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Mujer y futbolista profesional: binomio imposible en España
historias del deporte

Mujer y futbolista profesional: binomio imposible en España

Verónica Boquete y Laura del Río, referentes del Energy Voronezh ruso y Philadelphia Independence estadounidense, buscan fuera lo que no encuentran en su país: Vivir del fútbol

ISAAC ASENJO

Domingo, 2 de octubre 2011, 18:21

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Pueden ser médicos, arquitectas, ingenieras, webmasters, mineras, mecánicas o miembros del Ejército, pero ¿futbolistas profesionales? En España, por increíble que parezca, aún se impide que las mujeres desarrollen ciertos trabajos. Pueden jugar al fútbol pero no pueden ser futbolista. No pueden ser profesionales. Sigue siendo una meta que está lejos de alcanzarse a pesar de los avances y mejoras de los últimos años.

No solo deben luchar contra sus rivales en el terreno de juego, sino también ante las trabas y dificultades que van encontrando por el camino, así como la falta de reconocimiento a su trabajo. Todavía son muchos los que siguen pensando que somos un grupo de amigas que se reúnen los domingos para jugar un partido. No entienden que el fútbol es nuestra vida y que podemos hacerlo muy bien. Así de contundente se muestra Verónica Boquete (Santiago de Compostela, 9-4-1987), exdelantera del Espanyol, nombrada mejor jugadora de la Women's Soccer League, por encima de megaestrellas como la brasileña Marta, ganadora de cinco Balones de Oro, y que ahora lleva las riendas del Energy Voronezh, uno de los equipos más potentes de la Liga rusa y que disputa la 'Champions League' femenina.

La futbolista española más mediática del momento busca fuera lo que no encuentra en España: vivir del fútbol. Se suele decir que nadie es profeta en su tierra. Cuando te vas y consigues cosas lejos parece que se le da más valor. En nuestro país el fútbol femenino avanza muy lentamente. Nos hacen falta muchas ayudas y todos los sectores tienen que poner de su parte. Hay buenas jugadoras, pero estamos lejos del nivel de países como Alemania, Suecia o Inglaterra. Allí son profesionales. Viven por y para el fútbol, resume la delantera gallega.

Otra que conoce lo que es salir fuera para triunfar es Laura del Río (Madrid, 5-2-1982), exjugadora del Levante, primera mujer que jugó en la liga profesional americana, excompañera de Boquete en el Philadelphia Independence y que ha participado al más alto nivel también en el fútbol alemán y sueco. El deporte femenino español está discriminado respecto al masculino, algo que no pasa en Estados Unidos. El reconocimiento institucional y en prensa para hombres y mujeres es el mismo, asegura.

Quien hace la ley, hace la trampa

La Federación Española de Fútbol (FEF), que es la que debe otorgar la licencia profesional, considera el fútbol femenino fuera de la práctica profesional. Esta institución organiza una Superliga femenina y existen clubes de primera categoría con jugadoras que entrenan y juegan como sus homólogos masculinos. Sin embargo, el mismo organismo que rige la competición impide que las futbolistas sean profesionales y se reconozcan sus derechos. No existen derechos laborales claves en la regulación de su actividad deportiva, que sí llevan a cabo oficialmente, y no profesionalmente, en la denominada Superliga y Liga Nacional, reconoce María José López González, abogada experta en Derecho deportivo y principal responsable de que las jugadoras del Rayo Vallecano hayan firmado recientemente un contrato profesional como futbolistas.

Los clubes necesitan jugadoras con dedicación para ser competitivos. Algunas reciben compensación por su trabajo y en la Superliga hay equipos que han importado futbolistas extranjeras de élite, pero ¿cómo hacen para mantener esta actividad cuando las autoridades deportivas también lo impiden? Pagos en negro, dietas o contratos simulados en otros negocios no ligados al fútbol. Relaciones contractuales entre los clubes y sus jugadores, aunque no exista un convenio colectivo. Así pues, por ejemplo, si una chica se lesionara desarrollando esta actividad, habría que preguntarse quién la protege, ya que no está regulada. Estaría totalmente desprotegida. De hecho, pocos clubes de la Superliga femenina pasarían una inspección tributaria o de la Seguridad Social. Dentro de la legalidad tienen que buscar resquicios.

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