Monumentalidad fantástica
RAMÓN AVELLO
Martes, 27 de octubre 2009, 04:18
Repertorio francés, salvo la excepcional propina wagneriana, pero la sonoridad de la Orquesta Sinfónica de la Radio de Leipzig, una de las agrupaciones de más tradición en Alemania, es inequívocamente germana. Cuerdas compactas, sentido estructural de las obras interpretadas, expresionismo radical en la intención, fortísimos plenos, sin desflecarse la sonoridad y, como guinda, uno de los grandes violonchelistas europeos: Gautier Capuçon. Bajo la dirección de Jun Märkl ofrecieron un recital de alto nivel en Oviedo.
El 'Martirio de San Sebastián' es una obra híbrida entre una cantata esteticista del poeta Gabriel D'Annunzio y la música de Debussy que acompaña el refinamiento artificial del poeta italiano. Sobre la versión original de la obra, Debussy realizó la versión de concierto; las fanfarrias 1 y 2 que hemos escuchado. Una obra de un colorido irisado, armonía en bloques no funcionales y melodías fragmentadas. Versión correcta, con sugerencias de vidrieras góticas pero recibida con cierta frialdad.
Frente a esa abstracción del 'Martirio', la elegancia y encanto supremo del 'Concierto para violonchelo', de Saint- Saëns, protagonizado por Gautier Capuçon. El virtuosismo al servicio de la expresividad, y la expresividad al servicio del encantamiento melódico. El lirismo predominantemente intimista, especialmente en el segundo movimiento, y el sentido dialogante entre solista y orquesta, fueron ejes de una versión exquisitamente modelada por Jun Märkl.
Se puede tildar la versión de la 'Sinfonía fantástica' de monumental. Märk subraya en todos los movimientos la «idea fija», es decir la melodía que personifica a la mujer amada. Prima el sentido de la espacialidad, con efectos en oboes y campanas fuera del escenario, mueve hasta el límite, los tiempos, y matiza las intensidades, con enormes graduaciones en las dinámicas enfebrecidas del cuarto y quinto movimiento. El resultado, una versión quizás poco convencional, pero de una sugerencia de color y una fuerza vital excepcional. El quinto movimiento, con el vuelo de las brujas y el 'Dies Irae', fue un prodigio de plasticidad y riqueza sinfónica. Todo muy francés, pero de sonoridad alemana.