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Urgente Heroica reacción del Círculo Gijón Noega para soñar con el ascenso
María José Platero, con el libro que ha escrito.
«Ser empresario no es fácil: hay que tener los pies en el suelo y trabajar mucho»

«Ser empresario no es fácil: hay que tener los pies en el suelo y trabajar mucho»

«Mi abuelo se adelantó a su tiempo. Fue el primero en poner un motor a una barca. Y siempre dijo que mi hermano era igual. Que decía lo que él pensaba»

CHELO TUYA

Lunes, 10 de abril 2017, 01:45

'A mi abuelo, quien amasó como nadie la mezcla de trabajo y la visión audaz del emprendedor. Y a mi hermano, que es capaz de mejorar cada día esa maravillosa receta'. María José Platero deja claro ya desde la dedicatoria de su libro quiénes han sido los motores de su trayectoria literaria y vital. Heredera de la saga Gondán, nombre heredado de la aldea natal de un antepasado, la saga dueña del astillero del mismo nombre y de otras empresas, como la segunda ganadería del Principado, ha compatibilizado su dedicación a Unicef Asturias, entidad que preside, con escribir 'Astilleros Gondán. Historia de una tradición familiar'. Pasado mañana la presenta en Castropol. Después, en el Ateneo Jovellanos con el Aula de Cultura de EL COMERCIO.

¿Cuánto tiempo le ha llevado?

(Risas) Mejor no decirlo.

¿Tanto ha sido?

Desde 1983, pero estuvo muchos años aparcado. Todo empezó con un homenaje que la Asociación Amigos del Eo le hizo a mi abuelo, Francisco Díaz, en Castropol cuando cumplió 80 años. Pensé que los nietos no sabíamos casi nada de él ni de lo que le había costado llegar a ser el empresario de Astilleros Gondán que todos conocíamos, así que comencé a recopilar toda la información.

¿Y qué descubrió?

Que a todos debe quedarnos grabado el esfuerzo que costó estar donde estamos. Que ser empresario no es fácil. Hay que tener los pies en el suelo y trabajar mucho. Mi abuelo me ayudó mucho en la tarea, ya que cuando mi madre le dijo lo que yo estaba haciendo comenzó a escribirme sus propias notas.

¿Su abuelo escribió para usted?

Me escribió su vida, apasionante, solo hay que pensar que a los 16 años emigró a Argentina y que a los tres años lo devolvieron en un barco dándolo por muerto. Y la de su padre, que también había emigrado de niño, él a Uruguay, y volvió con una fortuna de 15.000 pesetas. Pero hubo que pulir mucho, porque yo quería un libro blanco, sin meterme en política ni en nada de eso.

¿No encontraremos amores ni escándalos familiares?

(Carcajadas) No, no. La única historia de amor que hay es la de mis abuelos, que estuvieron enamorados hasta el último día. De hecho, apenas se sobrevivieron un año. Él murió con 92 años. Ella, con 90.

¿Es posible llegar a ser un gran empresario sin pisar cabezas?

Sí, claro, solo hace falta aplicar el sentido común. Mi abuelo fue un visionario. Hace 30 años nos dijo ¿Abrimos un hotel y un campo de golf en Castropol? Cuando ahora juego en Rapalcuarto digo: 'Qué pena no haberle hecho caso'. Ya digo, se adelantó a su tiempo. Fue el primero en poner un motor a una barca.

¿Cómo lo hizo?

Era 1922 o 1923. Un pescador de Rinlo fue al negocio de mi bisabuelo a pedirle que le pusiera un motor a la barca. Él no lo vio pero su hijo sí. A partir de aquel momento, todo el mundo quería que Gondán hijo le motorizara la barca.

¿A su bisabuelo le gustó que su hijo le enmendara la plana?

Supongo que no mucho. Mi abuelo tenía mucho carácter. A veces era difícil, pero tenía un gran sentido del humor. Le encantaba disfrazarse. Pero, en lo que respecta al trabajo, era muy serio. Aunque no lo hacía por dinero. Le gustaba vivir bien, pero nunca gastó en viajes ni en propiedades. Solo en el negocio.

Un negocio que dejó a su nieto.

Sus hijos siguieron otros caminos y, desde niño, mi abuelo y mi hermano, Álvaro Platero, tuvieron una gran conexión. Mi abuelo decía 'Lo que yo pienso, mi nieto lo dice'. En 1974 empezó a trabajar con él y en 1991 se quedó al frente. Pero, insisto, ser empresario no es fácil. Mi hermano dedica todas las horas a la empresa. Si el astillero está ahí es porque es un negociante maravilloso.

Astillero y ganadería.

Lo de la finca Peruyeira es una prueba de lo que digo. Mi abuelo la compró por si pasaba algo, pero no miraba para ella. Mi hermano la ha convertido en lo que es. Como ha hecho con el astillero. Cuando llegó solo se utilizaba un ordenador y la chapa se dibujaba con tiza antes de cortar manualmente.

¿Algún otro libro en mente?

No soy escritora. Hice este para la familia, para que no se nos olvide de dónde venimos. A mí me ha ayudado mucho. El día 16 hará dos años que me detectaron un cáncer de mama. Hoy estoy plenamente recuperada y escribir me dio mucha fuerza. Si siento algo es que mi abuelo no vea el libro. Siempre me preguntaba: '¿Cuándo botamos ese barco?' . Y lo voy a botar sin él.

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