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Son casi 20 años de «infierno» que asegura padecer una familia de Feleches, en Siero, por culpa de un «vecino rabioso». Quien más ... lo sufre es una señora de más de 80 años, Carmen Fal, que desde hace tiempo no se atreve a salir de su propia casa. Es su hijo, Valentín Ornia, quien enseña un vídeo de pocos segundos: «¡Cerda! ¡Que eres una cerda!». Los gritos provienen del otro lado del muro cuando la mujer se arma de valor para ir al gallinero. «Pocas veces, porque tiene pánico». Al poco, en las imágenes, se puede ver al hombre que profiere esos insultos, quien vive justo al lado y que, manguera en mano, «se dedica ahora a echarnos agua para acosarnos».
Las denuncias han sido numerosas, tanto ante la Guardia Civil como en el juzgado; de hecho, están a la espera de que se señale la vista por un caso en el que el citado vecino echó ácido desde el muro. «Ya no sabemos a qué puertas llamar; nadie nos escucha. Esto es insufrible. Y él, venga a echarnos ahora agua; claro, como igual ni la paga, porque los trabajadores de la cooperativa no se atreven a acudir a su casa para mirar el contador». No obstante, cabe aclarar –el propio Valentín lo cuenta– que este hombre también ha denunciado a la familia de Carmen Fal. «Lo que desconocemos son los motivos, porque no tiene nada de nada».
Todo surgió cuando, al lado de la parcela de la casa familiar, ubicada en el núcleo de La Mata, se instaló un nuevo habitante. «Un vecino rabioso que nos hace la vida imposible, con innumerables insultos y amenazas; nos tira estiércol desde su parcela y ácido. Lo tenemos todo grabado. Pero aquí nadie hace nada», contaba hace poco más de un año. Tras publicar EL COMERCIO la información –que tuvo repercusión a nivel nacional–, ese vecino rebajó sus ataques; «pero sigue amedrentando a mi madre, que es lo peor de todo; la graba con el teléfono y se la queda mirando fijamente. Y ahora esto, todo el día con el agua».
Tras los últimos «ataques», se interpuso querella en el juzgado. «Pero ha pasado más de un año y no se señala fecha para la vista; solo pedimos que mi madre pueda vivir tranquila en su propia casa, la de toda la vida». Precisamente, Ornia tuvo que acudir a un juicio en calidad de testigo el pasado verano. ¿El motivo? Porque un empleado de la cooperativa que suministra el agua a las parroquias de Feleches, Collado y Aramil presentó una denuncia por amenazas contra este 'vecino rabioso'. «A pesar de contar con todos los permisos pertinentes, ese señor nos acosó sacándonos fotos y vídeos. Llamó a la Policía Local y los agentes nos permitieron seguir con nuestro trabajo». Siempre según la versión de este trabajador, poco tiempo después aparecieron rotos los contadores de la vecina –Carmen Fal– y tapó una arqueta en un camino público con hormigón. Pero lo peor de todo fue lo que vino después: «Me amenazó, me dijo que me iba a pegar dos tiros si me veía otra vez por ahí. Y creo que es capaz de hacerlo».
El dolor del hijo al ver así a su madre es notorio. «Siempre sale indemne, no sabemos qué hacer. Esto es un calvario», decía Valentín Ornia que defiende: «Siempre hemos hecho todo por el libro para protegernos».
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