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EUGENIA GARCÍA
GIJÓN.
Miércoles, 17 de abril 2019, 03:00
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«Mucho me temo que si no salen pronto las listas o si me deniegan la beca, voy a tener que regresar a Asturias». Gracia Allen, de 21 años, mira cada semana el Boletín Oficial del Principado desde su Erasmus en Budapest. Espera encontrar la resolución de las ayudas que concede la Consejería de Educación como complemento a las subvenciones cofinanciadas por la Unión Europea, el Ministerio de Educación y la Universidad de Oviedo para estudiar en el extranjero y que acumula ya cuatro meses de retraso. De ella depende, explica esta estudiante de Lenguas Modernas, que pueda continuar «conociendo otra cultura y universidad, practicando idiomas con estudiantes internacionales y descubriendo un ambiente diferente» a su Gijón natal.
La joven, huérfana de padre, reconoce que a estas alturas del curso sus cuentas están prácticamente en números rojos. «Sobrevivo con la pensión de orfandad, 200 euros con los que apenas cubro el alquiler». Con la otra partida, que ya recibió, también con retraso, al 70% (el importe restante se ingresa al volver de la beca) fue tirando durante estos últimos meses. «Ahora tendré que pedirle dinero a mi madre, cuyo sueldo no da para mantenerme aquí, a algún familiar o volverme», lamenta.
El plazo de solicitud comenzó el 27 de junio y se cerró el 26 de septiembre. Habitualmente, la resolución llega, como máximo, tres meses después y el pago, uno o dos meses más tarde. Pero pasó diciembre, comenzó el segundo cuatrimestre y a mediados de abril aún no tienen noticias. «Ni siquiera nos enviaron un comunicado explicándonos los motivos ni nos dan soluciones cuando llamamos a la consejería», reprocha.
Porque al final son ellos, los progenitores, quienes en la mayoría de las ocasiones asumen el coste de una estancia que «las empresas valoran muchísimo pero que, sin subvención, la mayoría de la gente no se podría permitir». «Ellos adelantan el dinero, pero si no sabemos de cuánto vamos a disponer finalmente, estamos a tientas. Somos familia numerosa y es un desembolso importante», admite.
También lo fue para las familias de Juan Alvargonzález y Santiago Cabrero. Durante varios meses vivieron en La Rochelle (Francia). Su Erasmus, como en muchos otros casos, terminó antes de saber si recibirán o no la beca. «Hace un mes que terminé el intercambio y todavía no sé si me la darán o no», indica Juan. Santiago, que asegura que «vivir solo de la beca es imposible» y se siente afortunado porque sus padres pudieran permitirse ayudarle, hubiera empleado ese dinero para «viajar más o vivir algo más holgadamente, ya que Francia no es precisamente barato».
Los responsables del servicio que gestiona las becas confirman que esta demora en la fiscalización es excepcional y aseguraron que la propuesta individualizada de resolución de las ayudas, de 200 euros por cada mes de la movilidad con un máximo de 1.800 dependiendo del umbral de renta, se envió el pasado 7 de marzo y está la espera del informe de intervención. Achacan el retraso inicial a las distintas peticiones hechas a los Presupuestos y el actual a la acumulación de expedientes a causa de las elecciones. Mientras, los Erasmus esperan.
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