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Por la izquierda, Débora Areces, Trinidad García y Patricia García. Delante, Celestino Rodríguez. Forman el equipo de investigación que ha diseñado el nuevo modelo de diagnóstico.
Un mejor diagnóstico de  la hiperactividad

Un mejor diagnóstico de la hiperactividad

Un equipo de la Universidad de Oviedo desarrolla un modelo más económico y con «medidas objetivas» para detectar el TDAH

O. ESTEBAN

Martes, 25 de octubre 2016, 00:23

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Saber en aproximadamente media hora si un niño no presta atención a una tarea porque no quiere o porque realmente no puede. Es una de las ventajas que aporta el nuevo modelo de diagnóstico del trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) que ha desarrollado un equipo de investigadores del grupo ADIR, de la Facultad de Psicología de la Universidad de Oviedo. Un sistema más rápido, más barato y con «medidas objetivas» para distinguir los «falsos positivos», aquellos niños que realmente sufren de TDAH de aquellos otros que tienen falta de atención derivada de «otros problemas, como emocionales, de ansiedad o conductuales. Con esta técnica vamos a discriminar». Lo explica Celestino Rodríguez, uno de los autores del estudio, que inició el catedrático Luis Álvarez y que, una vez concluido, ha sido publicado en la revista 'Frontiers in Psychology'.

El estudio se ha prolongado durante siete años y han participado 499 niños de edades comprendidas entre los 6 y los 14 años, a los que los investigadores han visto varias veces en ese periodo de tiempo. La mitad presentaba ya un diagnóstico de TDAH y la otra mitad, no. Rodríguez confiesa que algunos fueron diagnosticados gracias a este nuevo modelo y que otros ya diagnosticados, por contra, fueron retirados del estudio porque se les detectaron «problemas de ansiedad».

La comparativa de ambos grupos, concluye el estudio, permite «definir un nuevo modelo más fiable y objetivo. Este sistema se basa en dos tipos de pruebas. Por un lado, la de ejecución, en la que durante algo menos de 25 minutos el niño tiene que hacer una serie de «tareas sencillas, que exigen concentración, y que tienden al aburrimiento». Se trata, básicamente, de pulsar un botón cuando en la pantalla aparezca un estímulo. Ahí se concluye si el niño se concentra o no.

Pero «no solo hay que saber si el niño se concentra bien y hace bien las tareas, hay que conocer además si tiene capacidad para hacerlo para descartar que las dificultades sean motivadas por otros problemas. Si no tienes músculos es difícil levantar peso», dice de forma muy clara Celestino Rodríguez. Por eso, se han realizado el electroencefalograma cuantificado, para medir las ondas beta y zeta del cerebro, y el electroencefalograma activo, que evalúa la oxigenciación de determinadas partes del cerebro. «El resultado principal que hemos encontrado es que los niños con TDAH tienen unos niveles de activación distintos a los niños que no lo tienen. Hay ciertos marcadores diagnósticos importantes, que a la vez se relacionan con la ejecución de las tareas y con cómo los niños son capaces de hacer tareas monótonas que exigen concentración que, debido a estos bajos niveles de activación y fluidez, se realizan de forma más pobre o con menos rendimiento». Es decir, los niños con TDAH tienen «una sintomatología clínica asociada a una baja activación cortical, que dificulta la realización de tareas exigentes». Lo que han hecho los investigadores asturianos en medir esa activación cerebral.

Hasta ahora, las medidas objetivas existían «a nivel de investigación, pero no aplicadas», explica Celestino Rodríguez, por lo que ellos han procurado «conjugar ambas cosas». Al conocer cuáles son los niveles de activación eléctrica del cerebro se puede concluir si realmente el niño no puede concentrarse, no tiene capacidad para ello.

Subtipos

Otra de las conclusiones que destacan los investigadores es que han podido «avalar la tesis más actual según la cual, en lugar de hablar de subtipos de TDAH, habría que referirse a categorías diagnósticas diferenciadas». La cuestión es que «hay niños que son más inatentos y otros que son más hiperactivos. Este modelo de diagnóstico nos permite diferenciar ambos». Como también permite «objetivizar al máximo el diagnóstico de forma barata, economizando tiempo y dinero». El TDAH condiciona el rendimiento escolar para niños y adolescentes, aunque, como recuerda Rodríguez, tiene muy buen pronóstico si hay un diagnóstico, evaluación e intervención certeras.

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