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M. ROJO
GIJÓN.
Miércoles, 10 de enero 2018, 00:07
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El nivel educativo es el principal factor socioeconómico a la hora de que alguien se decida a asistir a un espectáculo cultural o visitar un museo. Y no solo porque a mayor educación más interés hay por la cultura, que también, sino porque, indirectamente, una mejor preparación académica suele estar ligada a un mayor salario, lo que permite acercarse a actividades que tienen un mayor coste económico. A partir de una encuesta del INE y manejando modelos económicos, un equipo de la Universidad de Oviedo formado por los profesores Juan Prieto Rodríguez, María José Pérez Villadóniga y Sara Suárez Fernández ha realizado un estudio para el Observatorio Cultural la Caixa en el que queda clara esa vinculación entre nivel educativo y la asistencia a las actividades culturales.
Sin embargo, sí han encontrado ciertas diferencias en función del tipo de actividad: «Aquellas que tienen una industria detrás, como es el caso del cine, son capaces de generar más fácilmente el interés entre el público potencial, así que cuando se les pregunta que por qué no van más al cine, contestan que es porque no se lo pueden permitir», explica Juan Prieto, uno de los firmantes del estudio. Una respuesta que no se da en otro tipo de actividades que requieren una mayor formación para poder disfrutar de ellas, como puede ser la visita a un museo o un yacimiento arqueológico. «Un gran concierto gratuito de una estrella del rock o el pop lleva más gente que todo el público que recibe a lo largo del año el Museo de Bellas Artes de Asturias, que también es gratuito», compara Prieto. Y es que la falta de interés es el principal motivo recogido en el resto de actividades culturales cuando se indaga en las razones de la no asistencia. «Hay una barrera que es el interés, que tiene que ver con la formación de gustos, algo que es una tarea a muy largo plazo. Para una película o un concierto puntual es más fácil para las compañías y la industria generar ese interés», detalla Prieto.
Estas observaciones plantean un dilema a la hora de diseñar las políticas culturales. A corto plazo, y para reducir la problemática de las restricciones económicas, se podrían aplicar reducciones a la imposición indirecta que soportan las actividades culturales -el IVA, por ejemplo- o incrementar las subvenciones a dichas actividades. Medidas que, de todas formas, favorecerían siempre a quien tuviese una mayor renta. En cuanto a tratar de revertir la falta de interés de la población, el estudio propone «políticas de formación de gustos en el sistema educativo»: educación temprana y obligatoria para desarrollar el interés de la población por las actividades culturales.
La Universidad de Oviedo lleva años trabajando en el campo de la economía cultural, y también en el de la deportiva. Este pequeño estudio de encargo refleja tan solo una pequeña parte de todo su trabajo, en el que vienen constantado de forma permanente la necesidad de un mayor esfuerzo en el ámbito educativo para generar interés por la cultura.
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