Borrar
La DGT certifica que la falta de luz en las carreteras provocó 531 accidentes con víctimas en seis años

La DGT certifica que la falta de luz en las carreteras provocó 531 accidentes con víctimas en seis años

Los siniestros costaron la vida a 21 asturianos, dejaron 73 heridos graves y 804 leves. Los partes de los agentes constatan un repunte del problema

RAMÓN MUÑIZ

Domingo, 24 de abril 2016, 01:53

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Apagar las farolas en las carreteras tiene precio. Solo entre los años 2008 y 2013 los agentes de la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil cubrieron los partes de 12.077 accidentes con víctimas sucedidos en Asturias. En el 4,4% de ellos destacaron que la «iluminación insuficiente» en la vía fue uno de los factores que influyeron en el siniestro. Detrás de este balance hay 531 choques, atropellos y salidas de pista que dejaron 21 muertos, 73 heridos graves y 804 leves. Fueron 865 los vehículos involucrados y la estadística advierte de que la región sufre una de estas desgracias cada cuatro días.

Los hechos figuran en las bases de datos de la Dirección General de Tráfico (DGT), departamento dado a poner medida a todo lo que le afecta. Su Reglamento General de Circulación cataloga como «vías insuficientemente iluminadas» aquellas en las que el agente, al llegar al lugar del accidente, percibe que «con vista normal, en algún punto de su calzada, no pueda leerse la placa de matrícula a 10 metros o no se distinga un vehículo pintado de oscuro a 50 metros de distancia».

Hasta ahora, la relación entre la siniestralidad vial y esa falta de luz era poco conocida fuera de la DGT. Esta opacidad allanó el camino para que desde el inicio de la crisis y empujadas por la necesidad de recortar el gasto, las administraciones hayan ido apagando cada vez más farolas en las calzadas, ampliando los tramos sometidos a esa oscuridad. Hoy circular de noche por la autovía del Cantábrico (A-8), la ruta de la Plata (A-66) o la propia 'Y' somete al automovilista a una negrura plagada de centenares de luminarias sin uso.

«En estas cuestiones conviene no solo no recortar, hay además que aplicar en la vía, el vehículo y la vista del usuario los avances que está dando la técnica», aconseja el doctor Jesús Merayo, del Instituto Oftalmológico Fernández-Vega. El problema del apagón en carretera estriba en que «como humanos, estamos preparados para la luz diurna y cuando ésta disminuye, la pupila se dilata; es un fenómeno fisiológico que nos permitía defendernos de los depredadores», explica el especialista.

La reacción supone que «cuanto mejor iluminada esté la vía, más natural y segura resulta la conducción», expone. El apagón de farolas apenas afecta al automovilista sin defectos de vista y está entrenado para la conducción nocturna. «Pero para el resto es una situación que disminuye su eficacia al volante», detalla el doctor Merayo. Los miopes y quienes tienen una mayor dilatación pupilar se cuentan entre quienes sufren más el cansancio y la agresión que supone cruzarse en la oscuridad con los vehículos de la calzada contraria.

La orden que abrió la veda

Nada de ello se recoge en la nota interna de servicio que el Ministerio de Fomento remitió en junio de 2010 a sus Demarcaciones de Carreteras, abriendo la veda a un gran apagón que se ha ido extendiendo por el país sin informar a la ciudadanía. Aquella primera orden establecía que, «como regla general, se apagarán los tramos de autovía en campo abierto». Sin debate previo, este principio dejaba en papel mojado las 'Recomendaciones para la iluminación de carreteras y túneles' que el mismo departamento había aprobado y en teoría mantenía en vigor desde 1999.

Las farolas, que hasta entonces eran consideradas un elemento básico de la seguridad, pasaban a entenderse como un gasto que había que contener, un elemento ornamental en la mayoría de los tramos donde se las había instalado. El contraste entre la norma pública oficial y la instrucción secreta provocó el absurdo de que a los constructores de los últimos tramos de la A-8 en Asturias se les exigiera -y pagara- la instalación de luminarias que Fomento ya no tenía intención de encender.

Las primeras informaciones sobre el apagón que se venía encima soliviantaron al PP nacional, entonces en la oposición. Su diputada Soraya Sáenz de Santamaría firmaba en diciembre de 2010 una proposición no de ley instando al ministro José Blanco a «asumir su responsabilidad» y «mantener el actual alumbrado». El texto invocaba estudios técnicos en la materia para aseverar que «la conducción durante la noche o el crepúsculo y la mala iluminación de las carreteras aumentan la probabilidad y gravedad de los accidentes, mientras que la correcta iluminación puede reducir alrededor de un 30% el número de víctimas de accidentes».

La entrada en el Gobierno dio otra perspectiva del asunto. La ministra Ana Pastor continuó los pasos de sus antecesores, arbitrando nuevas soluciones para contener el coste eléctrico en la red viaria. Empezaba 2013 cuando el diputado de IU Gaspar Llamazares preguntó al respecto y recibió por respuesta que, «hasta el momento, no existen datos que relacionen la aplicación de medidas de eficacia y ahorro energético con una influencia negativa en la seguridad vial». La política para racionalizar «el consumo de energía eléctrica» se aplicaba amparada en «la normativa vigente, así como en experiencias existentes a nivel europeo».

No solo el ministerio

Los datos de la DGT avalan la tesis del ministerio en todo el país, pero no en Asturias. La accidentabilidad en vías estatales por falta de luz ha disminuido alrededor de un 15% en los años señalados en el resto de comunidades autónomas. Aquí, en cambio, esa iniciativa ha provocado que de los 16 siniestros en carreteras del ministerio lamentados en 2008 se pasara a los 28 de 2013.

La situación se está agravando en la red estatal. Sin embargo, no es ésta la que más percances con iluminación deficiente acumula. En Asturias, el ministerio se encarga del mantenimiento de cerca de 860 kilómetros de carreteras, mientras que el Principado es responsable de unos 4.200. Esta mayor extensión de la red autonómica explica en parte que concentre 258 accidentes con víctimas, frente a los 151 de las vías de Fomento. La evolución del problema en las calzadas asignadas a la consejería es menos regular, si bien en los últimos ejercicios parece variar entre los 33 y los 49 accidentes por año, como muestra el gráfico adjunto.

En las bases de datos de la DGT, las vías cuidadas por los ayuntamientos constan como las que menos incidentes están registrando, con el 21,6% de ellos. Cabe matizar que las vías municipales, por propia definición, tienen trazados próximos a las viviendas, de manera que aquí las farolas sirven también a los viandantes. Esto provoca la paradoja de que hoy en Asturias sean miles los conductores que diariamente circulan por las autovías, en plena oscuridad, mientras en los márgenes divisan caminos sin apenas uso y las bombillas naranjas a plena función.

Sin consecuencias jurídicas

¿Cómo es posible que los agentes hayan cubierto centenares de partes advirtiendo de los accidentes por luz deficiente sin propiciar consecuencias? La respuesta hay que buscarla en lo poco conocido del asunto, la favorable evolución que tiene en otras comunidades, pero también, en la ausencia de repercusiones jurídicas.

«En los pleitos por accidente de tráfico, lo que los jueces valoran fundamentalmente es la responsabilidad que tiene el conductor», indica el abogado Alberto Suárez, que lleva años trabajando en juicios de este tipo. «Es verdad que los agentes pueden poner que la iluminación era insuficiente, pero al final el magistrado valora ese dato como los que el parte pone relativos a la lluvia o la niebla: entiende que son circunstancias accesorias y que el automovilista tiene la obligación de adaptarse a las condiciones atmosféricas y a la falta de visibilidad de la vía», resume.

Esta consideración jurídica aumenta los motivos de la Administración para relegar su esfuerzo en iluminación. Con los guardarraíles y la pintura en carretera pasa justo lo contrario. La concatenación de sentencias que condenaron al ministerio a abonar ingentes indemnizaciones por no tener en condiciones esos elementos de la vía está provocando que en los últimos años se preocupe de mantener en condiciones las barreras y señalización horizontal.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios