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El papa Francisco.
El Papa se la juega en 2015

El Papa se la juega en 2015

Francisco tendrá que impulsar este año la reforma del gobierno de la Iglesia y el debate sobre los nuevos modelos de familia

Antonio Paniagua

Miércoles, 7 de enero 2015, 00:34

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Al papa Francisco le espera en 2015 una apretada agenda. A la tarea de reformar la Curia se une su papel de mediador en conflictos, su objetivo de reanudar los debates sobre el sínodo de las familias y emprender numerosos viajes apostólicos por todo el planeta. Se da por seguro que Jorge Mario Bergoglio, aunque sea solo por un día, se presente en España para celebrar el quinto centenario del nacimiento santa Teresa de Jesús. De ser así, y ya los obispos lo dan por hecho, visitaría Ávila y Alba de Tormes (Salamanca), los lugares que la vieron nacer y morir a la santa.

A sus 78 años, a Jorge Mario Bergoglio le espera la titánica tarea de cambiar la Iglesia católica, una institución alérgica a las reformas y los cambios doctrinales. A este propósito se oponen muchas reservas, pues la oposición al nuevo estilo acuñado por el papa argentino es cada vez más palpable. Si fuera de la Iglesia el prestigio de Francisco no para de crecer, también se fortalecen las resistencias a sus pretensiones entre los que debieran ser sus aliados. No todos comulgan con la primavera romana, y eso lo sabe el ocupante del trono de Pedro, que presume de estar muy bien informado.

El Papa se la jugará en el segundo sínodo dedicado a la familia, previsto para otoño. El primero estuvo repleto de tensiones y evidenció que el espíritu aperturista acuñado por Bergoglio concita reservas. Hay aspectos cruciales, como la posible comunión de divorciados que se han vuelto a casar, que producen divisiones. Si en la discusión entran otros aspectos, como el trato que se dispensa a los homosexuales o los casamientos interreligiosos, la presión puede desbordarse.

En el año que se acaba de estrenar Francisco proseguirá su trabajo diplomático. Las apuestas por el diálogo entre Estados Unidos y Cuba, así como su labor de mediación entre palestinos e israelíes -empresas que aunque arriesgadas han comenzado con buen pie-, proseguirán. Pasadas las fiestas navideñas, el Papa pronto convocará a los embajadores para explicarles las claves del papel ejercido por la Iglesia para que Barack Obama y Raúl Castro relajaran sus históricas diferencias. El Papa no es optimista sobre la situación del mundo, que ve inmerso en una "tercera guerra mundial en cuotas". El mundo se desangra y lo hace en pequeños conflictos.

De Sri Lanka a EE UU

A partir del 12 de enero, el Pontífice hará las maletas para viajar a Sri Lanka y Filipinas, dos destinos que muestran la preocupación de Francisco por Asia, donde la presencia de los católicos es reducida. Además al Vaticano le interesa mucho entablar un diálogo con China, país que no tiene relaciones con Roma y donde el régimen comunista ha instaurado una corriente católica que obedece a las directrices del partido en vez de a los dictados de la Santa Sede. Pese a que la presencia de los católicos en China es testimonial, en el gigante asiático viven doce millones de católicos.

A finales de septiembre pisará tierra de EE UU para acudir al Encuentro Mundial de las Familias en Filadelfia. Aprovechará la ocasión para recalar en Washington y Nueva York, donde ofrecerá un discurso a los líderes del mundo desde la tribuna de la ONU. Visitará además la frontera con México, tierra de paso de cientos de miles de inmigrantes latinoamericanos que ambicionan afincarse en EE UU, la nueva tierra prometida.

Al margen de los asuntos internacionales, Francisco está absorbido por el empeño desenredar los manejos inextricables que preñan el gobierno de la Iglesia. La asfixiante burocracia vaticana, plagada de intrigas y zonas de sombra, sufrió un descarnado ataque de Bergoglio hace escasas semanas. En sus saludos navideños a la Curia, repartió mandobles con generosidad. Citó hasta 15 males que amenazan a la Iglesia, como la sed de poder, la arrogancia y la corrupción. La andanada es un aviso a navegantes que muestra a las claras la determinación de Bergoglio de extirpar de raíz los intereses espurios de la institución eclesial. Benedicto XVI claudicó, pero Francisco se ve con fuerzas suficientes para batallar en este 2015 contra esa maquinaria perversa.

La corrupción del gobierno eclesial

El primer envite para limpiar toda esa maleza tendrá lugar en febrero, cuando se celebre el consistorio. Allí Francisco explicará a todos los cardenales del mundo sus medidas para expurgar de corrupción el gobierno eclesial.

Una tarea complicada, pero no lo son menos su planes para regenerar el Instituto para las Obras de Religión (IOR), el banco vaticano. La entidad, en la que ya se han cancelado miles de cuentas sospechosas, está gangrenada por asuntos muy turbios, como el blanqueo de dinero.

El presente año es importante para Francisco porque publicará su primera encíclica enteramente propia, que versará sobre ecología. El Papa entiende que la naturaleza no es patrimonio de unos pocos, sino un "don de todos".

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