Asturianos en la diáspora
Sonia Cuesta estudió Físicas pero se decantó por la consultoría ambiental que le llevó a Londres donde trabaja como funcionaria
La vida da muchas vueltas y lo ideal es que seamos nosotros, nuestra intuición más despierta la que oriente ese movido periplo por la geografía a la que nos van a llevar los trabajos y los días. Algo así fue lo que acabó encarrilando los pasos de Sonia Cuesta (Langreo, 1976) hacia la ciudad de Londres, donde reside ya desde hace 17 años y donde ha formado su propia familia. Cursó la carrera de Físicas entre las universidades de Oviedo y Santiago, pero pronto sintió que aquello no era exactamente lo suyo. «Cuando acabé, la verdad es que no me veía haciendo eso. Fue mi hermano quien me sugirió matricularme en un máster de consultoría ambiental en la EOI (Escuela de Organización Industrial). Al terminar me consiguieron un contrato en prácticas en una consultora americana. Ahí estuve 14 años», relata esta langreana, criada en Gijón, donde tiene un piso al que vuelve cada verano.
Cuesta trabajó desde la sede en Madrid de la consultora en numerosos proyectos internacionales: «Gran parte en Oriente Próximo para empresas petroleras elaborando estudios de impacto ambiental», explica. Pero algo la atraía en Londres. Logró un traslado allí por un año y acabó estableciéndose definitivamente en la capital del Reino Unido tras conocer a su actual marido, con quien tiene tres hijos en edad escolar. Desde 2018 la consultora asturiana es funcionaria de la Agencia de Crédito a la Exportación británica.
En conversación desde Southfields, la tranquila zona donde reside, señala como contraste a la realidad española, el acceso al funcionariado: «Es un sistema diferente, no hay oposiciones, aquí es por méritos, que me parece mejor porque por pasar un examen no demuestras que puedas hacer bien el trabajo. Es una entrevista con un tribunal y el proceso es largo. Tampoco es vitalicio, pero es más seguro que una empresa privada».
De la vida cotidiana declara que «los ingleses es que me caen bien... El tópico de que son cerrados, tengo amigas que dicen lo mismo del País Vasco o Barcelona». Destaca también «el sentimiento de comunidad, el cosmopolitismo y los espacios verdes, se piensa mucho en los críos». Los suyos van a un colegio público y la calidad educativa es otro punto positivo en un país «donde también hay inseguridad en las calles, no todo es rosa, pero si vives en tu pequeña burbuja la vida es agradable». Le gustaría volver a Asturias, pero de momento se ve en Londres: «Es un debate que tengo».