Un turismo con «identidad rural» en Argüero para restaurar la tradición
El Ecomuseo Ca l'Asturcón plantea una mayor «sensibilización» del visitante y dejar de «vender Asturias como refugio climático»
El futuro del turismo rural en Asturias no está en su paisaje, sino en su tradición y actividades. Esa es la visión que se plantea ... desde Argüero, Villaviciosa, a través de la programación que ofrece la Fundación Ecoagriturismo en el Ecomuseo Ca l'Asturcon. Un plan que se ha convertido en un proyecto empresarial y familiar que cumple 25 años cautivando al turista.
El problema actual, explicó Severino García, presidente de la fundación, es que «se llama turismo rural al alojamiento, es una oferta masificada, sin diferenciación»; se ofrece el paisaje, pero se deja fuera a la esencia.
Ahí es donde el ecomuseo de Argüero se diferencia en lo que ha ido incorporando, paulatinamente, desde 2000. Además de la estancia, se incluyen actividades rurales, singularidades del entorno de Les Mariñes. Por ejemplo, artesanía con cerámica o talleres con razas autóctonas en peligro de extinción, como los de lana de oveja xalda, que «recuperan» un producto que quedó en segundo plano durante la evolución textil.
«A finales de los noventa habría unas 300. Hoy en día, en Asturias, rondarán aproximadamente las 3.000. Sigue siendo un rebaño pequeño, pero ha subido», destacó.
Iniciativas como la suya, añadió «han permitido la recuperación demográfica de estos animales», ofreciendo algo de interés que no sólo dinamiza la zona rural, sino que también la reivindica de cara al exterior.
Precisamente, con motivo de su vigesimoquinto aniversario, el ecomuseo está ofreciendo talleres especiales, entre los que se encuentra el de lana de oveja xalda.
Con ellos, destacó García, se vuelve a lo que en realidad es el turismo rural, «volver al origen, defender los conceptos de ruralidad basados en nuestra cultura local, los quehaceres de una familia en producción agroalimentaria hace 40 o 50 años».
Su oferta, defendió, es el futuro y está teniendo respuesta. No tanto en número de gente, pero sí en sensibilización, pues «el público ha cambiado en estos años».
Resulta algo lógico, concluyó, «vender Asturias como refugio climático», sólo el alojamiento, no funciona. Lo único que ha conseguido es «que la gente vaya a Asturias en verano porque está de moda», lo que acaba desembocando en frustración por parte del turista y malestar entre los vecinos.
El mensaje que da el Principado «debe cambiar», no sólo ofrecer la imagen, «sino el contacto con la gente», principalmente porque «la población local de la zona rural está desapareciendo, se desplaza a la ciudad». Hay que buscar «un modelo activo» que una ambos conceptos.
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