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Don Emilio
OPINIÓN ARTICULOS

Don Emilio

SENÉN GUILLERMO MOLLEDA VALDÉS ARTURO ARIAS

Jueves, 19 de noviembre 2009, 03:25

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O CURRE muchas veces que conocemos el nombre de una calle pero no sabemos nada de la persona que le dio el nombre a esa calle. En este caso me refiero a Emilio Tuya al que, quizás ahora. muy pocos sepan quien fue y sin embargo, aparte de ser alcalde de Gijón (hizo entre otras cosas la Pescadería Municipal), fue también presidente del Sporting, del Real Club Astur de Regatas, socio fundador del Grupo Covadonga, abogado y jefe mayor del Cuerpo Pericial de Aduanas, entre otros importantes cargos. (Le ofrecieron el Ministerio de Hacienda que no aceptó).Y una vez ubicada su figura en nuestra pequeña historia, para conocimiento de todos los gijoneses, yo le traigo hoy aquí por diversas razones personales ya que don Emilio fue alguien muy importante en nuestra familia: padrino de boda de mis padres, padrino mío de bautizo y tras el grave accidente que tuvo mi padre en el año 1956 cuando iba a verme a Deusto donde preparaba la carrera de Derecho y quedar tetrapléjico a los cuarenta y siete años y hasta los sesenta y tres que murió, fue don Emilio la persona que, cuando los demás familiares y amigos se fueron alejando continuó yendo todos los miércoles a hacerle dos o tres horas de compañía que éste agradecía mucho. Antes de ocurrir todo esto, luego y desde los años de guerra y postguerra, todos los primeros de año cenaba con nosotros. También recuerdo mi nerviosismo cuando yo tenía cinco o seis años e iba «a ver que me habían puesto los reyes en su casa», un dúplex con jardín y palmeras en la calle Celestino Junquera. Fue don Emilio uno de los gijoneses que más quiso a este pueblín; fue un hombre sensacional. Contaba muchas anécdotas de su carrera de Aduana. Un día fue a 'comer' un entierro en Tuy y observó que estaba frente a él y con un puro en la boca un señor mayor y al decir al de al lado que estaba muy pálido éste le contestó: ¡Es que es el muerto! En otra ocasión, cuando vivía en Madrid tenía que ir a Sevilla a ver al jefe de aduanas de la ciudad andaluza y compró dos kilos de bombones para llevárselos a su señora. Durante el viaje no pudo resistir la tentación y abrió la caja y, poco a poco, se los comió todos. ¡Y eso que era diabético!. Fue uno de los hombres que están a la cabeza del ranking de mis afectos y al que recuerdo con todo el cariño del mundo. Quedaría plenamente satisfecho si con este esbozo ahora cuando pase, el que esto haya leído, por la calle Emilio Tuya, recuerde que está recorriendo la calle de uno de los hombres más ilustres que dio Asturias.

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