«En Suecia veo muchísima riqueza»
José Rico llegó el año pasado a Estocolmo y pocos meses después puso en marcha una 'start-up' relacionada con las comunicaciones
José Rico Fernández (Salinas, 1997) es inquieto por naturaleza. Este joven estudió en la Universidad de Oviedo Ingeniería en Tecnologías y Servicios de Telecomunicación y, ya durante el cuarto curso, empezó su aventura laboral en Arcelor Mittal. Frente a todos los que ni estudian ni trabajan, él compaginó ambas obligaciones, mientras hacía un máster y también cuando empezó su tesis doctoral con Manuel Arrebola. «En Arcelor empecé a trabajar en la impresión 3D en metal y comenzamos a ver las aplicaciones que podía tener esa tecnología para las antenas y para los componentes de comunicaciones», explica.
Con esa investigación de fondo, al castrillonense le surgió la oportunidad de hacer una estancia en Estocolmo y ni se lo pensó. «El primer año de doctorado me ofrecieron venir a Suecia porque el codirector de mi tesis está aquí», cuenta. Aquello duró tres meses y le dejó muy buenos recuerdos: «Me gustaron mucho la ciudad y el ambiente del grupo de investigación», reconoce. Y además se encontró con que, por esos lares, hay «mucha industria relacionada con el sector de las comunicaciones y las antenas».
Se le pusieron a José los dientes largos, lo habló con su pareja –también asturiana– e hicieron las maletas para instalarse definitivamente en Estocolmo. «Vine a continuar la tesis desde aquí y, al poco tiempo de llegar, me propusieron que formara una 'start-up' y me pareció una buena alternativa».
«La burocracia va muy lenta, incluso más que en España. Estuve seis semanas para hacerme una cuenta en el banco»
Sara y él se pusieron manos a la obra y en mayo del año pasado ya tenían registrada su empresa 'Northern Waves' «de componentes de comunicaciones hechos en impresión 3D metálica». Y eso que no fueron nada fáciles los comienzos porque en Suecia la burocracia es «lentísima, incluso más que en España», se ríe. «Aquí lo tienen todo muy informatizado, así que para hacer cualquier cosa, tienes que meterte dentro del sistema sueco», apunta. «Necesitas que te den un número personal porque, sin ese número, no puedes ni siquiera comprarte una tarjeta para el móvil». Y esa no es la única dificultad: «Tardé seis semanas en abrir la cuenta del banco».
Tuvieron que superar muchos obstáculos, hasta que empezaron a llegar los proyectos que ahora llevan a cabo desde «el centro de incubación de la Agencia Espacial Europea». Ellos están rodeados de bastante talento y también de bastante dinero porque «en Suecia hay mucha riqueza», asegura. «Cuando sale un producto nuevo de Apple, se lo compran», añade sorprendido.
Pero no es oro todo lo que reluce, la falta de luz de este país dificulta mucho la vida allí. «En invierno, sales de trabajar tres horas después de que se haya hecho de noche», se lamenta. «Los fines de semana tenemos que madrugar para poder aprovechar la poca luz que hay». Esa oscuridad hace que «todo el mundo se coja vacaciones en febrero», para irse en busca de algún rayo de sol. «Los padres de muchos amigos que tengo aquí tienen casas en la Costa del Sol, en Canarias o en Baleares».
Allí la luz es una constante y también los buenos precios porque, tal y como cuenta José, salir a tomar algo en Estocolmo es muy caro. «Hay muchos impuestos sobre el alcohol, una cerveza te cuesta ocho o nueve euros», cuenta impresionado. «Eso hace que puedas salir a tomar algo, pero no te tomas cinco cañas como harías en España», se ríe y añade: «Aquí beben en las casas. A las cinco de la tarde ya los ves contentos y a las tres de la mañana se les acaba la fiesta».
Tienen una forma de vida muy distinta a la nuestra y por eso José se imagina un futuro en Asturias. «Me quedaré aquí uno o dos años, pero a medio plazo quiero volver», confiesa. Lo tiene claro porque, aunque ahora tiene su empresa registrada en Estocolmo, «algún día la registraré también en el Principado». Eso le permitirá tener «una mayor calidad de vida a nivel personal y estar en un sitio competitivo en costes, en comparación con el resto de Europa», señala. «Mis principales competidores están en Suiza y allí los costes fijos son muy altos».
Además, José quiere ayudar a los ingenieros asturianos que siguen sus pasos. «En el mundo de las telecomunicaciones y de las antenas no hay mucho trabajo en Asturias, así que me gustaría que la gente que haga lo mismo que yo se pueda quedar en nuestra región y ser yo quien les dé un empleo de calidad». Así la fuga de talentos se convierte en retorno.