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Un momento de la instalación de las vidrieras en el vestíbulo del edificio de hospitalización.
Vidrieras para «humanizar» el nuevo Hospital Central

Vidrieras para «humanizar» el nuevo Hospital Central

Recupera los paneles de Antonio Suárez retirados en 1985. «Estoy emocionada», dice la trabajadora que los custodió

ELENA RODRÍGUEZ

Sábado, 16 de julio 2016, 02:27

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«¿Pero son las nuestras?». Una mezcla de asombro y alegría se asomaba ayer en muchos rostros veteranos del HUCA. Lo que estaban viendo desmontar eran las tres vidrieras que en 1961 le fueron encargadas al artista gijonés Antonio Suárez para decorar la capilla del Hospital General. Compuestas por 39 paneles de vidrios emplomados de varias dimensiones, reflejan la curación de una mujer y un niño por parte de Jesucristo, y el Buen Pastor, con el rebaño y las figuras del sol y la luna. En 1985, fueron desmontadas porque el espacio ocupado por la capilla fue adaptado para laboratorios, y el oratorio fue trasladado a un lugar más pequeño, donde los paneles no tenían cabida.

Las distintas piezas fueron envueltas individualmente y custodiadas en dependencias de la Residencia. Y allí han permanecido durante años, bajo la vigilancia de Amelia Cachero, licenciada en Historia del Arte, responsable de realizar el inventario artístico del HUCA y antigua cajera del complejo hospitalario, pues ahora está jubilada. En tres décadas, solo los investigadores que realizaban la tesis tuvieron acceso a ellas. Ahora, todos los usuarios del nuevo Hospital Central podrán verlas en el vestíbulo del edificio de hospitalización. Porque hace unos meses, la Consejería de Sanidad decidió rescatarlas del olvido y ayer, tras ser restauradas en el taller del gijonés Luis Muñiz, fueron instaladas. Se hizo bajo su atenta mirada y la del arquitecto de la Consejería, Jesús Méndez, para quien la ubicación es la ideal porque se aprovecha la luz natural y la altura es casi la misma que la de las vidrieras. Los bastidores en las que van sujetas fueron encajados en dos perfiles, el del suelo y un bajo techo. «Es un método sencillo, que no causa problemas», y cree que las vidrieras «humanizan» el HUCA y rescatan la obra de un artista internacionalmente conocido. «Estoy muy emocionada», confesó Amelia Cachero, quien ha podido seguir el proceso de restauración. Prueba de que se desmontaron con cuidado y han sido bien custodiadas, es que, dice Muñiz,«solo se apreciaron pequeñas fisuras y pérdidas de material en algunos vidrios», cuya restitución ha sido posible gracias a un detallado proceso de documentación que incluía los bocetos originales. Asimismo, ha sido necesario enmasillar, «pues, con el tiempo, el material original de sellado pierde adherencia y se rompe», y «ha habido que ajustar muy fino» al colocarlas en los bastidores. Como curiosidad, descubrió «ciertos atajos en el proceso de ejecución, que podría deberse a una economía de medios a la que pudieron estar sometidos el autor y su cuñado, vidriero profesional».

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