Borrar
Alberto Hevia, en una reciente imagen, a los mandos de un Airbus. E. C.
«Sentí una explosión y el asiento salió disparado; el impacto fue brutal»

«Sentí una explosión y el asiento salió disparado; el impacto fue brutal»

El castrillonense Alberto Hevia, expiloto de combate, se eyectó de un C-101, el mismo avión en el que perdió la vida el comandante Marín

J. F. Galán

Martes, 27 de agosto 2019

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Alberto Hevia sabe lo que se siente al eyectarse. Volaba un C-101, el mismo modelo de avión en el que el pasado lunes perdió la vida el comandanteFrancisco Marín. Él también consiguió eyectarse, pero no sobrevivió a la maniobra, la más peligrosa, la maniobra a la que ningún piloto se quiere enfrentar. Vecino de Salinas y concejal de Vox, Hevia tuvo suerte. «Adopté la posición, tiré de la anilla, sentí una gran explosión debajo del culo y el asiento salió disparado. Es una aceleración de 19 fuerzas 'g', lo que significa que tienes que soportar tu peso multiplicado por diecinueve».

La aceleración es tal que el propio asiento rompe la cúpula. «El impacto fue brutal, perdí el conocimiento unos instantes. Cuando abrí los ojos estaba muy cerca del suelo. Vi que me iba a estrellar, y en el último momento el arnés tiró hacia arriba de mí». Era el paracaídas. Cayó «en un maizal» junto a su compañero (era un modelo biplaza), que también salvó la vida al eyectarse, y los restos del C101, un avión subsónico de entrenamiento básico (no un caza), el segundo de los tres escalones en los que se estructura la instrucción. El primero es el elemental y el tercero el avanzado, ya en un avión de combate, elF5.

Hevia, en 1991, subiéndose a un C-101.
Hevia, en 1991, subiéndose a un C-101. E. C.

Hevia ya estaba en el tercer escalón, en Talavera (Badajoz). «Hacía el curso de caza y ataque en el F5, y a raíz de un accidente se decretó que todos se quedasen en tierra. Entonces esa misma noche nos enviaron a la base de Matacán, en Salamanca. Era el 25 de octubre de 1995 y tenía 25 años. «Nada más levantarnos nos dijeron que a volar. Salimos en formación de cuatro con el 101 y yo iba de cuatro, así que en paralelo con otro avión fuimos los últimos en despegar». Al poco de irse al aire «de repente el motor se paró. Intentamos volver al campo, pero era imposible. Aún íbamos muy bajo, a unos 400 pies (120 metros), y había una carretera. Entonces tiramos de la anilla».

Salió vivo, pero no ileso. «Sufrí el aplastamiento de cuatro cervicales y estuve una temporada en el hospital». Pese a todo, meses después retomó su curso de caza y combate. Tuvo que desistir. «Mi espalda no aguantaba más de cuatro g, el dolor era insoportable».

Su accidente «no tuvo nada que ver con el que le costó la vida al comandante Marín, salvo que los dos nos eyectamos. Él salía de un looping y era una comandante experto, yo acababa de despegar y era un alférez novato». «Los aviones se revisan al máximo. Si el mecánico tiene la menor duda no te lo entrega, y si el que duda es el piloto no se sube. Un piloto militar lleva el avión al límite, vuela pegado al suelo, entre montañas, y ejecuta maniobras casi imposibles. Fue la fatalidad. Los que no son militares quizá no lo entiendan, pero a nosotros nos queda el consuelo de que Marín se murió cumpliendo con su deber. Dio la vida por España, que es para lo que nos entrenan. Mucha gente no es consciente de que los pilotos de combate se juegan la vida a diario por su país. Solo de mi promoción han fallecido tres en accidente aéreo, uno en un F5, otro en un A400 y otro en un CN-235».

Hevia sigue volando. Primero pasó a helicópteros, a Salvamento Marítimo –«fui el primero en sobrevolar el 'Prestige'»–, después a aviones de transporte y, tras solicitar la excedencia en Ejército del Aire con el empleo de comandante, es comandante de Iberia Express y desde hace dos meses concejal de Vox en Castrillón. De aquel accidente guarda dos recuerdos, un trozo de arnés y una prótesis en el cuello.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios