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María Neira ofrecerá mañana una conferencia sobre 'Alteraciones del medio ambiente y salud'.

«Los países que planifiquen bien su transición energética triunfarán»

María Neira, directora del departamento de Salud Pública de la OMS: «Los alcaldes son los nuevos ministros de Sanidad porque pueden tomar medidas que van a tener una repercusión más rápida en nuestra salud»

LAURA MAYORDOMO

Miércoles, 26 de abril 2017, 03:57

María Neira (Langreo, 1960) médica especialista en Endocrinología y directora del departamento de Salud Pública y del Ambiente de la Organización Mundial de la Salud (OMS), organismo para el que lleva trabajando casi dos décadas, participó la semana pasada en Washington en las denominadas 'reuniones de primavera' del Banco Mundial. «Lo importante es que tengamos espacio en ellas los responsables de la salud pública, porque muchas de las decisiones que tomen los ministros de Finanzas van a tener un impacto en la salud de la gente». Mañana, a las 20 horas, estará en Oviedo para impartir una conferencia titulada 'Alteraciones del medio ambiente y salud'. Será en el salón de actos del Colegio de Médicos (plaza de América, 10), en un acto de asistencia libre y gratuita organizado por la Real Academia de Medicina del Principado, que preside Julio Bobes.

-¿Cuáles son las últimas conclusiones de la OMS sobre salud y medio ambiente?

-El último informe confirma una vez más la importancia del vínculo entre el medio ambiente y la salud. Hay doce millones seiscientas mil muertes al año relacionadas con factores de riesgo medioambientales que se podrían modificar. Y algunos de esos factores de riesgo, como la contaminación del aire, se están volviendo una de las mayores prioridades de salud pública. Es un informe que recoge una preocupación, pero que también nos dice por dónde hay que enfocar las nuevas líneas de actuación.

-¿Y cuáles son esas líneas?

-De nuevo las cuestiones relacionadas con los pilares fundamentales para la salud de las personas: el acceso al agua potable, que sigue siendo una carencia en una parte del mundo; qué tipo de energía utilizamos y cómo vamos a desarrollar nuestras ciudades. En este sentido, debe haber respuestas planificadas para atender a los millones de personas que cada año se desplazan a un núcleo urbano buscando mejores condiciones de vida.

-Apuesta por crear ciudades saludables. ¿Cómo deberían ser?

-Primero, una ciudad donde se respirara un aire no excesivamente contaminado. Donde se pueda practicar una vida activa, no tan sedentaria, y sin tantos coches como los que nos invaden. Una ciudad con zonas verdes, que permitiera una interacción social, que las personas pudieran juntarse, hablar, todo eso que da calidad de vida. Y en cuanto a la alimentación, que ésta no sea solo industrial, procesada, que es más barata y asequible pero menos sana. Hay que tener acceso a alimentos sin procesar, a frutas y verduras. Y favorecer que no haya tanto estrés porque eso contribuye de forma negativa a las condiciones de bienestar psicológico y afecta a la salud mental de los ciudadanos. Esas serían las bases mínimas.

-¿Algún modelo?

-Hay varios. Las ciudades escandinavas siempre se ponen como ejemplo. Pero luego tienen las dificultades relacionadas con las condiciones meteorológicas, que para la salud mental no son las mejores. También en Australia hay ciudades que están hechas muy pensadas en que el ciudadano tenga gran calidad de vida. Hay bicicletas por todos lados, un transporte público muy bueno y accesible y muchos lugares donde la gente se pueda encontrar, charlar, tomar el sol... Estas cuestiones son fundamentales para que podamos tener salud física y mental.

-¿Qué le parece lo que ha hecho Pontevedra: ganar ciudad para los ciudadanos, rebajar la velocidad de los vehículos a treinta kilómetros por hora y a veinte en el centro...?

-El ejemplo de Pontevedra es muy bueno, pero hay más en España. Todas las ciudades que piensan más allá de resolver los problemas diarios, que piensan en mejorar la vida de los ciudadanos están en el buen camino. Cada vez creo más en el papel tan sumamente fundamental que en la salud van a tener los alcaldes.

-En alguna ocasión ha dicho que son grandes ministros de Sanidad.

-Sí, son nuestros nuevos ministros de la salud porque ellos son los que tienen una gran tarea y muchas posibilidades. Son los que tienen más cerca al ciudadano y los que pueden tomar medidas que van a tener una repercusión más rápida en la salud.

-¿Ir en coche al gimnasio para pasar media hora en una bicicleta estática es indicativo de que estamos en una sociedad enferma?

-Efectivamente. Eso significa también que evitamos el contacto social, que el deporte se vuelve individualista. La actividad física es una práctica muy positiva, pero sería mejor ponerse las zapatillas de deporte e ir caminando al gimnasio y así no contaminar tanto la ciudad.

-Además de reducir el tráfico, ¿qué otras medidas ayudarían a mejorar la calidad ambiental en la ciudad?

-Plantar árboles, contar con zonas verdes, concienciar a la población de la importancia del reciclado de los residuos urbanos, tener acceso a bicicletas y un transporte público accesible, áreas de reposo donde se pueda conversar y las personas puedan encontrarse...

-¿Aprecia un cambio de mentalidad en la población respecto a las consecuencias para la salud de la contaminación atmosférica?

-Sí se aprecia un gran cambio en la sensibilización de los ciudadanos ante la contaminación ambiental, pero insuficiente todavía.

-Está claro que deberíamos preocuparnos por lo que respiramos. ¿También por lo que comemos?

-No es tanto una cuestión de preocupación en cuanto a lo que comemos sino de tomar como una responsabilidad comer mejor, comer bien. Hacer de algo necesario y placentero algo que no se convierta en un atentado a nuestras arterias y nuestro cuerpo en general. Creo que está al alcance de todo el mundo comer bien y más en una región como la nuestra.

«Razones para el optimismo»

-¿Qué margen tenemos para revertir la situación actual, para tener un mundo mejor y más sano?

-Tenemos un margen corto, pero hay un movimiento importante en este sentido tanto a nivel político, con la adopción de los objetivos de desarrollo sostenible, como por la sensibilización de la población, que cada vez entiende más este tema y demanda más. Hay razones para el optimismo.

-Como 'alma mater' de la Conferencia sobre el Cambio Climático, ¿teme que EE UU decida finalmente abandonar el Acuerdo de París?

-También hablamos de eso en Washington estos días. Todos confiamos en que finalmente ratifique el tratado y no se vuelva atrás. Sería muy irresponsable desde el punto de vista social pero también económico. De todas formas, muchos de los acuerdos se van a llevar adelante porque los gobernadores de muchos estados americanos se han comprometido a hacerlo e incluso ir a más para contrarrestar la corriente que en estos momentos procede de la Casa Blanca.

-En lo que respecta a las políticas medioambientales de Trump, ¿debemos ponernos en lo peor?

-Obviamente estamos preocupados, pero hay que dar un margen de confianza para que estas decisiones no se lleven a sus últimas consecuencias.

-Hablemos de uno de esos tres pilares fundamentales que mencionaba al principio, el de la energía.

-Nuestra dependencia de la energía es evidente en cada uno de los gestos de nuestra vida cotidiana. Ahora, cada Estado debe decidir cómo alcanzamos esas necesidades energéticas, de dónde va a proceder la energía, qué planes hay para una transición hacia energías renovables, limpias y de futuro, porque, independientemente de que creamos o no en las cuestiones ambientales, la energía fósil se va a acabar. Un país que planifique bien sus políticas de transición energética será un país triunfador en el aspecto económico, social y de la salud. Una energía basada en el carbón es altamente contaminante mientras que una generada con viento o sol no lo es y por tanto nuestros pulmones no tienen que pagar la factura. Esta es una ecuación que confiemos se resuelva de la forma más inteligente posible.

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