Borrar
Un investigador en el evento de presentación de resultados de LIGO.
La ciencia valida la teoría de Einstein

La ciencia valida la teoría de Einstein

Su tecnología permitirá a los astrónomos escuchar el murmullo del universo y estudiar eventos que los telescopios no pueden ver

BORJA ROBERT

Viernes, 12 de febrero 2016, 00:19

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Cien años después de que Albert Einstein predijera su existencia, la colaboración científica internacional LIGO ha detectado por primera vez ondas gravitacionales. Unas vibraciones que distorsionan el tejido del espacio-tiempo y cuyo estudio permitirá a la humanidad explorar en el 95% del universo que los telescopios no pueden ver. El hallazgo confirma que, por fin, existe una tecnología capaz de curar la sordera de la astronomía. Ahora, además de mirar al espacio, los científicos podrán escuchar los latidos del cosmos. Y nadie sabe qué pueden encontrar cuando usen este nuevo sentido.

Las ondas gravitacionales son el equivalente astronómico de las ondulaciones que provoca una piedra al caer en un charco. Pero, en vez de perturbar la superficie del agua, distorsionan el espacio y el tiempo mientras se propagan hacia fuera. A su paso, acercan y alejan las distancias, y frenan y aceleran el ritmo de los relojes. Aun así, son tan sutiles que ha sido imposible detectarlas hasta ahora, pese a que había muchas pruebas indirectas que estaban ahí, viajando por todo el espacio.

Para escucharlas hubo que construir la máquina más sensible de la historia de la humanidad, capaz de detectar diferencias de distancia mucho más pequeñas que un átomo. «Sería capaz de medir la distancia entre el sol y la estrella más cercana con la precisión de un cabello humano», aseguró David Reitze, director ejecutivo del laboratorio LIGO en el Instituto Tecnológico de California (Caltech). El 14 de septiembre del año pasado -antes del arranque oficial, el día del ensayo general- registró una perturbación miles de veces más pequeña que un átomo. Un minúsculo gorgorito provocado por uno de los acontecimientos más violentos del universo: el choque de dos agujeros negros gigantes hace 1.300 millones de años.

Los científicos saben que la señal detectada viene de la fusión de dos agujeros negros porque cada evento cósmico produce su propio sonido. Aunque aún no tenían el aparato para escuchar, ya habían calculado, con superordenadores y las ecuaciones de Einstein, las melodías que podían esperar. Tienen, literalmente, un catálogo, en cuya elaboración han participado investigadores de la Universidad de Islas Baleares (UIB).

El primer murmullo del universo que ha escuchado la humanidad si se ralentiza un poco, parece algo así como una gotita de agua cayendo desde el grifo hasta una bañera llena. ¡Ploc!

«Pero la detección no es todo. Lo más alucinante está por llegar», afirmó Reitze. «Igual que hace 400 años Galileo apuntó un telescopio al cielo y abrió la era de la astronomía, nosotros estamos abriendo la era de la astronomía basada en ondas gravitacionales». Con LIGO, y los nuevos aparatos similares previstos para los próximos años, se abre una forma completamente nueva de estudiar el universo. «Y cada vez que hemos abierto una nuevas ventanas de exploración nos ha traído grandes descubrimientos», recalcó Kip Thorne, uno de los fundadores del proyecto LIGO y una eminencia de la física.

Investigadores en España

Además, la detección de ondas gravitacionales ha permitido confirmar algo que solo era una hipótesis convincente: que los agujeros negros existen de verdad. Y que pueden gigantescos. Estos objetos, que pueden pesar mucho más que el sol y ser miles de veces más pequeños que la Tierra, son tan masivos que impiden incluso que la luz escape de ellos. Por eso, no podían detectarse con telescopios. Todavía no podemos verlos, pero ahora podemos oírlos.

Dentro de los más de 1.000 científicos que forman parte del proyecto LIGO hay un pequeño grupo, dirigido por la física Alicia Sintes, que trabaja con ellos desde la UIB. «Trabajamos en dos líneas principales, por un lado buscar fusiones de agujeros negros y por otro lado estrellas de neutrones aisladas y emisiones de púlsares». Su equipo es responsable, por así decirlo, de determinar cuál será el sonido que deben esperar en esos casos. De hecho, es posible que la señal que detectaron la haya predicho Sascha Husa, uno de los investigadores principales de este departamento. «Construimos modelos de esas bandas sonoras usando grandes ordenadores», explicaba el martes, cuando los rumores sobre el descubrimiento ya eran casi insoportables entre la comunidad científica.

El grupo de la UIB también participó en interpretar la señal detectada. «Que la energía del evento fuese de unas 300 masas solares por segundo, ese pico de energía que se registró justo cuando se fusionan los a gujeros negros, se ha deducido aquí», asegura Sintes.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios