¿Piercing en el aula sí o no?
Las familias de la concertada respaldan la prohibición de varios colegios, mientras que las de la pública los acusan de «querer uniformar al alumnado»
A. VILLACORTA
Miércoles, 19 de febrero 2014, 01:45
«Con ese piercing puesto, no puedes entrar al aula». Eso le dijeron a una alumna del Patronato San José no hace mucho. Así que se deshizo del arete que llevaba en la cara -con el consentimiento de sus padres, ya que se trata de una menor- y así fue como, finalmente, pudo asistir a clase con normalidad.
Las normas que dicta la estética han obligado a los centros educativos a adaptar sus normativas a ellas a través de los reglamentos de régimen interno, pero la prohibición impuesta por varios colegios gijoneses que han vetado las perforaciones faciales en sus clases como el Patronato San José o la Asunción no gusta a todas las familias por igual.
El portavoz de la Confederación Católica de Padres de Alumnos (CONCAPA) en el Principado, José Manuel Martínez, sale en defensa de estos centros pertenecientes a la red concertada recordando que «la ropa que se usa para trabajar debe ser adecuada para la realización de una determinada tarea» y defendiendo que la máxima debe cumplirse en el caso de los estudiantes.
Según el portavoz de las familias de la concertada en Asturias, prohibir no solo los piercings, sino también otro tipo de prendas como gorras o bermudas -que, como las chanclas, florecen con la primavera-, implica que «se demuestra un respeto tanto a los docentes como a los demás compañeros» de aula.
Mención especial hace de los adornos faciales (porque, como precisa la directora de la Asunción, «los del resto del cuerpo no se pueden controlar»), ya que, en su opinión, «hay que guardar ciertas formas y el uso de determinados abalorios no procede en ambientes como el escolar».
Su punto de vista es justo el contrario del que mantiene la presidenta de la Federación de Asociaciones de Madres y Padres de Alumnos de Centros Públicos de Gijón y Carreño (FAPAS-Xixón), Juana Llana, que acusa a estos colegios de «querer uniformar a su alumnado».
«No me parece que sea nada peligroso ni que interfieran en la convivencia. Espero una razón de peso que no sea prohibir por prohibir e intentar estandarizar a la gente», cargó Llana, que sostiene que lo mismo pasa con los uniformes, que ganan terreno en la escuela pública: «Contribuyen a anular la personalidad de cada niño, la diversidad. No tienen nada que ver con ahorrar o con la comodidad. Hay quien incluso dicta que los zapatos tienen que ser con cordones o sin cordones. Vamos a peor. ¿Qué será lo próximo a la hora de coartar la libertad a hora de expresarnos? ¿Tendremos que ir todos con el mismo corte de pelo?».