«Las personas de entre 75 y 80 años son las que más se automedican»
«La diferencia entre el medicamento genérico y el de marca es, simplemente, la denominación» Eloy Carlos Ortiz Médico gerontólogo y director de una residencia de Llanes
DAVINIA DURÁN
Miércoles, 11 de enero 2012, 03:38
Eloy Carlos Ortiz es médico gerontólogo y, desde hace quince años, ocupa el cargo de director de la residencia Sierra del Cuera en Posada de Llanes. Ortiz es profesor del curso Experto Universitario en Gerontología de la Universidad de Oviedo, dirigido por el doctor Flórez Lozano. Además, colabora con las asociaciones de mayores del oriente asturiano, a las que ofrece conferencias sobre los problemas que afectan al colectivo. Ayer ofreció una charla sobre el uso y abuso de los medicamentos, en el Hogar del Pensionista de El Berrón.
-¿Cómo deben usarse los fármacos?
-De forma juiciosa y razonable. Se tienen que seguir las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud, es decir, usarse el medicamento adecuado al problema que tengamos, con la dosis correcta, durante el tiempo preciso y al menor coste posible.
-¿Por qué se produce el abuso?
-El gran problema, que lleva a efectos adversos, es la automedicación. Todo el mundo como paciente debe de acudir a su médico, hacerle caso y comentarle las dudas y preocupaciones, nunca automedicarse.
-¿Qué grupos de población son los que más se automedican?
-Según las estadísticas, las personas de entre 75 a 80 años. Esto surge porque hay unas patologías, y muchas veces pensamos que cuantos más medicamentos tomemos más saludables vamos a estar, cuando eso no es así. Los fármacos nos ayudan a curarnos, pero influyen otros factores como el peso, el estrés y el deporte que realicemos para llevar una vida lo más sana posible y de calidad.
-¿Cuáles son las consecuencias adversas del abuso de los medicamentos?
-Las consecuencias negativas se dan con el incumplimiento terapéutico. Muchas veces, las personas con patologías crónicas llegan a un momento en que se relajan, no se cumplen las pautas terapéuticas y se toman las pastillas a deshoras. Esto ocurre también con los antibióticos entre un 30 y 40%, ya que, normalmente, si tenemos anginas o una infección de orina, el médico nos dice que lo tomemos durante ocho días, pero dejamos de hacerlo a los tres o cuatro porque nos encontramos mejor. El incumplimiento genera resistencias al medicamento, lo que hace que no cumpla su función. La gente suele autoprescribirse, bien porque un medicamento le fue bien en el pasado o porque conoce a alguien que lo toma y le va bien, pero no puede ser, porque genera muchos más problemas a la larga.
-¿Cómo se puede solucionar ese incumplimiento terapéutico?
-Es muy importante la comunicación médico-paciente. Preguntar a los doctores para qué sirve, cómo se toma y cuánto tiempo. Además, el enfermo debe poner en conocimiento del facultativo cualquier tipo de efecto secundario o alergia existente. Por eso, recomiendo que todas las personas adultas cuando realizan un viaje se lleven consigo una copia de los medicamentos que toman y sus problemas médicos, por si sucede cualquier cosa.
-¿Cuál es la diferencia entre un genérico y un medicamento de marca?
-Los fármacos están constituidos por un principio activo y unos excipientes. El principio activo es la sustancia que va a actuar sobre la patología. Cuando estudiamos la carrera, los médicos conocemos los principios activos de los medicamentos, no sabemos los nombres comerciales. Eso no quiere decir que los fármacos innovadores con marcas comerciales sean malos, ya que es necesario que los laboratorios sigan investigando y creando medicamentos de calidad y nuevas fórmulas. Para ellos, existe el periodo de patente, que les permite amortizar los gastos que conlleva. Independientemente, la diferencia entre el genérico y el de marca es, simplemente, la denominación. Los genéricos pasan por unos controles de calidad exhaustivos del Ministerio de Sanidad, donde deben alcanzar la misma biodisponibilidad, es decir, tiene que darse la misma concentración en sangre y hacer el mismo efecto. Son bioequivalentes, en las mismas condiciones se puede sustituir uno de marca por un genérico.
-¿Los genéricos ahorran dinero a la sanidad pública?
-Cuando cumplan todos los criterios de calidad, el beneficio económico es importante, es necesario optimizar los recursos. Los medicamentos deben usarse de forma razonable. Según datos estadísticos, mientras que nosotros en 2004 ahorramos 140 millones con el uso de los genéricos, países del primer mundo como Alemania han ahorrado 3.000 millones. Está claro que si tenemos un medicamento más barato, que mantiene la misma calidad, optaremos por ése. El gran problema es la adaptación de los pacientes al nuevo fármaco, que cumple la misma función, ya que si tomo durante diez años un medicamento, el cambio en el color o la forma, suele generar rechazo y problemas diarios, e incluso los enfermos se llegan a plantear su efecto. Por eso es necesario que el médico explique muy bien el genérico y su efecto, que cuente que la pastilla cambia, pero no sus funciones.