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Jóvenes en la playa de San Lorenzo.
¿Cuándo comienza uno a hacerse viejo?

¿Cuándo comienza uno a hacerse viejo?

Científicos estadounidenses determinan las diferencias entre la edad cronológica y la biológica a través de diferentes analíticas, hasta concluir que el proceso de envejecimiento comienza al alcanzar el ecuador de la veintena

jorge barbó

Miércoles, 8 de julio 2015, 11:22

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Llega el verano. Están en la playa. Ellas toman el sol despreocupadas, luciendo sobre la arena cuerpos prietos, sin sombra de flacidez. Algunas se deciden a desprenderse de la parte de arriba del bikini, regalando al paisanaje la visión de unos senos redondos, que desafían gráciles a la gravedad y miran altaneros a esos que ya han alimentado a la prole o a aquellos otros que cuelgan arrugados al sol. Ellos se pasean por la orilla, tensando los bíceps duros, apartándose el pelazo de la frente y poniendo sonrisa burlona ante esos machos alfa en decadencia, con sus barrigas comprimidas con la goma del bañador y sus calvas untadas con crema protectora. Son jóvenes y lozanos. Acaban de llegar al ecuador de la veintena y para ellos hacerse viejo no es más que un burdo chiste lejano, una amenaza poco certera. Pero todo llega. Donde hay six-pack, habrá tripa desparramada; donde hay melena, habrá, con suerte, canas. Las ganas de fiesta y el deseo siempre en flor tornarán en diabetes, colesterol, hipertensión y ¡ay! más que esporádico gatillazo. Y esa espalda fornida se arqueará de forma dramática, cubierta con una capa de pelo más o menos frondosa. La vejez ya ha comenzado. Aunque ellos no lo sepan.

Un estudio publicado en una revista estadounidense indica que algunos signos de envejecimiento pueden detectarse desde mediados de los veinte años. Los hallazgos, publicados en el número de julio de las Actas de la Academia Nacional de Ciencias, se llevaron a cabo sobre una muestra de 954 personas nacidas en Nueva Zelanda en 1972 y 1973. Para llevar a cabo el experimento, los investigadores comenzaron a tomar medidas sobre distintas constantes vitales y el funcionamiento de los riñones, el hígado y los pulmones. También vilgilaron el deterioro bucodental, el estado de los vasos sanguíneos oculares, las funciones metabólicas y el sistema inmunológico a los 26, 32 y 38 años.

Signos de deterioro

Además, los científicos realizaron análisis y diferentes pruebas para medir los niveles de colesterol, el estado físico y la longitud de los telómeros, unas capas protectoras de los extremos de los cromosomas que se acortan con la edad. En base a un total de 18 parámetros, los investigadores determinaron una edad biológica para cada participante que situaron en los 38 años. Y ahí llegó la sorpresa. A pesar de que todos contaban con la misma edad, algunos se encontraban en una edad biológica por debajo de los 30 años y otros cercanos a los 60. Cuando los científicos analizaron en profundidad a los que habían envejecido más rápidamente, encontraron signos de deterioro a los 26 años, justo cuando se comenzaron a realizar las primeras pruebas.

Mientras la mayoría de los analizados había envejecido a una tasa de año biológico por año cronológico, o incluso menos, algunos envejecieron hasta tres años biológicos por año cronológico. Estos últimos tuvieron, además, "malos resultados en exámenes que se hacen generalmente a personas de más de 60 años como pruebas de equilibrio, de coordinación y de resolución de problemas", indica el estudio. Estos descubrimientos "nos dan la esperanza de que un día la medicina podrá ser capaz ralentizar el envejecimiento y de ofrecer a la gente unos años más activos", explica Terrie Moffitt, la principal autora del estudio, profesora de Psicología y de Ciencias en la Universidad de Duke (este de Estados Unidos).

Cuando se pidió a unos estudiantes de la Universidad de Duke que observaran las fotos de los participantes, coincidieron en calificar de "más mayores" a aquellos que envejecieron más rápido biológicamente. Los autores estimaron, por otra parte, que este tipo de estudio abre la vía a un mejor conocimiento del envejecimiento a edades tempranas, cuando todavía se está a tiempo de evitar ciertas enfermedades. Un estudio precedente puso en evidencia que el componente genético sólo influía un 20% en el envejecimiento, siendo las primeras causas el comportamiento en términos de salud y el medio ambiente.

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