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El biólogo José Luis Jorcano con la bioimpresora, en la Universidad Carlos III de Madrid.
«Lograremos imprimir corazones»

«Lograremos imprimir corazones»

El equipo del gijonés José Luis Jorcano diseña una bioimpresora 3D de piel humana

JESSICA M. PUGA

Martes, 24 de enero 2017, 00:08

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Sin pausa trabajan los científicos dedicados a la investigación en este país. Una dedicación que muchas veces, sin pasar no pocas necesidades, trae recompensa. Como la que recibió ayer el equipo liderado por el científico gijonés José Luis Jorcano al presentar el prototipo de una bioimpresora 3D capaz de crear piel humana. «Lo que conseguimos con ella es automatizar el proceso de producción de piel, algo que antes podíamos hacer solo de forma manual», explica Jorcano.

El equipo de científicos que ha estado trabajando durante tres años en el proyecto procede del Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (Ciemat), de la Universidad Carlos III (UC3M), del Hospital General Universitario Gregorio Marañón, todos de Madrid. Con su diseño se puede crear piel humana «totalmente funcional», apta para ser usada en investigación, probar productos cosméticos y, en un futuro, poder ser trasplantada a humanos. De esta tarea de comercialización está encargada BioDan Group, la empresa que ha participado en el estudio y espera ahora poder sacar al mercado el modelo industrial.

José Luis Jorcano adelanta que esta automatización del proceso de creación de piel «abre nuevas posibilidades» en el campo. Para empezar, explica, se consigue una piel con una complejidad mucho más grande, sin limitaciones. «Cuando la hacemos a mano, podemos crear solo dos capas homogéneas, dermis y epidermis, y nada más, pero en la piel hay estructuras adicionales que son heterogéneas y que ahora, con la impresora, ya podemos planear». En búsqueda de esta complejidad está trabajando ahora el equipo. «Podemos fabricar tejidos con una estrucutra geométrica más compleja que la de la propia piel», advierte. «A largo plazo, seremos capaces de obtener órganos complejos, lograremos imprimir corazones o hígados, por ejemplo, en 3D», vaticina el científico, si bien antes tienen que trabajar en la vascularización de estos. «Estamos empezando a trabajar en ello, pero es algo que aún tenemos muy verde, por eso no me atrevo a proponer una fecha de conclusión», apunta Jorcano. Esto será el futuro, ahora el objetivo es asentar el presente.

En esa línea trabajan ahora los responsables de BioDan Group, más concretamente, en superar las regulaciones nacionales e internacionales. Por eso que a corto plazo la impresora se utilice en la producción de piel para probar nuevos medicamentos, productos cosméticos y químicos. «La gran ventaja de la impresora es que permitiría optimizar los procesos, facilitando la producción para 'stock' y abaratando su coste», apunta el científico gijonés, profesor del departamento de Bioingeniería de la Universidad Carlos III y responsable de la unidad de Ingeniería Biomédica UC3M/Ciemat.

El siguiente paso sería utilizarlo para coberturas temporales de pacientes. «Lo importante de la bioimpresora son las biotintas, los 'cartuchos'», explica Jorcano. «Son los componentes biológicos, los factores de crecimiento y demás cuestiones necesarias para generar un tejido», continúa. «A partir de dermis y su epidermis se amplificarían células 'in vitro' para construir la superficie de piel necesaria», concluye el profesional, quien explica que el mero proceso de impresión es «muy rápido» y que la cuestión estaría en crear las biotintas.

Actualmente se produce manualmente piel del propio paciente paras casos de quemados o grandes heridas. «Somos todos diferentes, cada paciente varía en función del sexo, de la edad y hasta de su estado de salud, pero la razón por la que se necesitaría una muestra del propio paciente es para evitar que la rechace». La piel producida por bioimpresora estará más enfocada hacia el testeo industrial (cosmética, dermatología o química de gran consumo) y hacia coberturas temporales de piel o úlceras crónicas. Jorcano explica, además, que el sentido del tacto se podría recuperar: «Lo que ocurre cuando trasplantas piel a un paciente es que sus terminales nerviosas comienzan a crecer hacia el tejido que ha sido regenerado por lo que se recuperaría la sensibilidad».

En el origen de este trabajo colaboró activamente el Centro Comunitario de Sangre y Tejidos de Asturias. Su coordinador, Álvaro Meana, no duda en señalar que la «bioimpresión es la tecnología con más futuro a día de hoy». Una idea que refuerza el mensaje de que se podrán imprimir órganos humanos complejos a partir de nuestras propias células.

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