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Carlos López-Otín, antes de iniciar su charla en Vegadeo.
López-Otín: «Es posible evitar que las enfermedades lleguen antes de tiempo»

López-Otín: «Es posible evitar que las enfermedades lleguen antes de tiempo»

El eminente investigador pronunció la conferencia titulada 'La vida en el planeta de los genes', en el Foro Comunicación y Escuela de Vegadeo

ALBERTO PIQUERO

Viernes, 22 de abril 2016, 01:02

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El VIII Foro Comunicación y Escuela, coordinado por Luis Felipe Fernández García, a quien aompañaron la alumna de 2º de Bachillerato del IES 'Elisa y Luis Villamil' Lara Dos Santos, así como la jefa del departamento de Física y Química del mismo centro, Celia Álvarez, recibió en la mañana de ayer en la Casa de Cultura de Vegadeo al catedrático de Bioquímica y Biología Molecular e investigador científico, Carlos López-Otín, quien desarrolló la conferencia titulada 'La vida en el planeta de los genes'. Una odisea del conocimiento, de la mano de uno de los más prestigiosos exploradores y divulgadores del saber, que desplegó ante los estudiantes de bachillerato -de Vegadeo, Navia y Tapia de Casariego- la singladura de un viaje iniciado en los orígenes de la vida en la Tierra -3.500 millones de años atrás- y proyectó «al futuro del futuro», cuando puede que la especie humana adquiera la condición de «homo sapiens 2.0».

Tan apasionante itinerario partió del agua donde surgió la vida en el planeta y de los primeros organismos que buscaron otros espacios de supervivencia, dando lugar a la flora y a la fauna. «La vida nos rodea por todos sitios, incluso la de las bacterias en los volcanes», explicó. Con el transcurrir del tiempo, las células primitivas -«el proceso de la evolución, la competencia por el entorno, la selección natural»- acabaron configurando lo que hoy somos, llamémonos Einstein, Messi o anónimo vecino. Adquirir esa certeza, «que no invoca razones sobrenaturales», sólo requiere atención y estudio, examinando la biografía molecular que ha edificado nuestra existencia en el transcurso de miles de millones de años, los cien billones de células que nos componen -de los cuales cien mil millones son nuestras neuronas- o los tres mil millones de nucleótidos que están en la base del ADN. Lo que vale por igual para ratones o seres humanos. Pero, ¿qué nos hace humanos, teniendo en cuenta que «somos idénticos en un 99% a los chimpancés»? Pues, por ejemplo, «dos aminoácidos que son únicos en la especie humana», los cuales establecen cambios neurológicos y anatómicos que desembocan en el lenguaje.

Al lado de la herencia genética, su interacción con el ambiente, la epigenética, o sea, el diálogo en el que López-Otín indica que ha de asumirse nuestra responsabilidad personal. En cuanto a las enfermedades, «respetando el ritmo natural de la vida», señaló las posibilidades de «evitar que las enfermedades lleguen antes de tiempo». Ahí están sus investigaciones acerca de la leucemia linfática crónica, auxiliadas por las nuevas tecnologías que han acortado de forma exponencial las tareas de laboratorio para la información genómica.

El futuro no está escrito -si acaso en las cuatro letras de nuestro ADN-, pero no descartó un porvenir que ya se asoma con robots que expresan emociones y ojos biónicos que reemplazan los colores por sonidos. Lección magistral y amenísima en la que no fueron incompatibles Darwin y Bart Simpson. E incluso alusiones al Sporting, a modo de ejemplo de las emociones que incluso pueden ser mayores en la ciencia.

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