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Miriam Suárez
Oviedo
Sábado, 25 de enero 2025, 18:16
Desde que volvió de un Erasmus en Argentina, en la recta final de su sexto curso de Medicina, Paula Pérez se ha preparado a fondo ... para la prueba que hoy decidirá quiénes van a ocupar las 11.943 plazas de Formación Sanitaria Especializada que se ofertan este año en toda España. Más de ocho meses en los que esta soriana licenciada por la Universidad del País Vasco ha estado estudiando desde que «me levantaba hasta que me acostaba» para un examen que concitó en Oviedo a 1.811 aspirantes de los 32.212 que se han inscrito en todo el país.
A las 16 horas, en los aularios dispuestos en el campus del Cristo, se desprecintaban las cajas con los cuadernillos del examen y las hojas de respuesta. A esa misma hora, se hacía lo propio en el resto de localidades españolas donde el Ministerio de Sanidad ha fijado las sedes de la prueba que permitirá reforzar el sistema público salud con nuevos médicos, farmacéuticos, enfermeras, psicólogos, químicos, biólogos y físicos. «Hay que darlo todo», era el ánimo compartido de quienes esta tarde se arremolinaban en los accesos a las facultades de Medicina y de Derecho, epicentro en Asturias de la convocatoria, que llegó a colapsar los accesos al campus.
Aunque Paula Pérez es de Soria y estudió en el País Vasco, lleva meses instalada en Oviedo como alumna de la Academia MIR Asturias, cuyo prestigio atrae cada año a cientos de licenciados de toda España que aspiran a convertirse en médico interno residente de la sanidad pública. Como ella, Carlota Díez, de Logroño. O Pablo Cazorla, de Las Palmas de Gran Canaria. O Roberto Pallavera, de Extremadura. A todos les une «una gran vocación» por la Medicina, a la que quieren dedicarse como «una forma de ayudar a los demás».
«He hecho todo lo que he podido para aprobar este examen», aseguraba Paula poco antes de que los responsables de custodiar la convocatoria realizasen a viva voz el llamamiento de los inscritos. «Hay que estar orgullosos del esfuerzo que se ha hecho y confiar en uno mismo», apuntaba, por su parte, Carla Díez, que mantenía los nervios bajo control y llevó a cabo la prueba «sin tener todavía claro» la especialidad médica a la que quiere dedicarse.
Dentro de las aulas, estaban prohibidos los teléfonos móviles y los auriculares. A los aspirantes tampoco se les permitía salir de las instalaciones ni en los primeros sesenta minutos del ejercicio ni en los últimos treinta. ¿El tiempo total disponible? Cuatro horas y media para dar respuesta a un cuestionario de 210 preguntas. Los aciertos recibirán una valoración de tres puntos y los errores restarán uno.
«Va a salir. Yo voy a por todas», aseveraba Pablo Cazorla, que ha nacido en Oviedo, aunque lleva buena parte de su vida residiendo en las islas Canarias. Que «siempre quise ser médico» es lo que le motiva. Y, si consiguiese la nota necesaria para elegir plaza, sería «en Cardiología, en algún hospital del Norte». Roberto Pallavera también se decanta por esta especialidad -«o Anestesiología», precisa-, aunque en su caso le gustaría encontrar destino en Extremadura, cerca de casa. «Hay ganas de empezar a ejercer», coincidían ambos.
La sanidad asturiana oferta 253 plazas de formación sanitaria especializada, apurando al máximo su capacidad docente. El año pasado sólo quedaron vacantes en Medicina Familiar y Comunitaria, un área de actividad con gran número de jubilaciones y serias dificultades para encontrar relevo generacional.
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