Borrar
Luis Manuel toma el biberón de manos de su madre, María Isabel Pantoja, en la casa familiar. E. C.
Un bebé de diez meses y 30 kilos de peso

Un bebé de diez meses y 30 kilos de peso

El niño sufre el síndrome de Prader-Willi

joseba vázquez

Martes, 24 de octubre 2017, 02:38

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Luis Manuel tiene diez meses. Vive con sus padres y su hermano mayor, Mario Alberto, de dos años, al oeste de México. Nació tras un embarazo de nueve meses y sin complicaciones. «Pesó 3 kilos y 580 gramos, midió 52 centímetros y todas las pruebas dieron resultados normales», relata su madre, María Isabel Pantoja Martínez, en un breve documental visitable en el digital salvadoreño ‘elurbano.news’.

Nuevo miembro en la familia y un motivo grande de felicidad. Pero a Isabel y su marido, Mario González Silva, les afectaron muy pronto las preocupaciones. Luis Manuel engordó kilo y medio en solo un mes y cumplido el segundo la báscula le marcaba ya diez, la cifra promedio para una bebé de un año.

Ahora alcanza los 30 kilogramos, tres veces más de lo que le corresponde por su tiempo de vida. Ese es el peso habitual entre los nueve y los diez años. Aunque no hay registros confirmados, se supone que puede tratarse del lactante más grande del mundo en la actualidad.

«Le cuesta respirar y duerme con dos almohadas para que esté un poco incorporado. También le aplicamos nebulizaciones cada noche para que pueda descansar tres o cuatro horas seguidas», explica el padre de la criatura, que teme que el niño pueda morir en cualquier momento ahogado o por dificultades cardiovasculares derivadas de su obesidad mórbida.

Los primeros análisis médicos descartaron un problema en la glándula tiroides. Y el caso tampoco tiene nada que ver con los bebés que nacen enormes, los que padecen la denominada macrosomía.

La sospecha en el infante mexicano se centra en el llamado síndrome de Prader-Willi, una alteración genética que afecta al cromosoma 15 y se caracteriza por niños de bajísimo tono muscular, muy débiles, con escasa movilidad, hipogonadismo y muchas dificultades para chupar y tragar, lo que, por tanto, complica su alimentación. Esto al principio. Luego la cosa da un giro de 180 grados.

«Generalmente, hacia los 2 o 3 años, la enfermedad hace que el niño no controle la saciedad y tenga una megaingesta de alimentos que le lleva al sobrepeso y le acarrea hipertensión, hipercolesterolemia, tendencia a la diabetes tipo 2...».

Lo detalla Ignacio Díez López, pediatra responsable de la unidad de Endocrinología Infantil del Hospital Universitario de Araba. Díez destaca que en el caso de Luis Manuel, el Prader-Willi se ha manifestado «a una edad más temprana de lo normal». Aunque esto en realidad no altera ni los síntomas ni los riesgos.

¿Hay solución? «Es un caso complejo –alerta Díez López–. Tiene una base genética y como tal no tiene cura. Se puede ejercer un control de la alimentación, pero hacen falta también tratamientos farmacológicos».

Es aquí donde surge otro serio inconveniente para la familia González Pantoja. Viven con lo justo y cada inyección de hormonas cuesta unos 450 euros.

Por eso, los padres han hecho un llamamiento de ayuda a través de las redes sociales y han abierto una cuenta corriente en la que puede aportar su granito económico quien lo desee.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios