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A la izquierda, Ángel Jané Ruiz, tiene 39 años y una hija de cinco años. A la derecha, Pablo Ruiz, físico madrileño de 37 años.
Un pisito en Marte de 50 metros

Un pisito en Marte de 50 metros

Dos españoles llegan a la final para viajar al planeta rojo en 2024 con billete de ida

JOSÉ MIRANDA

Viernes, 20 de febrero 2015, 00:20

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«Será como irse de casa de los padres para no volver. Solo que en lugar de vivir a 10 kilómetros de mi madre estaré a... no sé muy bien cuantos millones de kilómetros». Pues a 92 millones en la órbita más cercana. Si el madrileño Pablo Martínez supera el corte final del proyecto Mars One, que llevará la primera tripulación humana a Marte en 2024, no volverá a ver a su madre. Por su parte, el catalán Ángel Jané tendría apenas una década para ver crecer a su niña de cinco años y despedirse para siempre cuando sea una preadolescente. «Ya empieza a hacer preguntas sobre el tema», reconoce. Las familias de ambos se han dividido entre quienes les llaman directamente «el marciano» y los que «se empiezan a preocupar porque esto va avanzando», asegura Martínez. Cuando comenzó todo hace dos años había más de 200.00 aspirantes de todo el mundo. Pero hace unos días, los gestores de este proyecto privado les confirmaron que son los únicos españoles incluidos entre los 100 candidatos, de los que saldrán los 24 astronautas que comenzarán a viajar al planeta rojo en ese horizonte de 2024. Por el camino ha quedado el único asturiano que superó hasta dos de las pruebas y los exámenes médicos: el tenor avilesino Aurelio Gabaldón.

Ahora son 50 mujeres y 50 hombres los que quedan en liza. Ayer mismo les concretaron que el siguiente paso será «a finales del otoño o principio del año próximo». Pablo y Ángel dicen tener motivos para pensar que «el futuro de la humanidad está ahí afuera», como suele repetir el primero. Ambos sufrían la desesperación de llevar años en el paro y, cuando conocieron el proyecto (que para muchos científicos sigue siendo una utopía muy bien publicitada), vieron una puerta al futuro. Suyo y de la humanidad.

Licenciado en Físicas y doctorado en Electroquímica, Ciencia y Tecnología, a sus 37 años Pablo lleva los últimos años «soportando lo más duro de la crisis». Solo ha podido ejercer como profesor particular para chavales de instituto. Amante de los juegos de ordenador, sobre todo de rol, se llevaría al espacio los tres tomos de 'El señor de los anillos', de J. R. Tolkien. Le vendrían bien ya que, si resulta elegido, sabe que lo más duro será el viaje. «En un espacio del tamaño de un autobús tendremos que viajar cuatro personas durante unos 200 días», resume.

Por eso, una de las primeras cualidades que han buscado en el 'casting' desde Mars One es la empatía. Y de eso, Ángel Jané gasta a raudales. «Creo que respondo bien a las situaciones estresantes y siento que podría llevar a la humanidad más allá de nuestras fronteras», dice este inquieto aventurero de 39 años. Técnico de 'software' en empresas de energía solar, el hundimiento del sector le dejó de brazos cruzados. En su vídeo de autopromoción demuestra mucha pasión por todo aquello que genera adrenalina. Paracaidista, motos potentes, buceo, además de un gran poder de seducción. Un perfil que parece complementario al de su compañero de aventuras, más retraído.

De todo esto tendrán que sacar el máximo partido para superar el penúltimo obstáculo, del que saldrán los 40 finalistas de este sueño. «Por una parte nos machacarán la parte física como si fuéramos deportistas de élite -avanza Martínez-. Y por otra, nos pondrán en situaciones extremas para ver cómo las afrontamos». Lo más probable es que en unos meses les avisen para desplazarse a alguna zona árida, tal vez el Ártico, donde se crearán simuladores de lo que les espera.

La selección final pensaba hacerse con una especie de 'Gran Hermano' que se vendería a cadenas de televisión e internet para financiar un proyecto que, solo en su primer viaje para enviar material en 2018, costaría unos 6.000 millones de euros. «Esto no está tan claro. Me han hablado de unos documentales que se ofrecerán a las televisiones», aclara Pablo.

En Marte soportarán temperaturas de 100º C bajo cero y una atmósfera en la que un varón de 75 kilos sufrirá la presión como si solo pesara 25. Pero antes habrá que llegar. Y eso supondrá entre seis y diez meses de viaje (depende de la elipse de la órbita de Marte), acostumbrarse a la comida liofilizada y al ruido constante de la ventilación de los ordenadores. Además de unas tablas de gimnasia de al menos tres horas diarias para no perder masa muscular.

A cambio y si algún día forman parte de la primera colonia de la 'vecindad Marte', que irá creciendo con cuatro nuevos inquilinos cada dos años hasta completar los 25 previstos, vivirían como cuando uno se independiza. En una especie de iglúes de 50 metros cuadrados para cada uno. «Será una vida rutinaria en la que tendremos que levantarnos, limpiar, cuidar nuestras huertos espaciales y construir los módulos para los que vayan llegando», explica Pablo. No habrá visitas de familiares pero sí contacto diario. «Faltará el abrazo carnal pero será lo más parecido», se muestra positivo Jané. Será sin carne y además en diferido, ya que las comunicaciones con Marte tendrán 20 minutos de retardo por la distancia.

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