«A la ecuación de la faba se tiene que sumar la investigación»
Les Xornaes de les Fabes de Villaviciosa reconocen a sus impulsores, José Armando Fernández, Miguel Ángel Fueyo y Raimundo Cueva 'René', en su trigésima edición
Muchas fabes se han sembrado en Asturias desde que tres amigos, José Armando Fernández Vega, Miguel Ángel Fueyo y Raimundo Cueva Suárez 'René', decidieran apostar por la legumbre y potenciarla a todos los niveles. Lo hicieron tomando como base Villaviciosa, el concejo donde la producción era destaca y el interés, sobresaliente. Su trabajo conjunto desembocó, en 1994, en les Xornaes Gastronómiques y Culturales de les Fabes –hoy, simplemente Xornaes de les Fabes de Villaviciosa–, que cumplieron su trigésima edición este año. Para celebrarlo y agradecérselo se les rindió homenaje en la jornada de clausura celebrada ayer, y se les entregó una reconocimiento «por su arduo trabajo en defensa de la faba y de esta fiesta». De recogerlo en nombre de 'René', hostelero y presidente de la Asociación de Villaviciosa para el Turismo (Avitur), fallecido hace cuatro años, se encargaron su viuda, Tere, y su nieto Alfonso Cueva.
El homenaje les permitió recordar lo «fácil que fue» liarse la manta a la cabeza hace 30 años, analizar el camino recorrido desde entonces y valorar la situación actual. «Recuerdo que llegó a haber 62 expositores de faba en este mercado, pero ahora son muchos menos», incidió José Armando Fernández, quien fuera también impulsor de la asociación de cosecheros Villafaba. También percibe menos compradores. «Antes había tres o cuatro muy fuertes que venían y lo terminaban todo. Claro que eran otros tiempos, en los que se vendía a granel; ahora viene envasado y se asegura su calidad porque hay un fraude con la faba increíble. Menos mal que está el Consejo Regulador velando por lo nuestro».
La situación del agricultor que se dedica a la faba ha cambiado. Y eso lo contó Ángel Fueyo, quien fuera especialista y técnico del Servicio Regional de Investigación y Desarrollo Agroalimentario (Serida). «Antes, el de la faba era un cultivo asociado con el maíz fundamentalmente, con producciones de 400 ó 500 kilos por hectárea; pero ahora se consiguen producciones de hasta 2.000», aseguró, reseñando que eso propició que empezara a ser una renta importante en el medio rural asturiano. Si bien, «los problemas no cesan», remarcó, al tiempo que incidía en los problemas que está trayendo el cambio climático. «Lo importante es investigar, encontrar soluciones y ponerlas al alcance del productor antes de que sea tarde», pidió Fueyo, para «evitar que se retroceda en el camino que hemos trazado». Por eso que no dudara en pedir que «a la ecuación de la faba se sume la investigación», igual que se tiene en cuenta al productor, al comercio y al hostelero porque «es la forma de seguir creciendo».
Hacia ese futuro señaló también el alcalde de Villaviciosa, Alejandro Vega, quien mostró su voluntad de seguir trabajando junto a los cosecheros y el Consejo Regulador de la IGP Faba Asturiana y de la mano del sector servicios. Y con él, el Gobierno del Principado, representado por la consejera de Educación, la maliaya Lydia Espina.
En la clausura se citaron muchos de estos protagonistas. Y se repartieron premios. Uno fue a parar a quien presentó la mejor faba asturiana con IGP, que fue para Celia Vallina (Fabes La Barreda). El concurso de decoración de puestos lo ganó Fabes de les míes, y el de exposición de fabes y mundo rural, el A.M.P.A. del Colegio Público Maliayo. Finalmente, el reconocimiento para el productor de la legumbre con la que se prepara la Mejor Fabada del Mundo de 2024, la que se cocina en La Cantina de Villalegre, fue para Luis García.