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Jaime Rodríguez, en el parque Lazieki, uno de sus lugares favoritos.
«Las mujeres polacas son guapísimas»

«Las mujeres polacas son guapísimas»

Este moscón de 23 años aprovechó su Erasmus para «ver mundo» y se quedó en Centroeuropa: «Ha sido la mejor decisión de mi vida»

A. VILLACORTA

Jueves, 14 de junio 2018, 16:39

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Un buen día, Jaime Rodríguez cambió Grado por Varsovia gracias al Erasmus (antes de terminar su beca ya estaba buscando trabajo) y ya no se movió de la capital polaca, donde lleva dos años y medio, un tiempo en el que ha crecido tanto en lo personal y y lo profesional que aún no se lo cree: «Venir a Varsovia ha sido la mejor decisión de mi vida. Estoy desarrollando mi carrera profesional en empresas punteras y viendo mundo. Siempre digo que gracias a Dios no me fui por necesidad, pero que tampoco quería que me mantuviesen mis padres, y que, con 23 años, estoy encantado de ser independiente». Una independencia que le han granjeado los idiomas, porque este emprendedor habla (y estudia) inglés, italiano y portugués y, «poco a poco, porque es una de las cinco lenguas más difíciles del mundo», se está animando con el polaco con la ayuda de su novia.

Y es que, además de los encantos de una ciudad en la que «es fácil progresar y ahorrar» y que «está viviendo un boom del ladrillo similar al que vivió España unos años atrás», al moscón le ha cautivado la belleza centroeuropea. «Las mujeres polacas son guapísimas y, en casi todos los casos, el motivo por el que nos quedamos aquí los extranjeros es o una novia o mujer polaca», reconoce. Algo que no sucede entre el sexo opuesto, confirma también: «Hay muy pocas mujeres extranjeras con hombres polacos».

De la mano de su chica, que siempre es un plus, está conociendo una sociedad polarizada y no solo en el plano arquitectónico, donde, «en una misma calle puedes ver un monumento precioso con siglos de antigüedad junto a un rascacielos recién construido y un bloque soviético». También está dividida «entre lo eslavo y lo germánico, la pobreza y el lujo. Una parte que tiene lo mejor de los alemanes -como puntualidad y educación- y la otra lo peor de los rusos, como alcoholismo, agresividad o racismo».

Y claros ejemplos fueron, dice, «la visita a Madrid este año del Legia de Varsovia», con unos de los hooligans más violentos del panorama futbolístico, «o el nuevo Gobierno del PIS, que, pese a recibir millones en ayudas de la UE o tener polacos emigrados en todos lados, a veces sorprende con algún comentario poco acertado sobre Europa». Por no hablar del tristemente célebre eurodiputado polaco Janusz Korwin-Mikke, conocido por sus comentarios racistas, sexistas y antisemitas y capaz de defender sin sonrojarse en la Eurocámara que las mujeres deben ganar menos porque son inferiores a los hombres.

«Últimamente estuvimos preocupados porque pretendían evolucionar a una forma mas totalitaria de gobierno, como ha ocurrido en Turquía. Tienen aún una mentalidad de posguerra que los extranjeros no entendemos muy bien», admite Jaime como una de las incertidumbres de un país en el que, con todo, está disfrutando la vida: «He corrido una de sus maratones, he ido a infinidad de festivales de música, cerveza o tatuajes, he visto fútbol internacional, dj's y cantantes que siempre quise ver en directo... Y todo, a precios más que asequibles». Aunque advierte de que eso también está empezando a cambiar, porque, «con la entrada en la UE, Polonia se desarrolla a pasos agigantados y está propiciándolo la migración de empresas de todo el mundo para centralizar allí sus oficinas».

En su caso, ya ha pasado por tres compañías y ahora trabaja en Colgate-Palmolive como analista responsable de la gestión de los pedidos de los clientes de España y Portugal. Sin queja. «Estoy sorprendido de lo rápido que se puede crecer aquí, donde la tasa de desempleo es solo del 3%. Tengo un salario que a mi edad en España no sería fácil ganar y con un coste de vida menor. En solo dos años y medio gano un 50% más que en mi primer empleo», cuenta. Así que solo pone una pega económica: «El precio de la vivienda, ya que al no tener oferta para tanta demanda, tanto de estudiantes como de trabajadores polacos y extranjeros, los precios pueden llegar a ser comparables a los de Madrid». Y algunas más al sistema: «Una vez que sales de España y comparas, te das cuenta de que somos unos privilegiados en calidad de vida y temas sociales. Aquí, por ejemplo, la sanidad es como en Estados Unidos y en nuestros trabajos nos proporcionan clínicas privadas».

De momento, allí seguirá, con un verano que «es una locura de calor y un invierno en el que se hace de noche a las 15.30 y en el que se llega a 20 grados bajo cero, lo que al final deprime a cualquiera», pero «descubriendo y haciendo amigos de todo el mundo» y con un objetivo muy claro: «Me gustaría abrir algún día mi propia empresa y dar a conocer Asturias al mundo». Eso sí: en cuanto puede, vuelve a disfrutar de la tierrina «gracias a la conexión aérea con Santander».

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