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Santa López ayuda a Feliciana a apartarse de la carretera para que pueda pasar la quitanieves.
Tresviso recupera la carretera 28 días después

Tresviso recupera la carretera 28 días después

Los trabajadores asturianos sudaron para enlazar el pueblo con sus vecinos de Sotres. Ocho kilómetros de pesadilla que ayer, por fin, quedaron despejados

josé ahumada

Jueves, 19 de febrero 2015, 21:51

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La llegada fue menos emocionante de lo que cabía imaginar. La quitanieves como dicen los técnicos, rolba se quedó parada a casi un kilómetro de Tresviso. El maquinista debió de detenerse a charlar un momento al cruzarse con las mujeres del pueblo, que cumplían religiosamente con su costumbre del paseo de la tarde. Si aquí los vecinos estaban ya un poco hartos de no poder mover el coche, tanto o más aburridos andaban los trabajadores asturianos encargados de despejar la vía.

«Esto ya se hace largo», decía el alcalde, Javier Campo, antes de volver, un día más, a calzarse las raquetas para ir hasta su máquina. La quitanieves asturiana, más grande, abre un surco en el manto de nieve, pero tiene que ir adelante y atrás para ensancharlo. Lo que estuvo haciendo Javier, ya impaciente, fue seguirla con la suya, ayudando, para que no dejase de avanzar.

Los asturianos sudaron para enlazar Sotres con Tresviso, ocho kilómetros de pesadilla. Antes de abrir resultaba difícil seguir la línea de la carretera un tajo horizontal en las laderas, y daba agobio contemplar el lento avance de la quitanieves, un cacharro de tres metros de altura, enterrada hasta el parabrisas.

Hubo varios ataques. Empezaron con un vehículo equipado con una fresa, con el que pelearon dos días, hasta que vieron que era inútil y que era tarea para algo más potente. Cuando la rolba estuvo libre, una vez que tuvieron listo todo lo de Asturias, retomaron la labor, en la que han invertido tres jornadas completas, interrumpidas por algún que otro contratiempo. Son máquinas robustas, pero tienen desgaste: una piedra arrastrada por el alud que no se ve y golpea la cuchillas, una nieve pastosa que atasca la salida... Fueron lo bastante previsores como para llevar mecánicos en el equipo para ahorrar tiempo, y aun así un manguito traicionero podía dar al traste con los planes.

Para este último día quedaron pendientes un par de kilómetros. A las cinco y media de la tarde aún no habían recorrido más que la mitad, así que no parecía muy lógico que el maquinista, José Antonio Lavín, y su compañero, José Luis Diego, se hubiesen quedado piando con las mozas.

Alberto Aja, el autor de las imágenes espectaculares de todos estos días, tenía intención de esperar para coger la foto de la llegada, pero en vista de la calma con que se lo estaban tomando, decidió ir hacia allá. Entonces, la quitanieves empezó a maniobrar y dejó pasó al camión con la cuña. Cuando empezó a coger marcha entendimos que se nos echaba encima en un momento. Los del paseo se partían de risa viendo a Alberto intentando correr por la nieve, con todo el equipo colgando como campanos y con el camión echándosele encima. «No le da tiempo. Le pilla en la curva». A la vista está que él fue más rápido.

La gente del paseo fue volviendo, caminando ya cómodamente por la carretera limpia y se juntaron sobre la plazoleta de nieve sucia que fue despejando el camión con sus maniobras justo a la entrada del pueblo. Fue lo más parecido a un recibimiento. Una vez más, estos vecinos tan acostumbrados a las nuevas tecnologías sacaron del bolsillo unos móviles magníficos para grabar la escena y enviársela a sus parientes y a los del programa España Directo, que no paran de llamar.

Que haya llegado la quitanieves no quiere decir que se pueda ir por la carretera. Ingenuo, este que escribe pregunta si será posible llamar a un taxi para salir de Tresviso y llegar hasta nuestro coche en La Hermida. «Ay, hijo, aquí no sube ningún taxi», contesta Aurelia Campo, como si fuese algo que allí saben hasta los tontos.

Apiadándose de nosotros, los responsables de carreteras de Asturias, que han venido escoltando la quitanieves, acceden a llevarnos... a condición de que salgamos en el momento. Mientras subimos las cuestas del pueblo a la carrera volvemos a maldecir las mochilas que cargamos de forma insensata para venir.

El coche de Faustino González, jefe de Vialidad Invernal del Principado, circula a buen ritmo encajonado entre dos paredes de nieve que nunca baja del metro. Él asegura que no se ha sentido con mala conciencia durante estos días que los periódicos, las radios y las televisiones machacaban con la incomunicación de Tresviso. Dice que eso no es culpa de nadie y es puro fruto de las circunstancias.

Tresviso ha sido el equivalente invernal de los culebrones de verano, esas noticias que se van siguiendo día tras día para llenar los telediarios. Otro todoterreno viene de frente y hay que parar. La quitanieves comienza a hacer hueco para que se pueda pasar. Es un equipo de televisión que quiere ser el primero en entrevistar a los vecinos liberados. Faustino no se puede aguantar y acaba apeándose para recordarles que no se puede ir por ahí, que la carretera está cerrada y que si se encuentran con la cuña en una curva acaban en el fondo del valle. «Yo comprendo que hacen su trabajo se justifica de vuelta al coche, pero es que nos incordia la gente entrando en la zona que estamos despejando, y solo falta que les caiga un alud o que pase cualquier cosa».

Con esto, Faustino da por cerrado el episodio de Tresviso. Cualquiera imaginaba que los recibirían con aplausos, les invitarían a tomar una cerveza en el bar y los despedirían con banda de música. Nada de eso. Llegan, hacen sitio para dar la vuelta y se van. Este invierno no paran. Recibe una llamada manos libres y le preguntan que a dónde llevan las máquinas. Al parecer, la zona que linda con León está terrible, pero es muy difícil decidirse: ya han avisado de que va a volver a nevar este fin de semana.

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