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Sábado, 25 de marzo 2017, 11:49
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Esta noche nos pasamos al horario de verano y puede que nuestro cuerpo se resienta. En la madrugada de este sábado 25 de marzo tenemos que adelantar los relojes una hora, por lo que a las 2:00 serán las 3:00. El cambio de hora de marzo suele pasar factura en forma de fatiga, cansancio, dificultad para conciliar el sueño y, en ocasiones, ansiedad.
El grupo NC Salud ofrece una serie de pautas sobre lo que sí debemos hacer y lo que no, tanto a nivel alimenticio como de hábitos rutinarios, para que nuestro reloj interno se adapte adecuadamente al nuevo horario de verano.
Lo que beneficia:
-Levantarse antes el domingo. Al adelantar el reloj en una hora, nuestro domingo contará con 23 horas, lo que suele repercutir en una reducción de las horas de descanso. Levantarse un poco antes de lo habitual este día hará que lleguemos más cansados a la noche y ayudará a que nos cueste menos levantarnos el lunes, mejorando el descanso.
- Vitamina C y magnesio. Durante los días siguientes al cambio de hora, es muy recomendable ingerir por la mañana frutas con vitamina C, como la fresa, el kiwi o la naranja, que nos ayudarán a mantenernos despiertos. Por la tarde, apostaremos por aquellos frutos ricos en magnesio, como el plátano, la nuez o la avellana, pues este mineral actúa como relajante muscular y nos prepara para el momento de irnos a dormir.
- Alimentos con triptófano. Las legumbres, los frutos secos, la carne, la avena, etc, son aliados para regular los ciclos del sueño y mantener un buen estado anímico. Lo logran gracias al triptófano, un aminoácido esencial que aumenta los niveles de serotonina y melatonina, siendo ésta última la hormona que regula nuestro sueño de una forma natural.
- Mantener el horario de las cenas. Durante los primeros días, no llegaremos con el mismo hambre que antes a nuestra hora de la cena porque estaremos ingiriendo alimentos antes de lo que acostumbramos, pero debemos mantener la cena a su misma hora para evitar irnos a dormir con sensación de pesadez o molestias. Nos ayudará optar por platos ligeros, con verduras y frutas como protagonistas.
Lo que hay que evitar:
- Siestas prolongadas. A pesar de tratarse de una práctica muy usual y saludable en el día a día de gran parte de la población, cuando se producen estas modificaciones en el sueño es importante controlar que las siestas no superen la media hora, ya que no harían más que aumentar el descontrol horario de nuestro organismo y su cansancio.
- Comidas ricas en grasas. Especialmente por la noche. Alimentos como los embutidos, quesos curados, salsas y frituras suelen desencadenar episodios de acidez de estómago que dificultarán la calidad de nuestro sueño y causaran sensación de pesadez e incomodidad a la mañana siguiente.
- Acostarnos inmediatamente después de cenar. Potencia la subida del contenido ácido del estómago al esófago, provocando síntomas como el ardor o las náuseas. Las personas cenan justo antes de ir a dormir para evitar sentir hambre durante la noche, deberían realizar la cena dos horas antes de acostarse y, justo antes de irse a la cama, tomar una fruta o un yogurt natural desnatado para frenar esa sensación de hambre mientras descansan.
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