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El Papa, durante la misa en Filadelfia.
El Papa se enfrenta a la globalización en EE UU

El Papa se enfrenta a la globalización en EE UU

Se atrevió a poner en su sitio al capitalismo y a su efecto globalizador, algo que dice "en sí mismo no es malo, sólo en la forma en la que ocurre"

Mercedes Gallego

Sábado, 26 de septiembre 2015, 14:41

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Hay católicos que dicen que es un rojo, pero a Jorge Mario Bergoglio no le importa. A sus 78 años, el papa argentino ha visto demasiado y siente que tiene poco que perder. Por eso ayer, en el lugar donde se firmó la Constitución de EE UU y Abraham Lincoln alzó la bandera de la Unión, el Papa Francisco se atrevió a poner en su sitio al capitalismo y a su efecto globalizador, algo que dice "en sí mismo no es malo, sólo en la forma en la que ocurre". O sea, "cuando destruye la riqueza y la individualidad de cada pueblo".

Ya el viernes en la ONU había advertido a un centenar de jefes de estado sobre los riesgos de "promover una colonización ideológica a través de la imposición de modelos y estilos de vida anómalos a la identidad de los pueblos". Ayer, entre las 50.000 personas que le escuchaban sin contar con las pantallas gigantes repartidas por toda la ciudad, había un gran número de hispanos, a los que instó a que "no se avergüencen nunca de sus tradiciones". Y por si acaso no había quedado claro, insistió: "Repito, no se avergüencen de aquello que es parte esencial de ustedes". A más de uno entre el público se le cayeron las lágrimas.

Han sido tiempos duros para los hispanos de EE UU, después de años esperando la reforma migratoria que debería legalizar la situación de más de once millones de personas que pagan impuestos y han tenido hijos en EE UU, pero siguen obligadas a ocultarse en las sombras, por miedo a que los deporten y "destruyan las familias", recordó el pontífice. El candidato presidencial Donald Trump los ha puesto del debate electoral llamándolos "asesinos y violadores", así que no es de extrañar que ayer se abrazaran a la cruz cuando oyeron al pontífice, convertido de la noche a la mañana en estrella mediática, defender no solo su causa sino su esencia y tradiciones.

"Muchos de ustedes han emigrado a este país con un gran costo personal pero con la esperanza de construir una nueva vida", les dijo hablándoles directamente en español. "No se desanimen por las dificultades y los retos que tienen que afrontar".

Igual de conmovidos y entusiasmados estaban los obispos estadounidenses que han visto ese flujo de emigrantes hispanos salvar a sus iglesias. Década y media de escándalos sexuales, hipocresía y conservadurismo extremo ha provocado una estampida en la Iglesia católica de EE UU, salvada sólo por los emigrantes. "La mitad de mi diócesis es hispana, y el porcentaje sigue creciendo", explicó el obispo de New Jersey Paul Bootkoski. "Los hispanos son el futuro de la Iglesia en EE UU".

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