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Revisable régimen de permanencia en la Universidad

La normativa de la Universidad de Oviedo fija para un estudiante a tiempo completo que a corto plazo tiene que aprobar 12 créditos anualmente, dos de las diez asignaturas de un curso

Juan Carlos Campo

Martes, 12 de enero 2016, 23:39

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La normativa de permanencia establece las condiciones mínimas que debe cumplir un estudiante para que se le permita seguir matriculado en los estudios. Dicho de otra manera, establece lo mínimo que un alumno debe aprobar para que no se le expulse. Es obligatorio para todas las universidades tener una normativa, aunque en cada universidad es diferente. En términos generales se puede desglosar en especificar un mínimo exigible a corto plazo, en general por curso y en particular, respecto al primer curso; un mínimo a medio plazo, transcurridos dos o tres cursos, y un mínimo a largo plazo, que obliga a finalizar los estudios antes de un número determinado de años.

La normativa de la Universidad de Oviedo fija para un estudiante a tiempo completo que a corto plazo tiene que aprobar 12 créditos anualmente, lo que generalmente supone aprobar dos de las diez asignaturas que componen un curso tipo. A medio plazo establece una serie de exigencias más complicadas, pero, en resumen, después de tres años hay que tener aprobado el equivalente a la mitad de tres cursos universitarios; si, además, no ha aprobado más del 80% del primer curso, no podrá matricularse en cuarto hasta que lo haya hecho. Este reglamento no establece condiciones a largo plazo.

¿Es duro o blando? La comparación es muy complicada de hacer. De forma absoluta, hay reglamentos más duros y más blandos. Algunos de los más blandos se encuentran, sin duda, en universidades privadas, que, asimismo, son uno de los destinos habituales de los estudiantes que no pueden continuar estudios en universidades públicas. Pero, además, nuestra universidad es muy heterogénea, con estudios muy dispares, y es la única de la comunidad autónoma. Por ejemplo, un reglamento aparentemente más duro en una universidad madrileña tiene menor efecto real en cuanto que el estudiante puede tener opción a ir a otra universidad de la misma ciudad a cursar estudios similares.

De lo que no queda duda es de que nuestro reglamento tiene contestación en innumerables frentes. Ha sido un reglamento razonable a priori, pero, en la práctica, ha generado muchos problemas. En particular, su regulación a medio plazo. Los motivos son varios. Por una parte, esta regulación es más exigente de lo que a primera vista puede parecer, es algo enrevesada y los afectados se han quejado de falta de información; es un reglamento muy uniforme para una universidad muy heterogénea -con titulaciones muy selectivas en el acceso de los estudiantes, como Medicina, y titulaciones nada selectivas en el acceso-, o titulaciones con rendimientos a escala nacional y mundial más bajos -como ingenierías- junto con titulaciones con rendimiento mucho más elevados. Y tiene la dificultad de que es muy difícil decir a un estudiante que no puede seguir una vez que lleva ya tres años en la Universidad. Menos contestación ha tenido la exigencia a corto plazo a pesar de que es la que afecta a la gran mayoría de los estudiantes expulsados.

Actualmente, la normativa está en un proceso continuado de revisión. Algunos globos sonda han ido en la línea de establecer una normativa a largo plazo: fijar el número máximo de años. Téngase en cuenta que si ya es difícil decirle a un alumno que tiene que irse después de tres años, aún es más difícil cuando lleva muchos más años y, por tanto, tiene mucho más aprobado, por lo que podemos llegar a una normativa de nuevo muy complicada de aplicar. Si un alumno no puede continuar en la Universidad lo mejor es detectarlo cuanto antes y, preferentemente, en su primer curso. Desde mi punto de vista, no cabe ninguna duda de que es necesario revisar el reglamento. No para hacerlo ni más blando ni más duro, sino para hacerlo efectivo y realista. Desde luego, no para parchearlo aún más.

¿Qué se debería hacer? En mi opinión, la regulación debería ser sencilla; tendría que ser relativa al rendimiento de las diferentes titulaciones, y ser más exigente en el primer curso en la Universidad y de mínimos en el resto. Personalmente, creo que solo haría falta una regulación a corto plazo, eliminando las de medio y largo plazos. De esta manera, dejaría el mínimo de aprobar los 12 créditos por curso y exigiría más de 12 en el primero. Pero, por encima de todo, para cualquier cambio, habría que buscar el consenso con la sociedad y la comunidad universitaria.

Juan Carlos Campo es Director de la Escuela Politécnica de Ingeniería de Gijón -EPI Gijón

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