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Torres de refrigeración de la central térmica alimentada por carbón.
Un estudio atribuye 700 muertes anuales a las centrales de carbón

Un estudio atribuye 700 muertes anuales a las centrales de carbón

Calcula que sus emisiones provocan además 387 bronquitis crónicas, 10.500 episodios de asma infantil y 163.000 días de baja, con un coste de entre 800 y 1.700 millones de euros

Alfonso Torices

Miércoles, 24 de mayo 2017, 14:02

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Un estudio elaborado por el Instituto Internacional de Derecho y Medio Ambiente (IIDM) atribuye a la altísima contaminación generada por las 15 centrales térmicas que funcionan con la quema de carbón la muerte prematura anual de unos 700 españoles, principalmente residentes de las mismas zonas en que están enclavadas la mayoría de estas instalaciones, el noroeste de la península.

Los expertos, con metodología de la Organización Mundial de la Salud y los datos sobre emisiones de estas centrales en 2014, han concluido que ese año fallecieron 709 personas por enfermedades en las que fueron decisivos los dióxidos de azufre y nitrógeno, pero sobre todo las partículas en suspensión, generados por la combustión del carbón para la producción de electricidad. La misma contaminación atmosférica sería responsable de 459 hospitalizaciones por patologías cardiovasculares y respiratorias, de 387 casos de bronquitis crónicas en adultos, y de 10.521 nuevos episodios de asma en niños y de 1.233 bronquitis infantiles.

El informe 'Un oscuro panorama. Los efectos en la salud de las centrales térmicas de carbón en 2014' llega a detallar el número de muertes de las que son responsables cada uno de los gases de combustión. El elemento más mortífero son las denominadas partículas en suspensión y a las 4.008 toneladas de estos compuestos que las térmicas lanzaron a la atmósfera le achacan 586 muertes prematuras, el 82% del total. Prácticamente la mitad de estos fallecimientos se deberían a ictus y otros accidentes cerebrovasculares y a patologías cardiovasculares como el infarto, la insuficiencia cardiaca, la hipertensión o la angina de pecho. Los otros dos grandes grupos de dolencias letales son los cánceres -tumores de tráquea, bronquios o pulmón- y las enfermedades respiratorias como la bronquitis o la bronquiolitis.

El siguiente gas más mortal es el dióxido de nitrógeno. Las 83.723 toneladas de este compuesto tóxico e irritante producidas por las térmicas habrían provocado 107 muertes prematuras por patologías muy similares a las anteriores. El tercer contaminante letal, del que estas centrales arrojaron a la atmósfera 105.650 toneladas en 2014, es el dióxido de azufre, al que le atribuyen 16 fallecidos.

El análisis calcula que el gasto sanitario -decesos, ingresos, tratamientos, fármacos- y las pérdidas por absentismo laboral provocadas por la contaminación de estas centrales tuvo un coste para las arcas públicas de entre 880 y 1.667 millones de euros solo en 2014, ejercicio en que por esta razón se desperdiciaron 163.326 jornadas de trabajo y durante 747.686 días hubo empleados que tuvieron una actividad restringida por su mala salud.

El estudio es nacional, pero los daños a la salud no son iguales en todo el territorio. Se concentran sobre todo en la mitad norte, y especialmente en el noroeste. Es la consecuencia de que más de dos tercios de las térmicas de carbón, once, estén en Asturias (5), norte de León y Palencia (4) y Galicia (2). El mapa se completa con tres instalaciones en Andalucía y una en Aragón y en Baleares.

El resultado de la alta concentración de emisiones es que un asturiano tiene seis veces más posibilidades de morir de forma prematura por efecto de las partículas en suspensión que un andaluz; que un cántabro, un castellano-leonés o un gallego triplica el riesgo de deceso de un extremeno; o que un aragones o un vasco duplican las posibilidades de morir por este tipo de compuestos que tiene un madrileño.

Cierre límite en 2025

La directora del IIDM, Ana Barreira, considera que, a la vista del estudio, "el Gobierno y las comunidades tienen la obligación de proteger nuestra salud y evitar la muerte prematura de cientos de personas; no pueden negar las evidencias científicas y deben apostar por el cierre progresivo de las centrales térmicas de carbón para frenar también el cambio climático -son uno de los principales emisores de gases de efecto invernadero- y cumplir el Acuerdo de París".

Estos expertos consideran que las autoridades deben elaborar un plan de cierre progresivo de térmicas de carbón que concluya en 2025 y que, de forma transitoria, tienen que obligar a las plantas a reducir sus emisiones hasta los límites fijados por la UE y asegurar alternativas de trabajo para los sectores afectados. También creen que se debe obligar a las empresas energéticas que gestionan estas centrales a asumir los costes sanitarios y sociales provocados por su contaminación y que hay que multiplicar las inversiones en energías renovables como alternativa de país a los 10.000 megavatios de potencia electrica que pueden llegar a desarrollar las instalaciones que hay que clausurar.

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