El área es la octava del país con Oviedo y sin la capital cae al decimocuarto puesto

Un embrión de un área central sin centro. Salvo sorpresa ese será uno de los legados que deje la legislatura que está en su fase final. Pese al descuelgue de Oviedo, el Gobierno de Javier Fernández prefiere cerrar un proyecto de menor capacidad a que sus sucesores tengan que empezar todo de nuevo. Para ello se empleará en un difícil equilibrio. Por un lado, el consejero Fernando Lastra se esforzó ayer en hacer ver que la capital sigue vinculada por el papel que jugarán en él la Universidad y los empresarios «que están en Oviedo». Por otro, la crítica al PP y Podemos será contundente al situarles como una «amenaza» para la ciudadanía.

Lo cierto es que sin Oviedo, el área central nace disminuida. Uno de los argumentos para el proyecto es que agrupar población en una nueva estructura política o administrativa permite ganar influencia en los foros internacionales y en el reparto de ayudas comunitarias. Ahora cuando el criterio a aplicar es el de la comunidades autónomas, Asturias figura como la decimocuarta por su peso poblacional. En las discusiones que se ciñen a las ciudades no le va mejor a la región: Gijón, la ciudad con más vecinos, es la decimoquinta en la clasificación nacional. La oportunidad para ganar peso es la de situarse en otra escala, la metropolitana. «Para las principales ciudades europeas se construyen sus áreas metropolitanas de influencia, conocidas como Áreas Urbanas Funcionales (AUF)», explica el Instituto Nacional de Estadística en una de sus publicaciones. Cada AUF consiste en una ciudad «y los municipios que forman su entorno funcional, concretamente de influencia laboral», detalla.

La situación actual, es decir, aplicando ese concepto sin más, resulta fatal para la región. El área urbana funcional de Oviedo ocupa el vigésimo segundo puesto con 309.743 habitantes y Gijón le sucede con 297.365 entre vecinos del concejo y agregados por motivos de trabajo.

La cosa cambia con un área central que agrupe a los seis concejos más poblados, que es lo que pretendía el Principado. Una metrópolis así constituida ocuparía el octavo lugar por importancia poblacional, tras Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla, Bilbao, Málaga y Zaragoza. Sin la capital, en cambio, cae al decimocuarto puesto.

La Comisión Europea anima desde 1997 a las administraciones a buscar fórmulas de colaboración entre municipios. En una comunicación de 2014 explicaba entre las razones que «el 67% del PIB europeo se genera en zonas metropolitanas, pese a que la población de dichas zonas solo representa el 59%».