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Xana Villa, en Urabá, con una lora llamada Irene.
«No tienen nada y te dan la mitad»

«No tienen nada y te dan la mitad»

Xana Villa empezó un viaje por Latinoamérica, pero llegó a Colombia y ya no se fue

Azahara Villacorta

Sábado, 20 de febrero 2016, 03:30

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Xana Villa García es una nómada: estudió Ciencias Ambientales en Miami, vivió en lugares como Cataluña o Inglaterra y ahora sus días transcurren en la Comuna número 7 Robledo, una de las 16 de la ciudad de Medellín, capital del Departamento de Antioquía, Colombia.

A este «barrio popular» llegó después de que las cosas se torcieran en la consultora medioambiental en la que trabajaba en el Reino Unido. «Fue un rollo muy raro. Parece que en los manuales empresariales pone que, para ejercer poder, tienes que putear a la gente», resume. Olo que es lo mismo:«Los jefes se propusieron echar a los más débiles», entre los que ella no se contaba. Y, por ahí, esta mujer, que además de trashumante tiene alma de izquierdas y feminista, no pasó. Así que, después de intentar organizarse con sus compañeros para que todos trabajasen menos horas y que nadie sobrase, en vano, pidió el finiquito y volvió «con algo de plata» a casa de su padre, en Gijón. Aunque, como lo suyo es crecer en movimiento, volvió a hacer la mochila y hace dos años se propuso recorrer Latinoamérica. De norte a sur. «Pero llegué a Colombia, conocí a su gente y me quedé», cuenta con un acento que ya no es de ninguna parte.

Además de la gente, lo que terminó de enamorarla fue el golfo de Urabá, «pegadito a Panamá». Un cruce de caminos entre el Pacífico y el Atlántico; entre América del norte, del centro y del sur; entre el sur y el norte del país. Un enclave tan único como mágico.

«Es un lugar caliente y donde cualquier cosa crece en cualquier sitio. Ten en cuenta que en la Península ibérica hay 1.100 especies de plantas, mientras que en Colombia hay más de 10.000. Me fui a visitar aquella zona y aluciné. Ya solo podía pensar en cómo quedarme en Colombia después de estar seis meses entrando y saliendo para que me volviesen a sellar la visa de turista. Pensaba en cómo podía ayudar, echar una mano allí». Y, maquinando maquinando, diseñó un plan:se matricularía en la Universidad Nacional para hacer un doctorado en Ciencias del Mar.

Así que en eso está esta asturiana, en un país con «personas lindísimas, que no tienen nada y, aún así, te dan la mitad», y «con cosas muy buenas y otras muy feas». Un paraíso para una especialista en biodiversidad porque «tiene de todo:jungla, glaciar, desierto, llanuras...»

Entre esas cosas «feas» está la violencia y un conflicto armado que tiene como actores al Gobierno, la guerrilla y los paramilitares. Y, al respecto, la opinión de Xana Villa es muy clara:«La mayoría de los colombianos quieren acabar con el conflicto, pero acabar con la guerrilla no es terminar con la guerra.De nada sirve que las FARCentren en el proceso político y abandonen las armas si las reformas estructurales por las que nacieron no se han llevado a cabo. Porque no nos engañemos:el gran problema aquí es que es uno de los países con mayor desigualdad del planeta. Hay propietarios de fincas que tienen la extensión de un concejo asturiano».

En este tiempo, por ejemplo, ella ha comprobado «que, gracias a sus políticas neoliberales, Colombia está regalando sus extraordinarios recursos naturales a las multinacionales. En un país donde se tarda once horas en recorrer 300 kilómetros, hay zonas enormes sin gobernabilidad donde las multinacionales hacen y deshacen a su antojo, donde se compran alcaldes y gobernadores, mientras que los campesinos se mueren de hambre. Sobre todo, los niños. Conocí a un trasto que, con cuatro años, come todo lo que se encuentra por el suelo».

Ytodo, con una mentalidad «muy machista y muy católica y un sistema de protección social con graves carencias, algo que se contrarresta con «un gran asociacionismo, porque han entendido que se tienen que unir».

«Ahora, con 20.000 casos diagnosticados, han dicho que las mujeres no se queden embarazas por el zika» por posibles malformaciones en sus bebés:la temida microcefalia. «Y, sin embargo, el acceso al aborto es muy complicado. Hay tres supuestos, pero los médicos pueden alegar objeción de conciencia y, por lo tanto, las clínicas y hospitales católicos no los practican. Ni siquiera cuando hay malformación».

En eso anda esta asturiana de nombre mitológico que lleva dos años bañándose con agua fría, pero feliz. Decidida a estudiar los efectos de la deforestación y de la presencia de un mercurio «que ya utilizaban los españoles en el siglo XVI y que la minería sigue usando»en su querido golfo de Urabá, donde «la mayor parte de la proteína animal que se come es la del pescado».

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