de Asturias. Y los Reyes estaban ahí para oficializar la entrega. «Se nos cae la baba con nuestra aldea. Hay unos paisajes increíbles, verdes, y mucha tranquilidad», defendían Amparo Villabrille y Ceferino Iglesias, del concejo de San Martín. «Esta es la Asturias rural real», aseguraban. Y eso fue lo que sus habitantes, poco más de 1.000 censados entre los tres concejos, quisieron enseñar a don Felipe y doña Letizia.

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Entre aplausos, vítores y guarecidos bajo paraguas -porque puestos a hablar de tradición, en Asturias no podía faltar el orbayu-, recibió el concurrido público al coche oficial que dejó a los Reyes quince minutos antes de lo previsto en la plaza de las Infantas de San Martín, nombre puesto a razón de la visita que las hermanas del ahora Rey hicieron en el año 1983. Autoridades y actos institucionales mediante, tanto don Felipe como Letizia esperaban con ansia el momento en que poder acercarse a quienes les llamaban al otro lado del vallado de seguridad. «Son muy majos y muy guapos, sobre todo el Rey, mucho más en persona que en la televisión», comentaba Sara Sampedro en un lugar privilegiado: el balcón conocido como 'el corredor de Flora', desde el que su tía, Flora Lastra, lleva años viendo el baile en las fiestas del pueblo acompañada de su familia. Sus vistas ayer eran especiales, y para el recuerdo tienen justo enfrente el monolito inaugurado en la localidad.

Los niños del Colegio Rural Agrupado Oscos protagonizaron la siguiente parada. La veintena de jóvenes esperaban con «ilusión, nervios y muchas ganas» para mostrarles los dibujos en los que ponían en valor la belleza de la zona y la importancia de la unión. También para entregarle a la Reina un ramo de flores, que ella aceptó de manos de Olaya Freije, de 9 años. La espontaneidad de doña Letizia les llamó la atención cuando quiso agacharse para recoger una flor que se cayó. Eso sí, Noelia Martínez, de 12 años, se adelantó y se la dio.

El sonido de las gaitas, constante durante la casi totalidad del recorrido, se intensificó cuando los Reyes atendieron a la mallega y el 'teitado' de manera tradicional de un hórreo. Las preguntas de ella y el interés de él eran atendidos por los expertos, que querían «mostrar todo lo bueno que tenemos aquí, oficios que tienen cientos de años de antigüedad y debemos proteger para no perder».

Villanueva fue la siguiente parada de los Reyes, quienes alabaron la belleza del monasterio de Santa María, acompañados, entre otros, por el presidente del Principado, Javier Fernández, y el ministro de Educación, Cultura y Deporte en funciones, Íñigo Méndez de Vigo. «Estamos súper contentos de tener aquí a sus Majestades y esperamos que su visita sirva para proyectar la localidad y atraer a más visitantes», explicaban María Lastra y Dori Arpirez. Ese era el objetivo, por lo que los vecinos, como es tradición, sumaron esfuerzos para poner toda la carne en el asador, decorando los ventanales con decenas de banderas de Asturias y de España. Poco importó que la lluvia cayese con mayor intensidad a medida que transcurría la jornada. Los invitados de honor saludaban y atendían al público, que con cámara de fotos en mano y teléfonos, no quería perderse la visita real.

No le importó, por ejemplo, al grupo de hilanderas estar esperando dos horas a que la comitiva oficial llegase a su encuentro. Cuando lo hizo fueron los Reyes quienes no les quitaron ojo, acercándose para ver cómo era el oficio y cuánto tiempo llevaban dedicadas a él. «Aprendimos con nuestras abuelas y madres y aún seguimos», explicaron a un tiempo Ana Flórez, Inés Blanco, Josefa Trabadelo, Modesta Álvarez, María Ana Lombán y Delia Cerdeira. «Hubiésemos estado hasta con truenos y rayos», aseguraron sin dudarlo, como si los años no pesasen ni un poco.

Precisamente la edad fue lo que la llamó la atención a doña Letizia cuando se topó con Carmen Pereiro, quien el próximo mes cumplirá 91 años. «Soy de Santa Eulalia, pero vivo en Gijón, y desde ahí vine con toda la ilusión para ver a los Reyes. Estoy emocionadísima de que se haya parado ante mí para interesarse por mi edad y preguntarme si estaba bien», explicó. Su interés perenne por lo que pasa en cada rincón de los pueblos que visitan, llevaban tanto a don Felipe como a doña Letizia a conversar animadamente con quien les mostraba su oficio. Lo hicieron con la tejedora que, pese a la lluvia, trabajaba lana y lino; y con quien exponía tapetes, fulares y mantitas a su lado. Ambas aprovecharon la ocasión para regalarle a doña Letizia una de las elaboraciones. También con los forjadores de hierro y el grupo de mujeres que elaboró la alfombra floral que decoraba la entrada del templo situado en Santa Eulalia. «Cuando vieron que tenían que pisarla, dudaron porque no querían estropearla», decía una de las mujeres que estuvo «tres horas y media» elaborando una pieza que tradicionalmente se confecciona para el día del Corpus. Esta, en concreto, llevaba arroz, hojas de eucalipto, roble y ciprés, sal, macarrones y hortensia.

Las anécdotas de la jornada no se quedaron ahí. El afecto teórico de los Reyes, se hizo práctico cuando llegaron a los puestos de mercado. Doña Letizia no dudó ni un segundo en detenerse en ellos para interesarse por los productos que ofertaban. Se compró unos pendientes en un puesto de artesanía y tarros de miel «para mi hijas». No fue la única. El ministro de Educación, Cultura y Deporte aprovechó la visita a Asturias para llevarse una hogaza y dos bizcochos.

La jornada matinal fue intensa. Tanto porque el coche era inevitable para conectar los tres grandes núcleos rurales, como porque la lluvia intermitente de primera hora de la mañana se combinó después con un sol intenso. La comida para vecinos, Reyes y autoridades tuvo lugar en el polideportivo de Santa Eulalia. Pitu de caleya, quesos de la zona, bollinos preñaos, tortilla, pulpo, empanada, ternera, requesón y sidra no faltaron. Tampoco fotos y más saludos.

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