¿Quién duerme ahí?

El Albergue Covadonga abrió sus puertas en 1988, con un objetivo claro: la atención de las prioridades básicas de los ciudadanos. «En la actualidad, no hay nadie que se quede en la calle. Antes de la ampliación existía un déficit que ahora está cubierto con la suma de 33 plazas», relata Julia Aller, la directora de programas del Albergue Covadonga. Por aquel entonces, lo que hacía el albergue era compensar a las personas que se quedaban sin habitación, con plazas en pensiones que financiaba la Fundación Municipal de Servicios Sociales del Ayuntamiento de Gijón. A día de hoy, en el Albergue Covadonga trabajan unas veinticinco personas y cerca de cien voluntarios que hacen posible que el espacio se haya convertido en el centro de mayor dimensión y de referencia, para personas sin hogar, de la región.

UN DÍA EN EL ALBERGUE COVADONGA

1. Desayuno

Vitorina Elarre nos recibe en el comedor del Albergue Covadonga. Son las ocho y cuarto de la mañana y está bastante atareada, ya que en apenas diez minutos cerca de cien personas llegarán a este espacio de la institución para desayunar. Vitorina es la directora del Albergue Covadonga. «Todos los días hay mucho trabajo. Aunque el lío dura treinta minutos a primera hora de la mañana. Desayunan muy rápido, pues les puede el ansia de fumar», bromea la directora, mientras sirve cafés a los primeros usuarios. «Hacen una fila y les vamos dando lo que precisen».

Los usuarios reciben atención para cubrir las necesidades básicas. Una vez que desayunan, algunos se quedan en el albergue y otros salen.«Muchos ayudan en las tareas de recogida del desayuno, lavandería...», explica Vitorina.

2. Centro de día

Son las nueve y media y por las puertas de la entidad entra la directora de la Fundación Albergue Covadonga, Cristina Avella, quien nos adentra directamente en el Centro de Día, o también conocido como Centro de Baja Exigencia. «TLa Fundación constaa de dos partes: una, la de las personas que viven aquí y, otra, la de las llegan a pasar el día, para que las atendamos y les ayudemos en todo lo que necesiten». El albergue amplió sus plazas, el año pasado, de 54 a 87, más las del Centro de Día, ya que por la noche, en este espacio, donde ahora hay sillas y mesas, se instalan hamacas para que 18 personas puedan dormir bajo techo», explica Cristina.

3. Departamento de Trabajo Social

La estancia en el albergue oscila entre los cinco y los siete días, aunque depende de la situación de cada persona. «Es indispensable que una vez que se llega se pase por el Departamento de Trabajo Social, donde una profesional valora la estancia de cada ciudadano», explica Cristina, mientras nos presenta a Laura, la trabajadora social. Este es uno de los ejes centrales de la institución. Por este departamento pasa todo. Atienden a una media de veinte personas al día. «Nuestra labor es darles lo básico, les ayudamos a que salgan adelante y a reconducirles, para que se vuelvan a incorporar a la sociedad», comenta Laura Muñiz, trabajadora social. Se sigue un protocolo de acceso de lo más sencillo. «Somos un centro de primer nivel. Por ello, hay que ser inmediatos». La persona que llega al albergue es preferible que lo haga documentada. Todos tienen que pasar por el departamento, aunque puede ser que algún ciudadano acceda por la noche y que sean los porteros quienes le atiendan, para darle una primera atención. «Tenemos un servicio de portería 24 horas», recalca Laura, mientras atiende a un usuario que acaba de llegar al albergue.

4. Estancia en el Albergue Covadonga

En algunas ocasiones se puede ampliar la estancia y que los usuarios permanezcan más tiempo en el centro. «Hay situaciones en las que están buscando trabajo o arreglando un conflicto familiar. Hay que intentar ponerles las cosas fáciles». El perfil del usuario varía, aunque el mayor número de personas suelen ser varones de entre 45 y 50 años, con una mala situación económica. «En un 25% podemos tener personas extranjeras». Los asturianos pueden estar en el albergue una vez al mes y los extranjeros cada tres meses. Durante el día los usuarios ocupan las zonas comunes. Pueden leer, charlar o realizar una de las actividades que les proporciona el centro: el taller de velas, en el que los usuarios hacen verdaderas obras de arte, aunque la función del taller es mejorar la empleabilidad de usuarios.

El centro cuenta con una primera planta para hombres y oficinas, otra planta, la segunda, para mujeres, zona polivalente y un apartamento para familias con menores. Además fuera del albergue existe un piso tutelado, para seis personas. «Con la ampliación del pasado año, en 2017, el albergue va a asentarse y consolidarse, ya que hemos tenido muchos cambios», apunta Cristina. El tema de las comidas es lo que más ha aumentado. En 2016 hemos suministrado unos 65.000 menús, entre desayunos, comidas y cenas.

En relación al Centro de Día, que tiene un aforo para 48 personas, los usuarios que llegan a el, buscan darse una ducha, lavar la ropa, o simplemente leer o ver la tele.«Algunos llegan para que les den conversación o para tomarse algo caliente». A la hora de lavar la ropa o de ducharse se fijan turnos. «La verdad es que tenemos mucho trabajo», nos cuenta Concha Durán, técnico que atiende el Centro de Día. El horario es de nueve y media a una y de cuatro a ocho de la tarde. «Solo se cierra en horario de limpieza y acondicionamiento», explica Cristina. A las diez de la noche vuelve a abrir sus puertas para las personas que llegan al centro a dormir y se van a las siete y media de la mañana.

El Albergue está a punto de cumplir 30 años, desde entonces su objetivo se ha cumplido: ocuparse de los que más lo necesitan.

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