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En la Ruta de los Vinos el ambiente fue relajado durante toda la noche. En el vídeo: Asturias suaviza sus medidas restrictivas de cara al fin del estado de alarma. En el vídeo: Asturias suaviza sus medidas restrictivas de cara al fin del estado de alarma CAROLINA SANTOS

Asturias despide con prudencia el estado de alarma

Los asturianos pueden olvidarse del reloj a partir de hoy tras decaer el toque de queda

IVÁN VILLAR / COVADONGA DEL NERO / C. DEL RÍO

Domingo, 9 de mayo 2021, 01:41

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Son las nueve y media de la noche del último día del estado de alarma. En las terrazas de los soportales de Marqués de San Esteban, ya sea con la tranquilidad de parejas mayores regando con un buen vino tinto su cena o con el ritmo de un grupo de adolescentes latinos que bailan junto a su mesa al ritmo del regueton, apenas quedan sitios libres.

Frente a un restaurante de Pedro Duro, una futura novia con banda naranja fluorescente y una diadema aún más llamativa apura un cigarrillo mientras una amiga la anima a entrar en el interior. Cada poco, cruza la zona la sirena azul de algún coche policial. Porque la vigilancia se hizo notar en todas las zonas habituales de ocio nocturno.

22 horas. En la plaza de Italia un grupo de niños juega al fútbol mientras algunas cafeterías empiezan a recoger sillas. Pero las vinaterías del Carmen siguen de bote en bote. También sigue el runrún de conversaciones y el tintineo de copas en la Ruta de los Vinos, donde una camarera mira el reloj mientras recoge las jarras de una mesa, como todas las de su bar, aún repleta. Le marca las 22.30, y en apenas 30 minutos comenzará la última 'hora prohibida', en la que por el toque de queda no se podrá estar ni siquiera en la calle, aunque sí 60 minutos después. «Nosotras nos iremos a casa. Entiendo que los más jóvenes estén impacientes, pero ya tendremos tiempo de salir bien la semana que viene», apunta Laura, que pasó la última noche de estado de alarma tomando unos vinos en el Tao con cinco amigas, cuando está a punto de pagar la cuenta. En la terraza de enfrente, Cristina también apurando los últimos minutos junto a cuatro amigos, bromea: «Igual nos escondemos una hora por ahí». Antonio Marabuyo lo tiene más claro: «Hemos comprado pizzas, nos iremos a casa y luego les echaré. Si salgo después de medianoche será para sacar al perro, que hasta ahora era difícil».

«Yo la verdad es que no tengo muy claro a qué hora me tengo que ir. ¿Pero a medianoche puedo estar en la calle otra vez? No tiene sentido», comenta un cliente aún con un par de pinchos sobre la mesa.

Dan las 23. En La Naviera, junto a Monte de Piedad, se para la música y la veintena de personas que apuraba los últimos tragos inicia la retirada. Algunos, cargados con bolsas de supermercado. «¿Y ahora a dónde vamos?». Los camareros de todos los bares de la zona empiezan al unísono a levantar mesas, recoger toldos... Y en la calle, hay quien remolonea. «Hay un vacío legal», insiste una joven a sus amigos, uno de los cuales se acerca ufano con una bolsa llena de latas de cerveza. «Iremos a acabar la noche a casa de una amiga que vive justo aquí». Niega que después tenga intención de salir de nuevo de fiesta a la calle. «Pero podré ir caminando de vuelta a casa más tranquila, sin miedo a la multa».

En el regreso a casa, algún percance, con un coche golpeando un semáforo en la calle Munuza, sin más complicación que el parte levantado por la Policía Local, que se preparaba para una larga ronda nocturna. Y junto a algún pub de Fomento, algún pequeño grupo dejaba en corrillos pasar el reloj, esperando a que dieran la medianoche para dejar de depender de cualquier severa aplicación de la norma.

Los ovetenses llenaron las terrazas de la plaza del Sol.
Los ovetenses llenaron las terrazas de la plaza del Sol. rojas

«Una vez en casa, ya no salimos de nuevo»

El sol quiso aparecer ayer por la región para despedir el estado de alarma que llevaba impuesto seis meses, desde el pasado mes de octubre. Con el buen tiempo, también salieron los ovetenses a sus calles a llenar las terrazas en las que exprimieron el último día con toque de queda hasta las once de la noche, aprovechando la relajación desde el viernes de las medidas; lo que permitía cenar también en los interiores de los restaurantes. Grupos de amigos, parejas y familias disfrutaron de un sábado que más pareciera de época estival que de la primavera.

Eso sí, a las once de la noche aún quedó una hora muerta de toque de queda. A las doce finalizó el estado de alarma, pero existió una hora fantasma que impidió a los asturianos salir a las calles. La mayoría coincidieron en que se comportarían el ultimo día como llevan haciendo los seis meses anteriores y se retiraron a sus hogares y no volvieron a salir en toda la noche. «Una vez que vamos para casa, ya guardamos, no volvemos a salir», comentó, entre risas, Ana Balseiros, que aprovechó hasta las once para tomar algo y «picotear» con su amiga Luisa María Gallego.

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También aprovechando hasta el último minuto, Nicolás, Ignacio Tamargo, Lorencia Suárez, Alba González y Sara salieron a cenar por Gascona, en una de sus múltiples terrazas. «Intentamos buscar plan para después de las doce, pero no conseguimos. Así que para casa, no queda otra», comentó uno de ellos. Eso sí, tenían ya «muchas ganas» de que acabara el estado de alarma y con él el toque de queda.

Mientras que hubo otros ovetenses que prefirieron «inaugurar la posibilidad de cenar dentro de los restaurantes después de tantos meses sin poder hacerlo». Fue el caso de Carmen Álvarez y Luis Suárez. «No salimos mucho», decían, pero añadían que con las medidas de seguridad y tras haber recibido la primera dosis, aprovecharon el último día.

Eso sí, varios establecimientos que venden a sus clientes bebidas alcohólicas pudieron notar como hacia las diez y media de la noche, bastantes jóvenes entraron en sus locales a comprar «latas de cerveza, sobre todo». «Cómo se nota que se termina hoy el estado de alarma y pueden andar a sus anchas por la calle de noche», comentó la propietaria de uno de estos negocios.

La capital asturiana -hasta la bandera en todas sus plazas, calles y terrazas- dijo adiós a un estado de alarma de seis meses del que «ya había ganas» que se terminara, aunque solo fuera para poder pasear de noche, sin prisa por volver a casa. Exprimieron hasta el último minuto de un 8 de mayo que gran parte de los vecinos de Oviedo no olvidarán, al igual que el resto del país. Eso sí, «el virus no se ha terminado y seguiremos siendo responsables, aunque olvidándonos del toque de queda», coincidieron varios.

El Principado permite desde hoy la apertura de la hostelería hasta la una de la madrugada, aunque no de los locales de ocio nocturno. También se acaba el toque de queda y el cierre perimetral, por lo que no hay restricciones a la movilidad en Asturias con el fin del estado de alarma.

El buen tiempo y la reducción de las medidas restrictivas animaron ayer el casco histórico de Avilés.
El buen tiempo y la reducción de las medidas restrictivas animaron ayer el casco histórico de Avilés. Antuña

Formales hasta el final

Poco antes de las once de la noche de ayer sábado, los últimos clientes comenzaron a abandonar bares y restaurantes. Las calles se vaciaron y, salvo algunos rezagados que exprimieron hasta el último minuto, se cumplió el último día del toque de queda. Nadie se quería jugar una sanción justo la noche en la que acabó el estado de alarma.

Quizás el buen tiempo y la temperatura ayudaron a calmar la ansiedad por disfrutar de unas horas más de ocio nocturno. Interiores y terrazas, pero sobre todo terrazas, estuvieron muy animadas todo el día. Cierto es que el sol decantó el favor de los avilesinos por los habituales destinos locales costeros como Salinas, Arnao, Luanco o Verdicio. Pero a la hora del vermú y a última hora de la tarde, la ciudad estuvo muy animada, por lo que no urgía adelantar los tiempos. Hoy ya se podrá estar en los establecimientos hosteleros hasta que echen la persiana a la una de la madrugada. Los que aguanten y de momento. Porque nadie cree que esta libertad vaya a durar mucho.

La novedad más curiosa ayer era la obligación de cumplir el toque de queda y refugiarse en el domicilio no más tarde de las once de la noche, pero una hora después, en la medianoche, ya se podía salir sin restricciones por el citado decaimiento del estado de alarma. A decir verdad, muchos no se habían dado ni cuenta. «No entiendo. ¿Que puedo salir a las doce de la noche? ¿Pero los bares están cerrados, no?», respondía extrañado Jonathan da Silva a preguntas de este periódico. «¡Qué bueno, tío! ¿Nos vamos al coche y volvemos a salir a las doce? ¿Tenemos algo para beber?», preguntaban entre carcajadas sus colegas.

Bromas de juventud aparte, ayer fue un día normal. De los de la nueva normalidad, claro. La conversación estuvo presente en todos los grupos, pero sin la urgencia por anticipar lo que llegaba hoy. «Puf, ¿Qué si tenemos ganas? ¿Y quién no?», decía Lorena Villar, secundada por sus amigas en una plaza Hermanos Orbón menos llena de lo habitual. Aunque ya se han acostumbrado al 'tardeo', «y nos gusta», apuntaban, la sensación de saber que no se puede estar más allá de una hora concreta en la calle cuesta asimilarla. «Vamos a cumplir, por supuesto, a las diez y media nos levantaremos de la mesa, pero el fin de semana que viene habrá que celebrar el fin del toque de queda. ¿O no?», se manifestó entre los aplausos cómplices de sus compinches.

Como ellas, fueron muchos los que 'levantaron el vuelo' al filo de las once. El toque de queda aún coarta a muchos que son incapaces de adelantar la hora de cena. Lo saben bien los restauradores, sobre todo en los comedores más formales, muchos de los cuales siguen cerrando después del mediodía.

Mientras tanto, la policía, que durante toda la tarde había estado controlando las zonas de reunión habitual de la gente joven con presencia fija de, al menos, dos agentes a mitad de la calle de Galiana, mantuvo la vigilancia a partir de las once de la noche. No se percibió un control mucho más numeroso, al menos de agentes uniformados.

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