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Amador Vázquez muestra en la guía una de las aves que se pueden ver en el Botánico. :: PALOMA UCHA
GIJÓN

Una mañana que «pasa volando»

En el recorrido guiado por los ornitólogos se pudo ver una pega, un mosquitero musical, un reyezuelo y un petirrojo El Botánico descubre a los visitantes las cien especies de aves que lo habitan

D. N.

Lunes, 22 de agosto 2011, 10:07

El Jardín Botánico sirvió ayer de observatorio ornitológico para casi una veintena de personas que, a pesar de la continua amenaza de lluvia, participaron en las visitas que organizan los miembros del Colectivo Ornitológico Carbayera de El Tragamón.

El presidente de la asociación, Amador Vázquez, explicó que el objetivo de estas visitas -que se realizan los segundos domingos de cada mes (el de ayer fue una excepción)- es que «la gente no sólo piense en el jardín como plantas, sino que conozcan la gran variedad de aves que pueden verse en él, y que disfruten de la naturaleza». Además, Paz González, secretaria del colectivo, hizo hincapié en la necesidad de «que la gente disfrute de las cosas sin pensar en llevárselas a casa».

El primer pájaro en dejarse ver fue una pega. Le siguieron el mosquitero musical, el reyezuelo y el petirrojo entre otros muchos. El cielo nublado y la luz dificultaron el avistamiento de aves, a pesar de que se oían sus cantos y Amador Suárez, que dirigió la visita, utilizó varios reclamos.

Los participantes llegaron de varias zonas del país, como Madrid y Valladolid. Toño Urueña, que está pasando unos días en Asturias con su mujer y sus padres, reconocía que, «aunque no vemos muchos pájaros me están impresionando los árboles». A este vallisoletano le aficionó a la ornitología «un amigo al que le gusta mucho», explicó.

También se contaron participantes extranjeros. Isabel Huet viene de Francia y lleva visitando Asturias con su marido nueve años. Les acompañaban sus tres hijos. Isabel reconoció visitar el Botánico por segunda vez «por el itinerario ornitológico» porque, como explicó, «a los niños les gustan mucho las aves y tienen muchos libros en casa». Su mayor preocupación era que no conociesen los nombres en castellano, pero «con las imágenes de las guías» que mostraban los organizadores «no tuvieron ningún problema». Isabel Huet aseguró que «dan ganas de volver, porque ves que hay vida» y «aunque no vimos muchas aves se hizo todo lo que se pudo por que viniesen». Además, valoró especialmente la «pasión» con que Amador Vázquez habla sobre los animales. Pero también sobre plantas y naturaleza en general.

Al final, todos agradecieron el trabajo altruista de los organizadores y quedaron encantados con el resultado de la visita. «Llega un momento en que la gente se suelta», reconocía Paz González. Es entonces cuando empiezan a hablar, preguntar y a detenerse con cada curiosidad. Por eso, la visita, con una duración prevista de hora y media, duró tres. Sin embargo, «la mañana pasó volando».

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